Close

¿Cómo cambiar el Congreso? Hablemos de listas cerradas o abiertas

No es lo mismo ser niña crecer viendo ciertos espacios exclusivamente femeninos y otros masculinos. La transformación de las mentalidades también pasa por ahí. Así, el argumento de la paridad me parece bastante determinante para inclinarse a favor de las listas cerradas + cremallera.

Elecciones en Colombia

Elecciones. Imagen de Ulrike Leone en Pixabay

Es generalizado pensar que el Congreso de Colombia es hoy uno de los factores del bloqueo político en Colombia. El desprestigio del Congreso, que debería ser la más importante de nuestras instituciones por ser el principal espacio de deliberación, es inmenso. Muchos de quienes componen esta institución representan intereses estrictamente privados. Están ahí para bloquear todas las propuestas de ley que beneficien a las mayorías, para enriquecerse mediante coimas muy bien planeadas, o para calentar el sillón y hacer lo que mande el jefe de turno. 

Para que el Congreso cambie, es necesario hacer una suerte de operación de alta ingeniería política. Es decir, una verdadera reforma, que toque aspectos como estos: 1) financiación de partidos y campañas puesto que las reglas actuales favorecen a los millonarios y penalizan a los ciudadanos que quieren participar en política sin ser mafiosos o millonarios; 2) modificar las forma de crear partidos y movimientos políticos ya que las reglas actuales favorecen a un puñado de partidos, por lo que se puede hablar de un sistema oligopólico; 3) democratización interna de los partidos en vista de que hoy los partidos funcionan como clubes privados; 4) reglas electorales que permitan ajustar las circunscripciones, especificar el tipo de listas, etcétera. 

En estos párrafos me quiero referir al ítem cuatro, y concretamente al que se refiere al tipo de listas. ¿La razón? Se viene discutiendo, por los lados de la izquierda colombiana, sobre la oportunidad, o no, de ir en lista abierta o en lista cerrada. Esta discusión está tomando cada día más fuerza en redes, pero participan esencialmente quienes son precandidatos. Se puede inferir que defienden uno u otro sistema porque velan por sus intereses. Yo escribo como ciudadana interesada por la cosa pública, como feminista, como politóloga y socióloga, pero sin ninguna pretensión de estar en alguna lista. Creo, de hecho, que este tipo de discusiones no deben ser dejadas solamente a los futuros candidatos al Congreso: nos conciernen a todos.   

Empiezo por explicar de qué se tratan estos dos tipos de lista, y luego diré porqué, en mi concepto, y a condición de tener unos partidos democráticos en sus reglas internas es preferible tener listas cerradas y cremallera. Vamos por partes: 

  1. Las listas abiertas o de voto preferente, son aquellas donde el elector escoge a su candidato. El partido X presenta sus candidatos, y yo escojo uno solo. 
  • En la práctica, en la campaña se enfrentan los integrantes de la lista entre sí, cada uno busca tener el máximo número de votos. 
  • Se observa que este tipo de voto favorece a quienes ya tengan un alto capital político, a quienes inviertan más dinero en propaganda y a quienes tengan un alto capital social, por ejemplo, un actor o influenciador famoso.
  1. Las listas cerradas son las que hay en la mayoría de los países democráticos. El partido presenta una lista, y yo voto por ella. No puedo intervenir en el orden de la lista, acepto lo que el partido ha decidido.
  • En este sistema, es muy posible que haya varios candidatos que yo no conozca porque ni son famosos, ni han invertido en publicidad para darse a conocer. 
  • Voto esencialmente porque confío en que esa lista va a defender unos ideales, los del partido que representarán. 
  1. Una lista cremallera es aquella donde hay una alternancia mujer/hombre/mujer/hombre/etcétera.
  • La lista cerrada puede ser cremallera o paritaria, o no serlo. Para corporaciones donde salgan al menos dos elegidos de la lista se da paridad al momento de la elección. En efecto, si resulta elegida solo una persona de la lista, y esa lista está encabezada por un hombre, se anula la paridad.  
  • La lista abierta puede ser cremallera, pero esto no garantiza nada puesto que el orden de escogencia lo determinan otras consideraciones, como he dicho antes. 

