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El día que conocí a Fidel

Fidel en nuestro primer encuentro en el Hotel Palco, nos diría: “Ni siquiera Gabo, con su realismo mágico, habría imaginado que unos presos sentenciados por terrorismo, con lo que significa hoy ser catalogado como terroristas, sean excarcelados para ir a otro país a hablar de paz, y mucho menos para venir a Cuba, esto no sólo es inédito, es insólito“.

Fidel conversando con Carlos Velandia Jagua, ex dirigente del ELN conocido como Felipe Torres

Fidel conversando con Carlos Velandia Jagua, ex dirigente del ELN conocido como Felipe Torres

Sabía que en algún momento lo vería, pero no pensé que estaría con él durante tanto tiempo, esperaba que en algún momento, entre sus múltiples ocupaciones de Jefe de Estado, y líder de la revolución, pasara por el Centro de Convenciones del hotel Palco, a saludar a cerca de 200 colombianos que fuimos invitados a participar en la Cumbre por La Paz de Colombia, organizada por un tándem de plataformas de paz y de derechos humanos, para examinar las posibilidades de un acuerdo de paz, en las postrimerías del gobierno de Andrés Pastrana Arango. Eso fue en la última semana del mes de enero de 2002.

Junto con Francisco Galán habíamos sido excarcelados temporalmente, para participar en la Cumbre, pues el Comando Central del ELN nos había incluido en la delegación entre los que estaban los comandantes Oscar Santos, Ramiro Vargas y Milton Hernández.

Se había generado gran expectación sobre nuestra llegada, porque no era muy común que militantes guerrilleros presos, declarados por el gobierno como terroristas, tuvieran un salvoconducto para salir del país, y menos para participar en una reunión en un país socialista. De hecho se habían tejido toda suerte de especulaciones e incluso de apuestas, se decía en  círculos de opinión y de ciudadanos del común “esos no vuelven”, o “allá pedirán asilo”, o “muy pendejos si regresan”.

Pero habíamos hecho un compromiso institucional y personal, lo cual nos obligaba moral y éticamente a honrar la palabra; debíamos volver, por tentadora que fuera la ocasión. Recuerdo que entre los primeros comentarios que nos hizo el Comandante Fidel, cuando nos saludamos en el Hotel Palco, fue una advertencia entre broma y en serio, dijo “Si piensan quedarse aquí hay mucho boniato por sembrar”, en una admonición clarísima y directa sobre lo que podría pasar. Pero más allá de “sembrar boniato”, es que un acto de esa naturaleza de nuestra parte, aunque pareciera lógico, e incluso aunque algunos pudieran pensar que era normal que los revolucionarios tenían el derecho y el deber de alcanzar la libertad, por los medios que fueran; echaría por tierra toda posibilidad de hacer la paz mediante negociaciones, en donde la palabra es la que tiene el más alto valor, y la confianza es fundamental a la hora de suscribir acuerdos. Además habríamos roto un compromiso personal en el que habíamos empeñado no sólo la palabra, sino también el honor. La libertad por esa vía tenía un altísimo costo que resultaba impagable, como la deuda externa.

Un moderno avión Tupolev de Cubana de Aviación, nos llevó del aeropuerto El Dorado de Bogotá al aeropuerto José Martí de la ciudad de La Habana. Íbamos acompañados por dos guardias del INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario), que de manera simbólica nos recordaban nuestra condición de presos. Iban vestidos con trajes de civil, al que no estaban habituados, lucían nerviosos y al mismo tiempo contentos. No acostumbraban a usar corbata, así que no sabían anudarla, por lo que terminé haciendo sus nudos y acomodando las corbatas alrededor de sus cuellos. Los guardianes, un capitán y un teniente, habían sido asignados en esta misión, por la dirección penitenciaria como parte de un reconocimiento a sus carreras, pero también lo había consultado con nosotros, por razones de confiabilidad y seguridad. Se sentían muy motivados, era la misión más importante de sus vidas y soñaban con hacerse una foto con Fidel, lo cual lograron gracias a la generosidad del Comandante, quien les dedicó un par de minutos para saludarlos de mano y preguntar por sus familias.

Nos acompañaban en el viaje delegados de La Cruz Roja Internacional, altos funcionarios de las embajadas de España, Francia, Noruega, Suiza y Cuba, integrantes del llamado Grupo de Países Amigos, que se había constituido para hacer el acompañamiento al proceso de paz con el ELN. Si bien en este grupo no existían jerarquías, destacaba el liderazgo del embajador  español Yago Pico de Coagna, un experimentado diplomático de carrera, que a su vez gozaba del reconocimiento de la comunidad diplomática destacada en Bogotá como el “decano” de los embajadores, no solo por ser el de mayor edad entre ellos, sino por su probidad, experiencia, su don de gentes y su compromiso personal con la paz de Colombia. También nos acompañaba un miembro de la Comisión Facilitadora De Paz De Antioquia, el señor Gustavo Villegas, quien había sido encomendado en esa misión por el Alto Comisionado para La Paz, Camilo Gómez Álzate,

En el mismo vuelo viajaba un buen número de delegados de la sociedad civil a la Cumbre, entre ellos el Gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, quien me reservó una silla a su lado, porque quería conversar conmigo sobre algunas situaciones sobre la paz y el conflicto en su departamento. Acepté gustoso hacerme a su lado, pues ya habíamos intercambiado un par de notas utilizando los canales de la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, los señores Juan Diego Granados y Gilberto Echeverría Mejía.

Guillermo Gaviria estaba posicionado en el departamento y en Colombia un discurso fundamentado en la Noviolencia, desde la experiencia y práctica de Gandhi. No dejaba de resultar un tanto exótico, que un gobernante regional abrazara esta causa e intentará abrirse espacio con ella, y la verdad es que lo estaba logrando; la convocatoria y realización de un Congreso Internacional de la Paz y la Noviolencia en Medellín, fue un hecho histórico que atrajo las miradas del mundo sobre una de las ciudades más golpeadas y martirizadas por todas las violencias. Aunque desde la academia, la política y las insurgencias se vertieran opiniones de escepticismo cuando no de desconfianza, sobre los esfuerzos de este Quijote del nuevo siglo.

Guillermo era un hombre de ideas claras y convicciones sólidas, creía que la pedagogía social, la educación desde la familia eran fundamentales en la construcción de una paz duradera. Sentía gran preocupación por la violencia desatada en los municipios del Oriente, del Nordeste y Bajo Cauca Antioqueño, territorios de fuerte presencia del ELN y del paramilitarismo, que golpeaba duramente a las comunidades al tiempo que impedía la gobernanza de los mandatarios locales. Insistía en que debíamos realizar esfuerzos por generar un clima de convivencia en medio de las diferencias, y que se debía producir iniciando con un desescalamiento de las hostilidades y la violencia. Él estaba dispuesto a promover actos recíprocos por parte del Estado. 

Decía, que si la guerrilla desescalaba el conflicto, se abrirían márgenes importantes de participación en el diálogo social, y que este a su vez revertiría en legitimidad para la salida negociada. Y no estaba equivocado, ese es exactamente el camino más expedito para instalar un escenario de diálogos de paz, con el apoyo social indispensable. Al final de nuestro viaje quedamos con unos compromisos básicos para explorar posibilidades, en las que eventualmente podrían vincularse personas como un hijo del mártir de la Paz y Nóbel de Paz Martín Luther King, en labores auspiciosas para La Paz de Colombia, al igual que el señor Manuel Conde Orellana, a quien Guillermo Gaviria consultaba, desde la administración del gobernador Builes, quien lo trajo desde Guatemala para que lo asesorara en asuntos de paz.

