Close

La libertad, el caballito de Troya de Díaz Ayuso

Sin ninguna duda posible, el uso de la palabra libertad que hace Díaz Ayuso es superfluo, confuso y por lo tanto engañoso. Que no nos venda humo. 

Imagen de Jon Tyson on Unsplash

Imagen de Jon Tyson on Unsplash

Cada vez que Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, menciona la palabra “libertad” he de decir que me tiembla el pecho, el paisaje se me nubla, comienzo a ver todo muy difuso. Veo en sus ojos algo que corresponde más a la tiranía que a lo libertario. 

Que Haruki Murakami venga y nos responda de qué hablamos cuando hablamos de libertad. 

Libertad sea, quizá, ser capaz de sacudirse el propio infierno de la tiranía individual. 

Libertad sea, quizá, tener la posibilidad de dar la vuelta, doblar las velas, poder cambiar de camino cuando ya no queda nada. 

Libertad sea, quizá, ser capaz de ver al otro y a la otra despacio, de contemplarles, de entenderles. Y no tener que decir nada. Y ser capaz, también, de no hacer, como Bartleby el escribiente. “Prefiero no”. Integrar la nada al todo. Integrar el ocio a esta sociedad del cansancio de la que habla el filósofo coreano Byung-Chul Han y tener la posibilidad de dejar que las cosas canten y se sorprendan de ser miradas y entender que no existe diferencia entre una cosa y la otra, que no hay división posible en este mundo circunstancial. 

Hiparquía, filósofa griega del 350 a.C. perteneciente a la escuela cínica, escritora de libros que no conocemos, seguidora de los fuertes filósofos perros, caminaba descalza, vestía harapos y se apoyaba en un bastón debajo de la tierra que ella, libre, pisaba “tengo la dura tierra en vez de un lecho. Soy dueña de mi vida para saber tanto y más que las ménades para cazar” Gilles Ménage (2009). «Historia de las mujeres filósofas». Herder.

Hipatía de Alejandría, nacida en Egipto en el siglo IV d.C., hija de Teón, filósofa, matemática, astrónoma y maestra neoplatónica griega, cuya vida estuvo entregada por completo al pensamiento y a la enseñanza, fue quizá la primera mártir de la misoginia, de cuyo linchamiento a manos de una turba de cristianos es responsable San Cirilo. A San Cirilo la envidia lo sobrepasó y su crimen nunca fue castigado. Honestamente no sé qué diría Hipatía de Alejandría acerca de la libertad. Quizá no haya existido una mujer más libre que ella y ese tipo de libertades resultan insoportables para muchos buenos cristianos.

Para María Zambrano, pensadora, filósofa y humanista del siglo XX, de origen malagueño, la libertad era, sobre todo, una búsqueda que iba unida a la razón alternativa e integradora, es decir, razón poética, y que ponía como sujeto principal al pueblo. 

“Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que sea la libertad nuestra propia sustancia” decía Simon de Beauvoir, filósofa y pensadora del siglo XX, de origen parisino, que luchaba por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Para Beauvoir, las mujeres desde la entrada, es decir, desde el nacimiento perdían libertad debido a su condición femenina que les obligaba a ser reducidas a objeto sexual de los hombres y, en este sentido, la pensadora sostenía que la libertad tenía que ver con una revolución personal, con una experiencia y un conocimiento profundo de sí misma.

Hannah Arendt, nacida en 1906, escritora y teórica política alemana nos habla, por su parte, de la libertad política, una libertad que va más allá del pensamiento individual, de la introspección o de la voluntad individual. La libertad política camina hacia lo público, hacia la posibilidad de tomar acciones en un espacio que es de todos. Volvemos al otro, al espacio común, a lo que compartimos, gústenos o no, eso que llamamos casa, calle, barrio, ciudad, país, mundo. Entender que no estamos solos, que somos con las otras y los otros en una esfera del ser en común. 

Simon Weil, filósofa, activista política y mística francesa, nacida en París en 1909, sostiene que la libertad nada tiene que ver con la satisfacción de los deseos ni con la posibilidad de obtener fácilmente aquello que quieres, sino más bien con una sabiduría común. En su definición de libertad volvemos a la relación entre pensamiento y acción y su vínculo con la existencia del otro. Libertad no es entonces llevar a cabo acciones arbitrarias que no proceden de ningún juicio y que no pueden, por tanto, llamarse libres.

Lou Andreas Salomé, escritora, filósofa y psicoanalista rusa luchaba, sobre todo, por una libertad intelectual y, en fin, yo me pregunto, desde mi cómoda ignorancia ¿Qué sabe Díaz Ayuso de libertad? 

Para la actual presidenta madrileña, según sus propias palabras, libertad es algo que se opone al comunismo y es también defender la tauromaquia. Libertad para ella es pelear, luchar, sufrir, pagar muchos impuestos, poder tomarse una cerveza en las terrazas de Madrid sin encontrarse con los exnovios y comprar y consumir lo que a uno le dé la gana. Sin ninguna duda posible, el uso de la palabra libertad que hace Díaz Ayuso es superfluo, confuso y por lo tanto engañoso. Que no nos venda humo. 

Si los deseos irracionales pueden dominar a los deseos racionales, estaríamos hablando justo de lo opuesto a la libertad.

Nació en Colombia en un barrio obrero de Medellín, Colombia, llamado Castilla. Estudió con las monjas del Rosal, una institución católica, moralista y opresiva que, en principio, no fue disonante con su carácter tímido. Administradora de empresas y psicóloga en la Universidad de Antioquia. Al cumplir veinte años muere su padre, un líder comunitario, desde entonces su vida está destinada a ser otra cosa. Sus cuatro libros publicados son un relato emocional de la forma en que vive, siente y se relaciona con el mundo y sus gentes. 

scroll to top