Para una corporación como el Congreso la lista cerrada cremallera es la única que garantiza paridad. Esta medida es mucho más eficaz que otras que existen, como las leyes de cuotas del 30%, en donde cada lista debe incluir un porcentaje -por ejemplo, 30%- de mujeres. Hoy en día, los partidos se las arreglan para cumplir con leyes de cuotas y decir que son igualitarios, pero eso no garantiza la paridad: ya sea porque las ponen en puestos con baja opción de ser elegidas en listas cerradas o porque las ponen a competir en listas abiertas donde llevan las de perder.

Si uno quiere cambiarle la cara del Congreso y abrirle el campo a la representación de las mujeres debe optar inmediatamente por la lista cerrada + cremallera. Este tipo de lista es hoy adoptado en todos los partidos en Francia, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. Es igualmente el mecanismo escogido por la izquierda española.  

En Colombia, aun dentro de la izquierda existen resistencias a la lista cerrada + cremallera. ¿Por qué? Hay, por un lado, un viejo lastre machista en la política. Recordemos por ejemplo lo que fue la Asamblea Constituyente de Colombia en 1991: de 74 miembros, sólo 4 eran mujeres. Es decir que la Asamblea que le dio nuevas reglas a los ciudadanos no planteó siquiera este tema. Peor, el anacronismo sigue estando vigente. Hoy, el partido de izquierda más prestigioso de Colombia, el Polo, no tiene a ninguna mujer elegida en el Congreso. 

Se puede alegar que la representación femenina no garantiza posiciones feministas. Es claro que no, pues ser mujer nunca ha sido sinónimo de ser feminista. La presencia de mujeres demuestra, simplemente, que las mujeres son tan capaces de copar esos espacios como los hombres. Es un principio básico de igualdad, y sus implicaciones no son meramente simbólicas. No es lo mismo ser niña crecer viendo ciertos espacios exclusivamente femeninos y otros masculinos. La transformación de las mentalidades también pasa por ahí. Así, el argumento de la paridad me parece bastante determinante para inclinarse a favor de las listas cerradas + cremallera. 

Ahora bien, el meollo de las listas en vista a la elección es lograr que sean el resultado de una decisión democrática. Una objeción que escucho a menudo contra las listas cerradas es que fulano (tal jefe) va a poner a su esposa o a tal amigote. Hay gente que desconfía de las listas cerradas porque no sabe qué gato encerrado contienen. La lista abierta, dicen, les permite al menos escoger a alguien honesto o que tenga méritos.  

Esta es una sólida objeción. Una lista cerrada + cremallera en donde las mujeres de la lista sean la cónyuge del diputado o la “ficha” del gamonal, enfurece. Con respecto a esta objeción, lo único que se puede exigir es que los partidos de izquierda se acojan a reglas democráticas. Es decir, donde los militantes, y no solo los jefes, tengan voz.  Donde para decidir la  lista se escuche a las bases y sus propuestas. Donde no dé más puntos inundar de trinos las redes sociales que hacer un trabajo concienzudo.

¿Es mucho pedir? Es posible que sí. 

El sistema electoral colombiano se aparenta más a un gran mercado de pesos pesados que a un foro de ciudadanos que confrontan libremente sus ideas. Hay viejos y malos hábitos que son difíciles de modificar. Hay formas de hacer las cosas que parecen ancladas en la psique. Además, la izquierda lleva varios años fraccionada en micro tendencias, y las listas cerradas implicarían ponerse de acuerdo y cantar al mismo son. ¿Podrían los partidos de izquierda adaptarse a las exigencias actuales en términos de representación? ¿Y, para empezar, ser paritarios? 

El paro ha mostrado el anhelo de cambio en la gente. Este cambio pasa por introducir más democracia y más paridad dentro de los partidos. Pienso que las listas cerradas + cremallera, sumadas a un proceso pedagógico sobre lo que representa esta forma de hacer política, pueden ser una oportunidad para renovar parcialmente las fuerzas de izquierda en el Congreso, y la forma de hacer política. 

Doctora en sociologia. Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Investigadora asociada Urmis, Universidad Paris Diderot. Publica en revistas y prensa, y en sus dos blogs: ojo de perdiz (feminista, político, literario) y el más académico kaleidoscope (género, migraciones, violencia).

scroll to top