Finalmente aterrizamos en el aeropuerto José Martí de la ciudad de La Habana, me despedí de Guillermo y otros viajeros conocidos que asistirían a la Cumbre de Paz, y fuimos sacados por personal de seguridad del Estado Cubano y llevados por otros pasillos del aeropuerto, distintos a los que deben transitar los turistas y demás viajeros para pasar por inmigración. Nuestros pasaportes fueron sellados en un procedimiento abreviado y trato amable de los funcionarios de inmigración.

Un reluciente automóvil Mercedes negro de los años 50 nos esperaba para llevarnos hasta un centro residencial llamado El Laguito, en las afueras de La Habana que antes se llamaba Miramar y hoy nombran como Cubanacan. Son casas de antiguos ricos, en su mayoría ex propietarios de ingenios azucareros y dueños de casinos, durante los años 40 y 50; que fueron expropiadas y puestas al servicio del Ministerio de Exteriores, en las que alojan personal diplomático y visitantes ilustres. Allí estaba alojada la delegación del Gobierno liderada por el Alto Comisionado para la Paz Camilo Gómez Alzate, entre quienes se encontraban la periodista María Alejandra Villamizar, Juan Ricardo Ortega, un prestigioso economista experto en finanzas públicas, y Gustavo Villegas, empresario que hacía parte de la Comisión Facilitadora para la Paz de Antioquia.

Estaba también la delegación del ELN, encabezada por el comandante Ramiro Vargas, Oscar Santos y Milton Hernández, a la que nos sumamos. Ocupé una habitación que me tenían asignada con una amplia ventana con vista hacia una piscina rodeada de palmeras y amplios prados. El clima era fresco y solo se oía el trinar de los pájaros y de vez en cuando el silbo de algunas de las personas que trabajaban como cocineros y personal de servicio del conjunto residencial.

El bullicio lo pondríamos nosotros, en medio del alborozo del encuentro. Luego de degustar un espirituoso mojito que me supo a gloria, pues en la prisión no está permitido consumir licor, y el producido clandestinamente por los presos comunes, que llaman Chamberlan sabe a diablo y produce ceguera.

El hotel Palco estaba abarrotado, entre los colombianos que habían viajado para asistir a La Cumbre por la Paz de Colombia, numerosos turistas provenientes principalmente de Canadá y ciudadanos cubanos procedentes de otras provincias, que participaban en eventos de su rama de producción. Era un bullir de gente en medio de un caos bien organizado, cada quien tenía una asignación de habitación, y una sala para sesionar. El hotel Palco había sido construido por la revolución, para satisfacer la inmensa demanda de eventos y convenciones que se realizaban en la isla; era regentado por un ministerio y estaba al servicio del Gobierno, del partido y de los numerosos órganos del poder, pero también se llevaban a cabo convenciones y congresos internacionales.

Los colombianos tenían asignada un sector del hotel que incluía habitaciones, salón de sesiones, salas de trabajo, comedor y acceso a todos los equipamientos que ofrecen los hoteles cinco estrellas, como solárium, zona húmeda, bar, restaurantes y un mini centro comercial hecho y dotado para los extranjeros, había allí también una oficina de cambio de moneda, en la que se convertían los Dólares y los Euros en CUC, una moneda especial que tenía una equivalencia de 1 a 1 con el Dólar estadounidense. Cada CUC, a su vez equivalía a 24 Pesos cubanos, con los cuales se podía acceder a mercaderías y servicios al igual que los cubanos.

Nuestro arribo al Hotel Palco, fue celebrada por la mayoría de los concurrentes a la Cumbre, porque era una muestra fehaciente del gobierno de Andrés Pastrana Arango de querer avanzar en el proceso de paz con el ELN. Que dos jefes guerrilleros fueran excarcelados transitoriamente, para asistir a un evento internacional, no tenía antecedentes en el mundo. Quizás lo más parecido había ocurrido en Irlanda, en las negociaciones del gobierno británico con la guerrilla urbana del Ejército Republicano Irlandés – IRA, cuyos portavoces y negociadores estaban en las cárceles, y eran excarcelados transitoriamente para ser llevados a los lugares donde se llevaban a cabo las negociaciones, pero estas fueron al interior del país.

En nuestro caso ya habíamos salido de prisión y regresado a ella en cuatro ocasiones, la primera cuando fuimos a una zona guerrillera en la región de Rioverde en el Oriente Antioqueño, para participar en la Reunión para preparar la Convención Nacional. La segunda cuando se nos encargó a los voceros políticos representar al ELN en la ceremonia de liberación de una cincuentena de soldados y policías prisioneros, en manos de los Frentes Guerrilleros del Nor-Oriente colombiano. La tercera. La tercera fue para participar en El Encuentro Nacional para un Consenso Nacional de Paz en Ginebra – Suiza, y la cuarta fue el encuentro nacional de paz en San José de Costa Rica.

Todas nuestras salidas estuvieron rodeadas del morbo de la excarcelación, pero más aún el generado por la expectativa de si regresásemos o no a la prisión a terminar de purgar nuestras condenas. incluso en las cárceles se hicieron apuestas, en las que los jefes de las mafias se jugaron importantes sumas de dinero.

Estas experiencias, años después, serían fuente de inspiración para que Vicenç Fisas Armengol, Director y fundador de la Escola de Cultura de Pau de la Universitat Autónoma de Barcelona, hiciera recomendaciones al gobierno Turco para vincular al histórico líder del Partido Comunista Kurdo – PKK, Abdullah Ocalan, quien estaba preso desde que fuera capturado por la inteligencia turca en el aeropuerto de Nairobi – Kenia, en febrero de 1999, a los diálogos y negociaciones de paz, con la organización política y militar que lidera las luchas del pueblo Kurdo, por su reconocimiento como nación y su derecho a tener un país en los antiguos territorios del Kurdistán, que hoy ocupan Turquía, Siria, Irán, Irak y una porción enclavada en Armenia, en la península de Anatolia.

Incluso el Comandante Fidel en nuestro primer encuentro en el Hotel Palco, nos diría: “Ni siquiera Gabo, con su realismo mágico, habría imaginado que unos presos sentenciados por terrorismo, con lo que significa hoy ser catalogado como terroristas, sean excarcelados para ir a otro país a hablar de paz, y mucho menos para venir a Cuba, esto no sólo es inédito, es insólito“.

Nuestra llegada a la Habana no dejaba de ser tomada como signo de buena voluntad de las partes y de la sociedad civil, sino como símbolo de buen augurio, pues tanto esfuerzo invertido solo debía ser recompensado con el éxito. Sentíamos el peso de la responsabilidad que esto conllevaba.

Habíamos recibido de parte de nuestra organización, una misión, la de representar al ELN en conversaciones de paz, que no es otra cosa que la de hacer el mayor y mejor de los esfuerzos por poner fin a la guerra y pactar las condiciones básicas para que la sociedad construya la paz y la justicia social. De ese modo lo entendimos y sentimos, de ahí que cualquier situación bélica que se produjera en el marco del conflicto, tenía un impacto demoledor en nuestra labor. En más de una ocasión sentimos que los actos bélicos del ELN, nos hacían retroceder varios pasos; pero nos reponíamos y continuábamos en la brega. Con Francisco Galán nos decíamos, es como la condena de Sísifo: cuando ya hayamos subido la roca a la cima, está rodará hasta el fondo, pero no hay más remedio, tendremos que volver a empezar.

