En 2014 vivía yo en Argentina, un hermoso país que me abrió sus puertas, su cultura y sus costumbres. Recuerdo que cada vez que conocía a alguien lo primero que me preguntaban al escuchar mi acento era: ¿De dónde eres? y yo muy orgullosa respondía: ¡Soy de Costa Rica! La mayoría ni idea tenía dónde quedaba mi país y entonces terminábamos en largas conversaciones que a veces parecían más un cuestionamiento sobre aquel pequeño país de Centroamérica que cabía seis veces en la capital de Buenos Aires.
También conocí a argentinos que habían visitado mi país y que se enamoraron de sus playas, su clima, su color verde en la naturaleza, el carisma de los ticos y nuestra frase “pura vida”.
Conocí personas que me decían: “Cuando yo me jubile me quiero ir a vivir a Costa Rica y terminar mis últimos años de vida en la tranquilidad y paz de tu país”. Curiosamente no era la primera vez que algún extranjero me expresaba eso mismo, ese deseo y sueños de terminar viviendo en mi país por el encanto que habían encontrado en estas tierras.
Les llamaba mucho la atención el que Costa Rica fuera un país sin ejército, un país donde la flora y la fauna encierra una riqueza única, un país tan chiquitico que la idea de vivir acá se les hacía acogedora, maternal y segura.
Entonces claro, para mí era un orgullo que me hacía tener una sonrisa permanente mientras escuchaba las cosas tan hermosas que expresaban de mi país.
Cuando regresé a finales del 2015 sabía muy bien que mi país seguía siendo el mismo pero que yo había cambiado. En Argentina conocí a personas que me abrieron los ojos en temas políticos, como no olvidar las tardes de café con exquisitas conversaciones con mis amigas Beatriz, Silvia, Silvina, ir a marchas acompañando a las Abuelas de Mayo, visitar grupos anarquistas, conocer gente activista, pasearme por la 9 de Julio y comprar libros con temas políticos, de historia o arte.
Me di cuenta que yo había crecido en un país maravilloso ante los ojos del mundo, un país perfecto para jubilarse, un país que abraza y da refugio, pero a la vez un país con gobiernos que nos hizo ciegos ante ciertos temas sociopolíticos y que esa inocencia hizo que se aprovecharan para sus beneficios corruptos y sucios.
¿Qué pasó contigo Costa Rica, dónde está el “Pura vida”?
Después de las elecciones del pasado domingo 3 de abril hay un antes y un después. Quedó electo un presidente con una aprobación de un 29.5% , donde él mismo en su discurso dijo: “No será fácil gobernar porque no tengo la aprobación del pueblo costarricense y es algo que tengo que ganarme”, al menos él reconoce que no fue elegido por gracia, sino que el abstencionismo tan marcado de un 42.5%, más los votos nulos y en blanco le dieron el gane. Tampoco quiero dejar pasar que se enfrentaba a un candidato que parece después de todo que los ticos no tenemos tan mala memoria y no olvidamos lo que él nos hizo, ya que cuando Figueres fue presidente en 1994-1998 fue en su gobierno donde se aprobó el impuesto único a los combustibles y por supuesto el tema de corrupción Alcatel.
Al nuevo presidente electo, Rodrigo Chaves, ex ministro de Hacienda por tan solo 184 días después de que el presidente Carlos Alvarado le pidiera su renuncia, le juega en contra su historial sobre acoso a mujeres. Además, el poco tiempo que fue ministro tuvo diferencias muy marcadas con el actual gobierno, haciendo su paso como ministro muy polémico, donde sin autorización quiso imponer un impuesto a los salarios mayores a los 500 mil colones, también hizo pública una carta donde pedía el veto de una ley aprobada por la Asamblea Legislativa que excluía a las municipalidades de una regla fiscal. Por otro lado, sus discursos machistas donde expresó que gobernar un país era como un matrimonio donde uno es el que manda y el otro el que obedece, y se sabe que es un poco prepotente y que el diálogo no es una cualidad fuerte en él por lo que algunos han expresado que tiene características de un dictador.
Este nuevo gobierno agarra un país que fue líder en el ranking global de felicidad 2018-2020 en América Latina y con un fuerte activismo ambiental, pero con una crisis financiera y social preocupante ya que debido a la pandemia aumentó el desempleo 14,4% en el 2021, la pobreza 23% en 2021 y una deuda pública equivalente al 70% del PIB.
Costa Rica hoy en día es uno de los países con el precio de los combustibles más altos de Latinoamérica y a eso le sumamos el alto costo de la vida donde tiene a los costarricenses preocupados y con una incertidumbre permanente de qué irá a pasar porque el dinero no alcanza.
Decía en estos días un analista político que Costa Rica se está ubicando como un país de dos extremos: clase alta, millonarios; clase baja, pobreza extrema; y la clase media poco a poco irá desapareciendo, se ubicará en alguno de esos dos puntos.
Me gustaría volver al 2014 y tener de nuevo la certeza que tenían aquellos argentinos de que Costa Rica puede ser el país soñado para jubilarse, que puede seguir siendo un país seguro, solidario e igualitario.
No puedo decir que hoy tenemos un presidente que nos representa, pero ahí está y fue elegido y sí deseo que a pesar de lo negativo logre hacer un buen gobierno por el bien de este pequeño país que cada día se está hundiendo en manos de políticos corruptos que olvidaron el por qué fueron elegidos.