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Un nobel de paz para el bosque tropical

Durante cientos de años las comunidades indígenas han luchado por proteger el bosque amazónico. Raoni Metuktire, jefe del pueblo kayapó, es el más fiel representante de esa lucha y estas comunidades. Raoni es candidato al Nobel de Paz.

Raoni Metuktire

Raoni Metuktire, jefe del pueblo kayapó, Amazonia. Candidato a Nobel de Paz.

La preocupación por el medio ambiente y el clima están en primer lugar del orden del día. Las consecuencias del cambio climático generado por la actividad humana son más que evidentes. Nosotros en Oslo pudimos vivirlas en carne propia el año pasado, cuando no tuvimos que usar zapatos de invierno. La temporada de polen en 2019 fue una de las peores debido al calor extremo del verano del 2018. 

Ahora el mundo sufre por una pandemia que está estrechamente relacionada a daños ambientales. La deforestación deshace las barreras que separan a los humanos de la vida silvestre y que evitan contagios. El Amazonas arde; un bosque que aloja gran cantidad de plantas, animales y por supuesto, virus. Investigadores temen que la próxima pandemia provenga de allí.

El documental Raoni, nominado al Oscar en 1978, muestra como él siempre reacciona pacíficamente ante situaciones difíciles, ya sea un conflicto con leñadores ilegales o entre miembros de la tribu.

El bosque tropical brasilero es el más grande del mundo y asegura, entre otras cosas, los ciclos de lluvia y el almacenamiento de CO2. Este bosque también es el hogar de diferentes comunidades indígenas que lo han defendido, mucho antes de que aparecieran las ONGs y Greta Thunberg. 

En Brasil han luchado desde la primera invasión de portugueses. “En esta tierra crecerá todo lo que plantemos”, escribió Pero Vaz de Caminha al rey de Portugal el 1 de mayo de 1500. El mensaje era claro: exprimir la Tierra al máximo, sin importar las consecuencias para el medio ambiente o sus habitantes. Allí empieza la historia del genocidio contra los indígenas en Brasil y su lucha por el territorio.

Fue hasta los años cincuenta del siglo veinte que el movimiento por los derechos indígenas obtuvo sus primeras victorias, y el joven líder kayapó de 24 años, Raoni Metuktire, fue su vocero. Desde ese momento Raoni se ha convertido en pieza clave para facilitar la comunicación entre los blancos y los indígenas, así como para la conservación de la paz al negociar con voces más radicales del movimiento y evitar ataques físicos contra los blancos. 

Raoni ha jugado un rol central en el aumento del compromiso de los indígenas con la lucha por sus derechos y en la formación de nuevos líderes. En 1961 vinieron los primeros resultados de esa lucha: el parque nacional Xingu, el resguardo indígena más grande del planeta, cedido por los hermanos Villas-Bôas, con Raoni en un rol pacifista determinante.

El trabajo de Raoni fue más peligroso de lo que se hubiera podido imaginar. En 1967, durante la dictadura militar se escribió un reporte de más de 7000 páginas. El Reporte Figueiredo explicó en detalle el genocidio contra los indígenas entre los años cuarenta y los años sesenta. Tortura, esclavitud, masacres, guerra biológica, robo de tierras y violaciones fueron algunos de los delitos cometidos contra los indígenas. 

El reporte describe, entre otras cosas, cómo una mezcla de azúcar y arsénico fue suministrada a cientos de indígenas para envenenarlos. También cuenta como el pueblo Cinta-larga fue desaparecido con dinamita en 1963 en Mato Grosso, no muy lejos del territorio Kayapó. Amenazas, agresiones y persecución, Raoni lo ha visto y sobrevivido todo con dignidad. El documental Raoni, nominado al Oscar en 1978, muestra como él siempre reacciona pacíficamente ante situaciones difíciles, ya sea un conflicto con leñadores ilegales o entre miembros de la tribu.

La dictadura llegó a su fin en 1985 y una nueva constitución fue escrita. En el curso de tres años, Raoni y otros líderes indígenas presionaron al Congreso y obtuvieron resultados. La nueva constitución de Brasil garantizó una serie de derechos a los indígenas, entre ellos el derecho a conservar su territorio, su forma de vida y su cultura, el derecho a vivir aislados y sin influencia de los blancos.

Raoni tiene ahora 90 años. Se ha recuperado del Covid-19 y continúa su lucha por el medio ambiente. Su mensaje es sencillo: necesitamos salvar al bosque tropical para que el bosque nos salve a nosotros.

En 1989 Raoni se fue de gira junto al mundialmente famosos Sting y visitaron 17 países llevando un mensaje de protección a la naturaleza. Esa campaña fue el inicio del Fondo Noruego para los Bosques Tropicales, que sigue trabajando para defender el bosque tropical y los derechos de los indígenas en varios países del mundo.

Hoy, 32 años después de esa constitución, los indígenas siguen luchando para que los derechos que les fueron otorgados se cumplan. Esto se suma a la larga tradición Occidental de menospreciar a los indígenas y su forma de vida. Porque aunque es Brasil quien ha permitido estos crímenes, son muchos los países que se han lucrado de las agresiones contra los indígenas y el medio ambiente, directa o indirectamente, entre ellos Noruega. Un claro ejemplo de esto es el cuñado del rey Erling Lorentzen. Su empresa Aracruz estuvo envuelta en escándalos ambientales que incluyeron tala ilegal de árboles y conflictos con comunidades indígenas.

Raoni tiene ahora 90 años. Se ha recuperado del Covid-19 y continúa su lucha por el medio ambiente. Su mensaje es sencillo: necesitamos salvar al bosque tropical para que el bosque nos salve a nosotros. No solo los indígenas, no solo la gente en Brasil, sino todo el mundo necesita al bosque tropical. Como sociedad hemos traicionado a los indígenas. La responsabilidad es de todos los países que han consumido el bosque desconsideradamente. 

Es tiempo de reconocer la lucha ambiental de los pueblos indígenas, les debemos unas disculpas. Otorgarle el premio Nobel de Paz a Raoni pueden ser esas disculpas y una señal de que finalmente entendemos su mensaje y estamos dispuestos a cooperar con él. Otorgarle el premio a Raoni es darle un Nobel de Paz al bosque tropical.

Brasileña, residente en Noruega con maestría en literatura inglesa de la Universidad de Oslo. Es activista de derechos humanos

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