La tenacidad, la perseverancia, la paciencia, la resistencia, la terquedad, y la esperanza, son palabras con significados de la misma estirpe; sin ellas no es posible conquistar la paz, que ha sido tan esquiva, a pesar de haber estado tan cerca de lograrlo.

De esperar y perseverar sí que sabía nuestro anfitrión, el Comandante Fidel, y así nos lo recordó en el primer encuentro que sostuvimos, cuando llegó al Hotel Palco a saludar a los colombianos que habíamos acudido a ese país en el empeño de avanzar hacia la paz definitiva. Se levantó un murmullo como el de un enjambre de abejas, “ahí llegó” decían unos mientras todos volteábamos a mirar en dirección a la entrada de un gran salón de recepciones. Al fondo se veía sobresalir la cabeza de Fidel. Sonriente saludaba de mano a unos y otros. Debió preguntar por los comandantes guerrilleros presos que recién habían llegado, porque el Representante a la Cámara, el antioqueño Benjamín Higuita, señaló en mi dirección y acompañó a Fidel quien con zancadas largas y con los brazos abiertos, llegó hasta mí. Me abrazó y puso sus manos en mis hombros al tiempo que inició una corta disertación al oído de todos, en la que recordaba sus años de cautiverio en la prisión de Isla de Pinos, en la que escribió su defensa política y jurídica “La Historia Me Absolverá”, luego de ser puesto preso y llevado a juicio por la justicia del régimen de Fulgencio Batista, tras la toma fracasada de los cuarteles Moncada y de Bayamo, el 26 de julio de 1953. “Nunca en mi vida he leído tanto como en aquellos años, leía con voracidad”. Me preguntó en qué me ocupaba en la cárcel, le dije que leer, estudiar y participar en reuniones de paz, a lo que agregó: “Hacer la paz obliga a leer y estudiar mucho, porque es la actividad que con más sentido de responsabilidad debe encararse, requiere preparación, pero por sobre todo lo que más se necesita es voluntad”. Escuchaba con agrado sus palabras, frente a las cuales solo atinaba a asentir con la cabeza y decir “sí, así es, gracias Comandante”.

Se giró hacia Francisco Galán quién se había sumaba al corrillo, traído por Benjamín Higuita. Nos dio la bienvenida, nos auguró grandes éxitos en la Cumbre y finalmente nos preguntó cuando regresaríamos, a lo que Francisco le respondió que nos quedaríamos un par de días más después que terminara la Cumbre, y regresaríamos a la prisión; a lo  que dijo mientras se sobaba la barbilla con su mano derecha, “Hay que cumplir los compromisos adquiridos, hay que cumplir la palabra dada, no solo porque es de caballeros hacerlo, porque es lo más preciado que tenemos los revolucionarios, la palabra”. Se despidió con un “nos veremos luego”, hizo un movimiento de molinete con sus manos dando a entender que sería en la mañana siguiente y siguió saludando a los demás asistentes a la Cumbre.

Todos querían estrechar su mano y hacerse una fotografía con “El Comandante”, definitivamente era muy popular y atrayente. Su alta estatura, sus buenas maneras, su voz baja pero audible y el movimiento de sus manos, de dedos largos como pianista, atraían a la gente que terminaban por arremolinarse a su rededor. Todos escuchaban, algunos grababan sus palabras, nadie osaba interrumpirlo, salvo uno que otro se atrevía a hacer alguna pregunta, la que respondía con gentileza y mirando a los ojos a quien la hacía. Sus respuestas, siempre muy asertivas y sesudas, que daba la impresión de que tenía una respuesta preparada para cada pregunta. Era de una velocidad de respuesta, en la que no había ni economía de palabras pero tampoco exceso. Las respuestas eran satisfactorias, aunque hubiese alguien que no las compartiera.

Al día siguiente en la inauguración de la Cumbre por la Paz para Colombia, estaba allí a la entrada del gran salón de sesiones, saludando de mano a quienes iban ingresando; hacía muy bien su papel de anfitrión al tiempo que enviaba un mensaje inequívoco de la importancia que él y Cuba daban a la paz de Colombia; aunque también su presencia era simbólica habida cuenta que el nacimiento del ELN se había dado en Cuba, no porque fuese una decisión de los cubanos, sino porque allí estuvo en 1962 un grupo de jóvenes colombianos que integraban una brigada “pro-revolución”, la cual llamaron José Antonio Galán, y entre los cuales se encontraban los que posteriormente fundarían el ELN al regresar a Colombia. 

Además era innegable la conexión del ELN con la revolución cubana, tanto en sus orígenes como en sus formulaciones ideológicas y en su estrategia militar. La “teoría del foco” planteada desde los comienzos de la revolución cubana por el Che Guevara, además de las grandes consignas de “continentalidad de la lucha revolucionaria”, “Contra el imperialismo norteamericano crear dos, tres muchos Vietnam”, “la lucha armada es la partera de la historia”; inspiraron y estimularon a los revolucionarios latinoamericanos a la creación de grupos guerrilleros desde el Sur del Río Bravo hasta la Patagonia., dando con ello inicio a la lucha revolucionaria guerrillera en toda América Latina, no quiere decir que antes no hubiese habido guerra de guerrillas, solo que desde los años 60 y al abrigo de la revolución cubana, emergieron las luchas guerrilleras revolucionarias.

Fidel ya conocía a algunos de los asistentes, a los que saludaba con mayor deferencia, entre ellos a Antonio Navarro Wolff, a María Emma Mejía a la periodista Patricia Lara, a María Alejandra Villamizar de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, al magistrado Carlos Gaviria Diaz, presidente de la Corte Constitucional, al gobernador indígena del Cauca Floro Tunubalá, a quien le dedicó varios minutos en una animada charla, que los presentes observaban con deleite. Fidel se interesaba por saber la diferencia entre un Gobernador de un resguardo y un Gobernador de departamento; y Floro que detentaba ambos cargos y dignidades se despachó con un corto discurso en el que mencionó varias veces la Constitución de 1991. También tuvo una conversación animada y en tono de conocidos con el empresario antioqueño Nicanor Restrepo Santamaría. El  Comandante terminaba los saludos deseando éxitos en el desarrollo de la Cumbre, para lo cual recomendaba voluntad y determinación, “sin las cuales el esfuerzo será vano”.

No faltó quien le preguntara si nos iba a acompañar durante la Cumbre, a lo que el Comandante respondió, “Ya lo estoy haciendo, toda Cuba lo está haciendo, pero la paz en Colombia solo la hacen ustedes mismos, es responsabilidad indelegable de los colombianos; a lo sumo nosotros podremos brindar apoyo, un buen consejo, siempre que nos lo pidan, ahí estaremos. Arbesú va a estar todo el tiempo aquí con ustedes, como observador, y listo para ayudar en lo que necesiten.”; se refería a José Arbesú Fraga, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, experimentado diplomático y hombre de confianza de Fidel.

