Busco a mi clown
y alargo una pestaña hasta el deseo,
soplo el vestigio de la ruptura,
la persigo,
la intento atrapar nuevamente.
Cae.
Busco a mi clown,
fundo mis labios con el espejo
y mi lengua se choca
contra el frío,
contra el liso vidrio,
que ebrio de besos,
mancha y da origen a mi sino.
Busco a mi clown,
reparo en su condición irregular
que me asemeja a la tristeza,
que me acerca a la ternura,
que me aleja de su drama
y me enreda en su burla.
Busco a mi clown,
camino a su lado,
imito sus movimientos,
respiro profundo,
le persigo.
Caigo.
Nos recogemos,
él me pinta
yo lo limpio,
nos engañamos,
él me habla,
yo callo,
él toca la armónica,
yo hace años creí tocarla.
Busco a mi clown,
sé que anda cerca
y que se mimetiza con las cosas
para que yo me pierda.
¿De qué color fueron sus ojos?
¿Recordará los míos?
Busco a mi clown,
lleva una nariz roja,
bebe gin tonic
y es amiguero.
Yo ando solo
y él lo sabe.
Busco a mi clown,
me pinto una lágrima en el pómulo
y regreso al espejo,
algo en mi rostro deviene blanco,
algo en mi rostro deviene negro,
es este inasumible Ello
que me hace viajar a distancias inconmensurables.
Busco a mi clown
y le pregunto a Sandra si lo siente
y le pregunto a Pablito si lo ha visto
y le pregunto a Juangui si lo recuerda
y le pregunto a Juank si se fue al Caribe.
Busco a mi clown
pero algo me dice
que aunque no nos reconozcamos nunca,
cuando mi mano huye,
sus letras se quedan.