En Palabras [relatos migrantes] es un colectivo de escritura creativa, conformado por personas de América Latina, interesadas en investigar, escribir y compartir historias en torno a la experiencia vital de migrar. EL COMEJÉN se interesó por este proyecto y fue hasta el espacio vecinal Calàbria 66 para entrevistar a María Ríos, licenciada en literatura de la Universidad de los Andes y maestra en edición de la Universidad Pompeu Fabra. Gigi, como llaman a María, estaba acompañada de Diego Salazar, licenciado en comunicación audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra y maestro en gestión cultural de la Universidad de Barcelona. Gigi y Diego son los creadores de En Palabras [relatos migrantes]. Ellos nos cuentan cómo empezó esta historia.
¿Qué tienen en común las historias migrantes?
Ninguna experiencia personal se parece a otra, por tanto, ninguna historia es igual a la otra. Es lo interesante de este proceso, que salimos de lo universal, del dato frío homogenizador y nos vamos a lo particular, a lo personal, y es allí donde se construye una memoria migrante rica, llena de capas, problematizadora. Pero claro que encontramos también puntos y temas en común, con sus matices, como son la violencia, la falta de oportunidades laborales en los países de origen, el deseo de estudiar en el exterior, las despedidas de los paisajes y de las personas que se quedan; las peripecias que surgen previamente y durante el viaje.
Hemos visitado muchísimos aeropuertos latinoamericanos en las historias, así como los de Madrid y Barcelona y conocido a sus funcionarios. También la llegada a la ciudad nueva y todo lo que esto conlleva para cada persona, como acostumbrarse a un nuevo idioma y aprenderlo, la búsqueda de vivienda y de empleo. La violencia institucional cuando se tiene que regularizar los papeles, por ejemplo, el racismo cotidiano. Están muy presentes los sentimientos de desarraigo, de no pertenencia, está la nostalgia por lo que se dejó al otro lado y por todos los momentos importantes que nos perdemos de allá estando acá. Pero también se habla de las nuevas oportunidades, de nuevos comienzos en medio de un entorno ajeno que poco a poco se vuelve familiar para algunas, y para otras nunca lo llega a ser.
¿Cuál es el hilo conductor del proyecto?
En Palabras nace en 2017, en diciembre. Con Diego, mi compañero en la cooperativa, siempre contamos la anécdota de estar tomando un café en Poble Sec, compartiendo nuestras experiencias migrantes, ¿no? La típica conversación de cuánto llevas aquí, por qué viniste, etc. y esas preguntas típicas se fueron convirtiendo en una reflexión un poco más política, en el sentido de que nos preguntamos si en realidad no había existido una fuerza que nos había impulsado a irnos y que en su momento no vimos. Y de allí pasamos a hablar de cuántas personas de Latinoamérica no han sido obligadas a salir de sus lugares de origen por circunstancias ineludibles. Entonces nos pusimos a consultar datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) que nos lanzó cifras desorbitares, entendiendo que más de la mitad de solicitudes de asilo en España son provenientes de América Latina y que muy pocas de ellas se resuelven positivamente. Entonces pensamos en las historias que había detrás de estos datos fríos y pensamos en crear un espacio para la construcción de la memoria migrante a través de la escritura. Un espacio en donde investigar, escribir y compartir historias alrededor del tema de la migración y el refugio.
La idea consiste en juntar un grupo de personas migrantes y refugiadas de América Latina, con escritores y escritoras latinoamericanas también que viven en Barcelona, para hacer talleres de relato corto, poesía y crónica, para escribir textos que aportaran una narrativa alternativa a la que cuenta o siempre ha contado el fenómeno de la migración. Porque, ¿quiénes han contado siempre este fenómeno? Los países del Norte, en su mayoría. Nosotras, las personas del Sur siempre hemos sido objetos y nunca sujetos de ese relato.