Las sesiones de la Cumbre se iniciaron con los discursos oficiales del Gobierno Colombiano, del ELN y la lectura de ponencias presentadas por distintos sectores de la sociedad; al día siguiente la Cumbre sesionó en comisiones temáticas de trabajo para diseñar propuestas, que fueron puestas en común en la sesión plenaria del tercer día; que cerró con la lectura de conclusiones, recomendaciones y la declaración oficial final.

En las pausas entre una reunión y otra, aproveché para conversar con numerosas personas, entre ellas recuerdo de manera especial al Teniente General Luis Alejandre del Ejército de España, Comandante de Región Militar Pirenaica, quien había sido invitado a la Cumbre por haber dirigido la Comisión de la ONU que hizo la evaluación de la “Zona de Encuentro”, que el ELN propuso para establecer allí, en territorio colombiano la sede de los diálogos de paz.

Cinco años después, en 2007, y ya en libertad lo vi de nuevo, esta vez en su casa de Menorca, una de las Islas Baleares en medio del Mediterráneo; fui a visitarlo junto con el académico Vicenç Fisas Armengol, mi tutor y protector durante mi exilio en España, y quien me acogiera en la Escola de Cultura de Pau de Universitat Autónoma de Barcelona. Queríamos consultar con él una propuesta que veníamos diseñando, para un eventual proceso de diálogos y negociaciones de paz en Colombia, en el que se debía tener muy claro el momento y modo para efectuar la localización y agrupamiento de las fuerzas guerrilleras del ELN. El General tenía una vasta experiencia en estos asuntos, toda vez que había actuado en distintos procesos de paz.

El encuentro fue grato y en términos muy cordiales, ya que entre Vicenç y el General había una amistad de años; conmigo era más reciente y recordamos nuestro encuentro en La Habana al abrigo de unos espirituosos mojitos.

Volviendo a la Cumbre, otra persona que recuerdo es al Padre Matteo Zuppi, de la Comunidad de Sant Egidio, quien junto con Ricardo Canelli, estuvieron presentes en la Cumbre. A Canelli ya lo conocía, creo que fue el “explorador” que la Comunidad envió a Colombia a ofrecer sus buenos oficios para la paz. La Comunidad de Sant Egidio, muy cercana al Vaticano, ha realizado misiones de facilitación, mediación y acompañamiento a procesos de paz y situaciones de crisis humanitarias en distintos países de África, Oriente Medio y Asia; labor que realiza con gran discreción y profesionalismo, con la “bendición” papal pero sin comprometer la diplomacia vaticana.

Canelli nos había visitado en prisión, traía un mensaje de ofrecimiento de los servicios de su Comunidad, además de una exposición muy completa sobre su rol en materia de paz en distintos lugares del mundo. Toda esa información la transmitiríamos posteriormente al Comando Central.

El Padre Matteo, un hombre que no pasaba desapercibido, aunque su comportamiento fuera discreto y modesto. Alto, delgado, nariz larga y aguileña, ojos claros, y vestido informal; parecía más un agente vendedor de seguros que un hombre que se moviera con solvencia por los aposentos vaticanos. Un hombre de hablar pausado y claro, las palabras le salían como escogidas del diccionario de la RAE. La ponencia que presentó a la Cumbre es prolija de un lenguaje preciso y noble, propio de quien quiere ser interpretado de manera adecuada y positiva, pues al fin y al cabo es lo que hacen los diplomáticos, construir cercanías y tender puentes.

Conmigo tuvo un trato de gran consideración, se interesó por mi vida en prisión y me hizo contarle como era un día cualquiera en la cárcel, antes de tratar cualquier otro asunto. Me contó que tenía una especial cercanía con Nelson Mandela, a quien conocía, por el trabajo común en la mediación de la paz en Burundi. Me dijo algo que me impresionó mucho: que le parecía que había personas nacidas casi para el sacrificio; que obviamente esto no es así, pero que su actitud estoica y resistente ante la vida y las adversidades, hacía verlas como predestinadas. Que este era el caso de Mandela, a quien describió como un hombre sabio, noble y recio al mismo tiempo, tres características que se combinaban perfectamente en él: la sabiduría le permitía elegir entre las opciones la mejor, la nobleza le permitía estar siempre del lado de lo justo, y la reciedumbre lo llevaba a tener determinación. 

Esa manera de describir a Mandela me cautivó, pues siempre he tenido la mejor de las opiniones y sentimientos hacia él; que después ratifiqué y multipliqué luego que conociera y entablara amistad con el periodista y escritor británico John Carlin, autor de una bella biografía de Mandela titulada “El factor humano”, que fuese llevada al cine con el nombre de “Invictus”, interpretada por Morgan Freeman. Ese interés suyo por mi suerte tuvo un gran efecto, porque hizo posible que la hora de conversación fuera grata y muy útil. Envió mensajes auspiciosos y ratificó la disposición de su Comunidad en ayudar, siempre y cuando se lo pidieran las partes.

Me parecía que contar con la Comunidad de Sant Egidio en la facilitación era una muy buena cosa, pues al contrario del Grupo de Países Amigos; sus intereses eran diferentes a los de los Estados, pues al fin y al cabo son una Comunidad religiosa, sin las obligaciones ni los amarres que tienen los Estados. Pensé que el ELN debía tener una muy buena relación con esta institución y procurar que el Gobierno también la tuviera, pues la actuación de terceros solo funciona por solicitud expresa y de consuno de las partes. 

Quedé en que transmitiría al Comando Central los mensajes y en que nos escribiríamos. De todos modos Ricardo Canelli siempre estaría disponible para viajar si fuese necesario. El Padre Matteo tenía más limitaciones por sus tareas en la Comunidad y las obligaciones de su Parroquia, la Basílica de Santa María en el Trastevere romano.

Luego supe que el COCE ya tenía una relación con la Comunidad de Sant Egidio construida por otros canales. Ahí entendí el pasaje bíblico, en el libro de San Mateo, que dice: “No dejes que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha”; y también el aforismo de: “Todos los caminos conducen a Roma.”

Las sesiones de la Cumbre transcurrieron sin novedad, los recesos eran momentos para hacer intercambios y conocer otras personas; con Francisco Galán habíamos acordado repartirnos el trabajo de contactar a determinadas personas, que sabíamos tenían influencia e incidencia política en sectores sociales, empresariales, diplomáticos y en el mismo gobierno. De ese modo Logramos hablar con un buen número de personas que juzgábamos ayudarían a mover la balanza del lado de las negociaciones de paz. 

Como para esa fecha, finales de enero del 2002 ya el país estaba metido de lleno en la coyuntura electoral, faltaban solo 45 días para las elecciones parlamentarias y solo 4 meses para la primera vuelta de la elección presidencial; se daba por descontado que aunque el proceso de paz con las FARC-EP estaba haciendo agua, habría continuidad, pues el candidato más opcionado era el liberal Horacio Serpa Uribe, quien además encabezaba las encuestas y la favorabilidad de los electores. En ese momento Álvaro Uribe Vélez, candidato de estirpe liberal, pero que se había abierto de las toldas de ese partido y había adversado el proceso de paz, cabalgaba en un discurso “anti paz”, con tintes de derecha extrema y en favor de una guerra total para derrotar a las guerrillas y forzar la entrega de las armas. Argumentaba que todas las concesiones a las Farc otorgadas por el gobierno de Pastrana, habían sido una claudicación del Estado de derecho ante el terrorismo y había significado un arrodillamiento de las Fuerzas Armadas frente a los “bandoleros narcoterroristas”. Uribe a finales de enero de ese año solo registraba el 5% de favorabilidad. Nadie, ni los más avezados analistas políticos, imaginaban que en solo 120 días cambiarían las tornas en favor de la guerra y le darían la victoria a Álvaro Uribe Vélez en primera vuelta, un triunfo aplastante con más de 5.8 millones de votos que equivalían al 54% de los votos, de lejos había quedado tendido sobre la arena de la derrota, Horacio Serpa con solo 3.5 millones de votos. Se habían enfrentado los discursos de la paz y de la guerra y había ganado el discurso de la guerra. Días aciagos vendrían para Colombia y para quienes creíamos en la solución negociada del conflicto. Bella es la democracia aunque mal nos pague.

Se sentía en la Cumbre una enorme preocupación, toda vez que el gobierno de Pastrana ya estaba con el sol a sus espaldas, había entrado como lo decía el narrador de hípica Gonzalo Amor “en tierra derecha”, para señalar que los binomios ecuestres ya entraban en la recta final.

La Cumbre proponía que se trabajara la sincronía de los procesos de paz, el del ELN y el de las FARC, en un contexto de transición hacia un nuevo gobierno, pues se juzgaba que en lo que restaba del gobierno Pastrana era ya muy poco lo que se podía avanzar. Yo era de la opinión que los procesos transcurrieran con sus respectivas agendas y dinámicas propias, sin forzar una confluencia, la que se daría al final, habida cuenta que las soluciones debían ser comunes frente a los problemas y conflictos comunes.

La verdad era que el gobierno de Pastrana manejaba el proceso de paz con el ELN como un comodín, le daba importancia cuando el proceso de diálogo en el Caguán con las FARC entraba en crisis, de modo que los diálogos con los elenos tenían un comportamiento espasmódico y discontinuo. Con la sincronía se pretendía que ambos procesos marcharan con un ritmo más uniforme, pero ya era demasiado tarde.

Además, los diálogos del Caguán habían entrado en caída libre y parecía que no había “barranco que los atajara”. La presión de los militares, de la oposición a los diálogos, encabezada por Álvaro Uribe, y los cuestionamientos de los medios de prensa dejaban exhausto a Pastrana, y casi que sin oxígeno al proceso. Además parecía casi que imposible que en el corto tiempo que le quedaba de  gobierno a Pastrana, y en un contexto político tan enrarecido se pudiera alcanzar algún acuerdo.

La declaración política de la Cumbre ponía el acento en esos aspectos, al mismo tiempo que invitaba a la sociedad y a La Comunidad Internacional, a continuar apoyando la paz negociada, y a las partes las instaba a persistir en el empeño de mantenerse en la mesa de negociaciones, de desescalar la confrontación y buscar acuerdos humanitarios prontos y posibles de materializar. Finalmente, la Cumbre concluyó con una sensación de que pese a lo auspicioso de su tono, dejaba menos luces y más sombras.

Después de las despedidas con los participantes a la Cumbre, nos fuimos a la residencia de la delegación en el Laguito, solo me animaba llegar darme un baño y beber una copa de añejo. Cuando nos disponíamos a cenar, llegó sin anunciarse el compañero José Arbesú, el alto funcionario del gobierno y del partido comunista de Cuba, que había asumido las tareas y el cargo del mítico “Barbarroja”, el compañero Manuel Piñeiro Lozada quien fuera el director del Departamento América, oficina encargada de las relaciones políticas con todas las organizaciones y movimientos políticos del continente. Este Departamento, recibía los ataques frecuentes de la propaganda anti cubana, provenientes del llamado exilio cubano, de las derechas y oligarquías del mundo y de la propaganda estadounidense; se decía que el Departamento América era una agencia de exportación de la revolución, frente a lo cual había escuchado a Fidel decir “Ojalá las revoluciones se pudieran exportar, así resolveríamos el déficit de divisas que tenemos”.

Arbesú, sin saludar pero en un tono de familiaridad y confianza dijo “prepárense que vamos para donde el jefe, tenemos una cena fraternal”. Dicho esto nos levantamos y abordamos los automóviles que habían llegado por nosotros. Eran viejos Mercedes, que la revolución había incautado a los ricos y mafiosos ligados a la dictadura batistiana, pero que parecían nuevos y que el gobierno cuidaba para ponerlos al servicio de la diplomacia. Estos automóviles eran reparados con piezas hechas artesanalmente en Cuba, de modo que a fuerza de cambiar y rehacer las piezas, terminaban siendo más cubanos que alemanes, aun así conservaban el lustre y confort de los automóviles originales.

Salimos del Laguito y nos dirigimos por amplias avenidas, hasta entrar por un sistema de túneles hasta un andén con unas escalinatas que daban acceso a una portada inmensa, plena de vegetación típica de las selvas húmedas, las Cyatheas que son helechos gigantes que han trascendido las eras geológicas, y balazos de hojas inmensas, que ocupaban grandes espacios entre los que se veían heliconias y helechos colgantes, era de esas vegetaciones que solo se ven en las profundidades de las selvas tropicales. Allí nos esperaban otros funcionarios que nos condujeron por unos pasillos hasta una sala con poco mobiliario y paredes altas adornadas con una bandera cubana flanqueada por dos inmensos cuadros de Maceo y Martí, dos de los héroes nacionales que le dan identidad a los cubanos. Allí estábamos cuando apareció Fidel, entró solo al salón, le seguían otras personas unos cuantos pasos atrás. Verlo solo pasar por el dintel de la puerta me impresionó, lo vi de mayor estatura que lo habitual, su actitud de abrir los brazos mostrando las palmas de sus manos ampliaban su tamaño, al tiempo que repartía saludos y expresaba en palabras la bienvenida.

Mi admiración y respeto hacia el comandante, me hacían doblemente tímido, de modo que los toques de sus manos en mi hombro, el saludo de manos y la generosidad de sus palabras me parecieron algo extremadamente extraordinario. Aun recuerdo con agrado aquellos momentos frente a la figura mítica de Fidel, literalmente estaba a pocos centímetros de distancia, y él se comportaba como si fuésemos conocidos y amigos de toda la vida. Se veía fresco como si acabara de salir de la ducha, su cabello bien peinado y su barba, aunque un poco mas rala, lucía bien cuidada. Usaba una colonia con aroma de limas, muy fresca y sutil. He buscado ese aroma y no lo he encontrado en perfumerías comerciales.

Allí de pie, a nadie se le ocurrió decir o invitar a sentarnos, hacia un mes, me habían hecho una cirugía en la columna, una fijación pedicular entre las vértebras 4 y 5, que consistía en insertar unas platinas sujetadas por tornillos de titanio para abrir el espacio entre las vértebras que habían machacado el disco o cojín que hace las veces de amortiguación, y asegurarse que no volviera a comprimir el disco. La recuperación iba bien pero era lenta, permanecer de pie me producía una fuerte presión en la región lumbar, quería sentarme, pero ni modo, el comandante estaba muy animado en la conversación y seguía de pie, una hora después Arbesú nos invitó a pasar a otro salón. Ponerme en movimiento me alivió un poco. 