Nos interesa cambiar esa mirada eurocéntrica y participar activamente de la construcción del relato. Esto conecta con lo que estamos haciendo en la quinta edición de los talleres de En Palabras, que comenzamos el pasado tres de octubre. Es una colaboración con el Museo Etnológico y de Culturas del Mundo de Barcelona, en donde proponemos un proceso colectivo de escritura creativa a partir del acercamiento al patrimonio material cultural, en este caso más específicamente el de la colección de objetos precolombinos expuesta en el museo, para generar un diálogo crítico y decolonial entre las y los participantes y estos objetos. La idea es tomar nuestra experiencia como migrantes como un lugar desde donde aportar nuevas interpretaciones y significados. Llenar los vacíos que deja la Historia, con H mayúscula, con nuestras experiencias e historias personales y así crear una narrativa alternativa a la que se ha venido construyendo sobre, pero sin nosotros.
Y estos relatos, poemas y crónicas los hemos puesto a circular en eventos públicos, en un libro que publicamos hace un año, y en Sudversa, la revista digital del colectivo, para presentar discursos alternativos con los que podamos poner temas sobre la mesa y dialogar con la ciudadanía.
¿Qué es lo que más les ha impactado en esta experiencia?
Lo que más nos ha impactado en estos años del proyecto es ver cómo la herramienta de la literatura, más precisamente de la escritura creativa, funciona bien en un proceso colectivo para hablar de la migración. La escritura ha sido lugar de encuentro y de intercambio de diferentes sujetos miembros de una comunidad, con sus experiencias únicas y particulares.
Se han encontrado en estos espacios personas que han vivido un proceso migratorio hace 40 años con jóvenes que apenas están empezando a recorrer este camino, y ambos, por medio de relato corto, poesía y crónica han escrito y luego leído sus historias, encontrando muchos puntos de confluencia y creando lazos fuertes a partir de la empatía que generan sus textos. Por otro lado, nos hemos dado cuenta de que la literatura, la escritura y su socialización cumplen la función de ayudarnos a ordenar la historia personal de migración, de dotarla de sentido y asimilarla, sea esta traumática o no, y finalmente nos permite empoderarnos y proyectarnos individual y colectivamente.
El trabajo en colectivo con literatura ha sido un proceso que de verdad nos ha sorprendido muchísimo por la multiplicidad de puntos de vista que hemos recogido, la multiplicidad de saberes que compartimos y la multiplicidad de voces que al final han conformado una voz colectiva súper poderosa. Además, creo que nos hemos encontrado con un talento increíble a nivel literario, muchas de las personas que vienen a los talleres no sabían que eran escritoras y pues, lo son. Definitivamente.
¿Algo que quieran destacar?
Quisiera destacar la importancia de las iniciativas colectivas y participativas sobre todo en estos tiempos. Creo que en esta sociedad ya no nos podemos asumir como individuos aislados y aisladas, sino que tenemos que empezar a pensarnos como sujetos colectivos, insertos en una comunidad. Pensar que nuestras acciones sean por un bien común y romper con la individualidad. ¿Y cómo podemos hacer esto si no es a través de procesos colectivos? Hoy en día nos quieren individualizar para debilitarnos, desarticularnos. Lo colectivo es una amenaza para el sistema capitalista y megaproductivo actual. Se entiende que, en un espacio participativo, colectivo, se unen las fuerzas, y las voces e ideas adquieren más eco y mayor peso. Así que yo entiendo lo participativo como la única manera de asumirnos hoy en día, tal como dice Katherine Walsh “de abrir fisuras y grietas en los muros del poder” para desde allí proponer otros modos de saber, de ser, de estar y de vivir a los hegemónicos.
¿Finalmente, qué libro y qué filme recomiendan a los lectores de EL COMEJÉN?
Recomendamos leer Antología de relatos migrantes, resultado de nuestro trabajo colectivo, de venta en la librería La Social o en nuestra página web. Para oír, no ver, nuestra playlist diseñada por Nicolás Molina.