Entramos a una sala inmensa con una mesa larga y angosta con numerosos sillones de cuero y ajuste ergonómico a ambos lados, se veía que era una sala de trabajo arduo, de sesiones prolongadas. Fidel a quien en este escrito llamo así con gran respeto pero con inmenso cariño, ocupó un lado de la mesa y a sus costados otros altos funcionarios del Gobierno, entre los que estaban Felipe Pérez Roque, Carlos Lage, José Arbesú y Carlitos Madariaga; del otro lado y frente a los cubanos nos sentamos dejando a nuestro responsable y jefe de la delegación  Ramiro Vargas en el centro, a sus lados Oscar Santos, miembro del Comando Central y yo, seguidos por Francisco Galán de un lado y Milton Hernández del otro.

En cada lugar había una libreta de tapas duras color azul claro, de hojas blancas con líneas, sin ninguna seña particular ni logo. Había también un lapicero de tinta negra. La abrí y puse la fecha 31 de enero , La Habana Cuba ENCUENTRO CON FIDEL.

No sabíamos que se iba a tratar en el encuentro, pero Arbesú nos había dicho que era una cena fraternal, y ahora estábamos en una reunión formal con libreta incluida y altos funcionarios del gobierno. Solo esperaba que el Comandante pusiera el tema y obviamente que Ramiro llevara la voz cantante en su condición de jefe de la delegación.

No hubo una agenda, nadie la pidió y tampoco nadie la propuso. El comandante Fidel comienza a hacer una larga disertación, el tono de su voz es bajo aunque su timbre es alto, habla despacio y poniéndole énfasis en las palabras que escoge, se ayuda de las manos y de los gestos de su rostro para marcar la importancia de un término o de un concepto. Una cosa es oírlo hablar, otra muy distinta es verlo hablar, si de pronto se apagará el sonido, solo se vería la gestualidad, estoy seguro de que igual se le entendería lo que estuviera diciendo.

Fidel era un torrente de verbo, de hablar fluido y constante, En él no había economía de palabras, tampoco derroche, había información y sabiduría, había erudición. Ya conocíamos que Fidel preparaba sus reuniones, para lo cual se apoyaba en su equipo, y con frecuencia sorprendía a sus contertulios con datos y con información que se supone debían conocer; así nos pasó cuándo en un momento de la conversación y hablando de economía colombiana, mencionó el volumen de producción de arroz de los departamentos del Meta, Huila y Tolima y habló de una variedad de arroz que había mejorado el ICA que producía más toneladas por hectárea que otras variedades tradicionales. Quedamos azules de la sorpresa, porque al respecto no sabíamos absolutamente nada, pero Fidel si lo sabía. Sencillamente se reflejaba el respeto que Fidel tiene frente a sus interlocutores, porque prepara sus reuniones, indaga, hace acopio de información, recaba datos y tiene un perfil de cada persona con la que conversa. El manejo de la reunión nos descrestó, e hizo que mi admiración fuese mayor.

Nos habló de los grandes problemas del mundo, en una especie de repaso sobre los grandes desafíos a superar por los pueblos y por la humanidad, como la deuda externa de los países dependientes y empobrecidos, la que cada vez crece de manera imparable, exponencial y al mismo tiempo impagable. “Es el capitalismo el causante de este desastre, que destroza las economías de los países, a los que atrapa hasta desangrarlos a perpetuidad“. Nos dijo y añadió “No hay manera de pagar la deuda externa que crece, crece y crece, a pesar de los países paguen, paguen y paguen, porque los pagos solo pagan el servicio de la deuda pero no amortizan la deuda misma, es decir que la deuda no disminuye, por lo contrario aumenta, porque los países no tienen más alternativa que seguir acudiendo al crédito“. Decía el comandante en tono asertivo y contundente, y remata diciendo, “no puede ser que el desarrollo de los pueblos, que el desarrollo de la humanidad esté determinado por el endeudamiento de por vida, que se pasa de una generación a otra, de un gobierno a otro, como una herencia maldita“.

En su disertación Fidel iba encajando unos temas con otros, como quien junta piezas de un enorme rompecabezas sin conocer de antemano el diseño final; así encadenó el tema de la de la deuda externa con la naturaleza de los imperios, la que resumió en cinco acciones: dependencia, endeudamiento, subordinación, sometimiento y expolio; que no necesariamente tienen que tener ocurrencia o desarrollo en ese orden; pero lo que sí está claro es que todas estas acciones están relacionadas y una lleva a la otra.

Estados Unidos se ha erigido como un imperio de naturaleza mundial, que se cree con derechos para imponer su orden, y mucho más ahora que cree que no tiene contrapesos por la debacle que ha supuesto el hundimiento del socialismo en la Unión Soviética, y la posterior disolución de esa alianza, haciendo creer a su vez que solo existe un mega relato, el del capitalismo, un solo modo y modelo, el del modo de producción capitalista y modelo neoliberal para desarrollar la economía, la política y regir a las sociedades. Entonces el imperio norteamericano pretende imponer su modo de pensar y actuar, para lo cual utiliza todos los medios, sin escatimar ninguno, incluso la fuerza para garantizar su dominio y lograr sus propósitos.

En esa oprobiosa labor se ha granjeado la animosidad, la aversión, “ y yo diría el odio por generaciones” de pueblos y sociedades, que hastiados de tanta humillación reaccionan, a veces con irracionalidad y sin medir las consecuencias. Es el caso de los ataques del 11 de septiembre pasado, no cabe la menor duda de que se trata de una respuesta a las políticas imperiales de los Estados Unidos, que ha sido golpeado en sus símbolos como las torres gemelas y el pentágono, símbolos del poderío económico, además de la soberbia humana, y del poderío militar, y vaya a saber si el avión que se estrelló en Pensilvania iba contra la Casa Blanca o el edificio del Capitolio, sede del del Congreso, símbolos del poder político.

“No nos cabe la menor duda de que los más de tres mil muertes ocurridas el 11 de septiembre son injustas y terriblemente dolorosas para la sociedad estadounidense, como también está ocurriendo con la respuesta de Estados Unidos en Afganistán con sus bombardeos, los qué indiscriminadamente machacan los suelos y acaban con todo lo qué hay allí, sin miramientos ni consideración humana.”

Tan pronto ocurrió el ataque y se produjo la caída de las torres gemelas, Cuba le ofreció por canales diplomáticos y posteriormente de manera pública, toda la disposición de ayuda humanitaria, y “lo hicimos con profunda honradez política, generosidad humana y solidaridad entre los pueblos. Les ofrecimos nuestras reservas de plasma de nuestros bancos de sangre, si lo llegasen a necesitar y les ofrecimos la ayuda de nuestra misión Henry Reeves, una expresión para la amistad entre los pueblos, la solidaridad y el internacionalismo; preparada y equipada para actuar en situaciones de desastres naturales, como terremotos, tsunamis, avalanchas y otros de esa índole, que causan muerte, devastación y destrucción. También preparada para actuar en desastres como el de la torres gemelas. “No tuvimos que pensarlo dos veces, lo hicimos porque era lo correcto, porque era nuestro deber humano, porque corresponde con nuestra naturaleza de fraternidad entre los pueblos, de solidaridad internacionalista. Sabemos el país que somos y el pueblo que tenemos, conocemos nuestras posibilidades y nuestras limitaciones, y aun así estábamos dispuestos a enviar a Nueva York lo mejor de nuestra ayuda, en un abrazo de amistad entre los pueblos, a pesar y muy a pesar de las profundas diferencias que históricamente tenemos y de los agravios acumulados entre los gobiernos. Cuba comparte lo que tiene, no lo que le sobra. Desafortunadamente el presidente George W. Bush desoyó nuestro ofrecimiento generoso y fraterno. pero allá ellos, es su decisión.”

Solo hace dos días el presidente Bush, en su discurso anual a la Nación, en la sede del Congreso de los Estados Unidos, le anunció al mundo, sin ambages, sin rodeos “la guerra preventiva”, porque al decir de Bush no “volverá a ocurrir otro 11 de septiembre” porque Estados Unidos actuará antes de que ocurra, “imagínense lo que podrán hacer ahora con el pretexto de la guerra preventiva, la sola sospecha, la más mínima presunción, podrá ser la razón para iniciar un ataque estadounidense, en cualquier lugar del planeta, esto es una locura, porque rompe con todo el ordenamiento mundial, que ya bien desordenado que está, y hace añicos el Derecho Internacional. Eso de erigirse, sin que nadie se lo haya pedido, en el gendarme mundial, es una expresión de la conducta de un imperio que ya hace agua, que teme su hundimiento, y pretende arrastrar con todo en su caída.”

Dijo Bush en su discurso a la Nación que “el nuevo eje del mal” lo constituyen, Afganistán, Irak y Corea del Norte; “ nosotros ya hemos estado en esas listas, en las que sacan y ponen países a conveniencia, con el título de países promotores del terrorismo, o que no cooperan con la lucha contra el terrorismo en los términos como ellos lo definen y deciden.“

Ahora por cuenta de esa lucha contra el terrorismo, que está imponiendo Estados Unidos en su agenda diplomática al mundo entero, se abre una era prolongada de intervencionismo, de autoritarismo y de militarismo a nivel mundial, que pondrán la paz mundial en altísimo riesgo, y frente a esto no podremos transigir. Por ello debemos promover el multilateralismo, nuevos entendimientos para nuevas asociaciones pensando en mejores mundos posibles, debemos promover y luchar por la multipolaridad, el mundo no puede estar regido por un solo relato, por lo contrario, debe reflejar la inmensa riqueza de su diversidad, siempre respetando el derecho inalienable de los pueblos a la autodeterminación, al derecho a la no injerencia en los asuntos internos de otros estados, a desarrollar los principios de hermandad y fraternidad de los pueblos, de solidaridad, cooperación y complementariedad y sobre todo al principio de buena vecindad.

Pero los peligros que enfrenta la humanidad, no son solo los relacionados con las guerras o con la imposición de un modo de ver las cosas, lo es el fenómeno del calentamiento global, al que contribuye “demencialmente” esta humanidad que somos, y que pone en “altísimo riesgo la sobrevivencia de la especie humana”. Obviamente ha sido el capitalismo en sus desafueros de consumo y el gasto sin medida de los recursos del planeta, como la explotación y quema sin medida de los hidrocarburos, que no son renovables, que con su quema produce gases de efecto invernadero, los que a su vez destruyen la capa de ozono y elevan la temperatura, alterando la vida de todos los ecosistemas; una de las demostraciones es el deshielo de los casquetes polares, de las nieves perpetuas en picos y nevados, que está produciendo incrementos en el nivel del mar, ya han desaparecido miles de pequeños cayos e islas, muchas costas están desapareciendo; y esto se combina con largas e intensas temporadas de vientos huracanados y temporadas de intensas sequías, que acaban con cosechas y ganados. 

Todo este desastre es posible mitigarlo, para evitar las hambrunas, las migraciones  en masa y la trashumancia humana; pero esto solo podrán hacerlo los pueblos que se decidan a hacer uso del planeta con cuidado y racionalidad, muy por el contrario a como lo hace el capitalismo, que es a sacar y usar los recursos lo más pronto posible y en las mayores cantidades que la tecnología se lo permita, no para el bienestar de las sociedades, tampoco para satisfacer las necesidades básicas de la humanidad, sino para el enriquecimiento egoísta de unos cuantos.

Fidel, siempre en tono grave y lenguaje preciso, complementaba con datos y cifras sus argumentaciones, lúcidas y lógicas. Uno encontraba tremendamente razonables todos sus planteamientos, sencillamente porque partían del sentido común y del análisis lógico, no había detrás ideologías tampoco teorías nuevas o extrañas, con lo cual se podría concluir que el ser humano como especie, siempre tendrá el mejor y mayor de los recursos para salvarse, la razón, pero siempre que esté unida a la bondad, al bienestar de todos sin exclusiones y al cuidado de la casa mayor, el planeta.

Entre tanto, mientras discurría la disertación del comandante Fidel, todos escuchábamos con suma atención, absortos y maravillados por estar frente al comandante Fidel, uno de los lideres más importantes del Siglo XX, que junto con personas tan excepcionales como Vladimir Ilich Lenin, el Mahatma Gandhi, Winston Churchill, Joseph Stalin, Joseph Bros Tito, Gamal Abdel Nasser, Franklin Delano Roosevelt, Nelson Mandela, el Papa Juan Pablo II, Margaret Thatcher, Ben Gurión; entró otros tantos que constituyen la pléyade de dirigentes que transformaron el mundo de manera indiscutible, que han dejado legados que trascienden los tiempos y las generaciones, e influenciado a las sociedades de sus países y del mundo entero en la realización de cambios en las estructuras económicas, políticas y sociales en procesos profundos de reformas y transformaciones.

Todos tomábamos notas en nuestras libretas de pastas azules; Ramiro Vargas hacía esfuerzos colosales por no sucumbir ante el sueño, de tanto en tanto echaba cabeceadas, las que interrumpíamos con pataditas por debajo de la mesa, que le propinábamos Oscar Santos del lado izquierdo y yo desde el costado derecho. Ramiro, tenía para esa época afecciones en su salud, entre ellas algunas asociada con su sobrepeso; precisamente su metabolismo basal era tan lento que en estado de reposo no podía controlar los micro sueños, él quería estar despierto pero su organismo le ordenaba todo lo contrario, hacia todo lo posible por mantenerse alerta, consumía varias tazas de café, o de té para mantenerse atento , pero terminaba por sucumbir. Sentía vergüenza por ver cabecear a nuestro jefe de delegación, frente a Fidel, solo las pataditas lo hacían reaccionar. No había manera de dar explicaciones, de modo que lo mejor era tratar de mantenerlo todo el tiempo en estado de alerta. Incluso a veces le di más de una patadita sin que estuviera dormido, entonces me miraba con enojo, como diciendo “ pero porque me pega, si estoy despierto”, entonces le hacía una seña con los ojos como diciendo “es por si acaso, ya estas que te duermes”.

Fidel estaba en “su salsa”, se le sentía pleno, se le veía a gusto, vestido con uniforme verde oliva, sin la tradicional gorra y sin charreteras que con tanto lustre, las más de las veces inmerecido, exhiben los generales de muchos ejércitos; Fidel sin estrellas ni medallas sobre el pecho, era otro tipo de comandante, ajeno al boato y distante de la ceremonia, la reverencia y la adulación, propias de quien promueve el culto a la persona; daba lo mejor que tenía entre su información y las ideas, era un excelente conversador, podía hablar por horas y horas, sin repetirse y sin atafagar hasta el hastío, a sus interlocutores, todos los temas que abordaba eran importantes, y lo hacía con sapiencia y sin especular.

Fidel tenía un ritmo de trabajo extraño, el mismo nos lo contó: “ por lo general cuando no tengo reuniones o deberes en el Consejo de Ministros, o en razón de mis obligaciones de gobierno o de algún viaje a provincias o fuera del país, trabajo fundamentalmente por las noches, las que dedico a labores diplomáticas o a examinar temas especiales con personas de distintas partes del mundo que nos visitan, y créanme que nos visitan gentes de todo el mundo y de todos los saberes y disciplinas, me reúno con frecuencia con jefes de estado, con expresidentes, con jefes de partidos políticos, con líderes espirituales, artistas, destacados deportistas, cineastas, poetas, escritores, economistas, filósofos, médicos, científicos, con altermundistas, con ecologistas, con feministas, con pacifistas; porque Cuba está abierta a recibir lo mejor de lo saberes y también a aportar con modestia lo que con tanto esfuerzo hemos construido, y tanto nos ha costado. Cuba educa con el ejemplo, tal como lo decía Martí, “Hacer es la mejor manera de decir”. A la madrugada hacia las 4 me acuesto para levantarme a las 11 de la mañana, hago gimnasia, un poco de cardio en la cinta caminadora y ejercicios de piso, tomo un baño y desayuno muy frugalmente, como frutas, yogurt, pan y café. Luego leo un resumen que mi Equipo de trabajo me tiene preparado, de noticias e información que debo conocer, de la que debo tener conocimiento y estar informado, no puede haber un tema o una situación que me sorprenda, o ser sorprendido porque la desconozca. De 12 a 5 de la tarde despacho asuntos del gobierno, entre los que están los relacionados con los poderes populares y las funciones de los ministerios. Luego tomo el almuerzo, que en lo fundamental son verduras hervidas, una carne magra, preferentemente carnes blancas, una patata y un zumo de frutas. Y viene la noche con reuniones cómo está, en la que un poco más tarde cenaremos”.

Después de dar la vuelta al mundo a través de los grandes problemas y desafíos, habló sobre el papel internacionalista de Cuba en el mundo, que no es otra cosa que la manera de entender la solidaridad con los pueblos transformadoramente, es decir de manera útil y desinteresada, de este modo hemos apoyado con nuestras misiones médicas, misiones pedagógicas Y hasta deportivas a países que tienen o pasan por situaciones de carencias o necesidad extrema frente a sus posibilidades inmediatas. Así nuestros maestros, nuestros médicos y médicas, nuestros técnicos deportivos de todas las disciplinas, han estado en numerosas latitudes del planeta, ayudando y solo nos traemos el cariño y la gratitud de esos pueblos.

También hemos apoyado las luchas de liberación de muchos pueblos, frente al oprobio, de la dominación de dictadores o de regímenes autoritarios que explotan inmisericordemente a sus pueblos, o permiten que otras potencias lo hagan. Así hemos apoyado luchas de independencia en África, recordarán ustedes nuestra participación en Angola, a solicitud del pueblo democrático y soberano de Angola, allí fueron nuestros soldados voluntarios, jóvenes y oficiales dueños de un alto valor y sentido de lo que es el internacionalismo, sabían de antemano que allí podrían morir y sin embargo allí estuvieron protagonizando batallas como la de Cuito Cuanavale, quizás la última gran batalla clásica que se ha librado, después de la batalla de Diem Bien Phu, que puso fin al colonialismo francés en Indochina; con frentes claros y definidos y las evoluciones de ejércitos en un mismo campo de batalla; la cual seguimos desde aquí, desde Cuba minuto a minuto, en tiempo real, en ese entonces no existían los medios de comunicación que existen hoy, pero ellos en Angola y nosotros con nuestros altos oficiales desde acá, logramos la más contundente victoria sobre un ejército, mucho más poderoso, mejor armado y mejor dotado que el nuestro, el de las fuerzas democráticas y revolucionarias, derrotamos al ejército de la UNITA, derrotamos al régimen oprobioso del apartheid. Toda una epopeya.

“Igualmente, apoyamos a los nicaragüenses y a los de El Salvador, siempre estuvimos dispuestos para apoyarlos en las labores de la paz, diría que fueron cientos de reuniones, la mayoría secretas, sin prensa, sin fotos, sin publicidad, porque el trabajo por la paz en un trabajo de filigrana, que se hace por lo general a puerta cerrada y lejos de la curiosidad de las gentes, “En silencio ha tenido que ser”, como lo recomendara Martí”.

“También apoyamos a Colombia desde hace muchos años y ustedes mejor que nadie lo saben, nuestro apoyo a las labores de la paz, es claro y decidido, y así lo seguirá siendo hasta que ustedes nos digan que no más, porque finalmente la paz de Colombia es un asunto de los colombianos. Permítanme entonces formular algunas observaciones que con fraternidad y respeto quiero hacerles:

Primero que todo el gobierno de Andrés Pastrana ha entrado a su último tramo y con el pasar de los días, va siendo menor el margen de maniobra, toda vez que el proceso electoral y el traspaso de gobierno terminan por absolverlo todo.

En segundo lugar, no escapa a la observación de nadie que el proceso de diálogos de paz acusa un alto nivel de agotamiento, por varios factores, el tiempo de negociación término por emplearse en la discusión y configuración de la agenda y algunos elementos sustantivos de la arquitectura del proceso, entre los cuales la discusión sobre la zona que en Colombia llaman de despeje, en la región del Caguán, terminó por producir un altísimo estrés en todo el proceso, porque eso de “despejar” un territorio de 45.000 kilómetros cuadrados, donde caben un país como Suiza, u Holanda y caben dos veces El Salvador; terminó por sacar el Estado de ese territorio, lo cual ha sido interpretado como una cesión, aunque transitoria, interpretada por opositores como inconstitucional, o ilegal y por algunos más moderados como inconveniente. Ustedes han podido ver el nivel de desagrado, por decirlo de una manera más suave, con que los militares tuvieron que abandonar las instalaciones y cuarteles del Batallón Cazadores, como resultado del despeje, lo cual ha sido interpretado por algunos comandantes del Ejército como una humillación al honor militar. Es que eso de sacar la institucionalidad, y sobre todo los jueces, de un territorio ha puesto al gobierno en calzas prietas y en una posición de debilidad; esto debió ser analizado con mayor profundidad, porque en una negociación hay que ser muy cuidadoso de no poner a la contraparte en una posición que pueda calificarse de claudicante o humillante, hay que salvarle la cara a la contraparte, de lo contrario generará en círculos cercanos y en la sociedad desde desagrado, aversión y hasta oposición a los diálogos y a La Paz misma; todo esto puede terminar por generar animadversión e ilegitimidad.

Pero el agotamiento del proceso se evidencia porque se ha hablado mucho y se ha acordado poco, y en esto sí quiero detenerme un instante. Un proceso de negociación en el que no hay resultados a la vista, termina por generar y acumular descontento, porque en el fondo los apoyos de la sociedad y de la Comunidad Internacional son un voto de confianza, o dicho en términos cristianos son Actos de Fe, que deben ser compensados con acuerdos concretos, que signifiquen alivios en medio de la guerra y que acerquen a las partes hacia un acuerdo definitivo. Por ello, insisto, los resultados a la vista son muy importantes. Por lo contrario las FARC, han dado a la Zona de Despeje un uso inapropiado, porque allí, según las informaciones del Gobierno y de los medios de prensa, están llevando a secuestrados y además se utiliza como retaguardia de grupos guerrilleros que realizan acciones por fuera de la Zona, para después resguardarse en un territorio que tiene un estatuto transitorio, en virtud de qué hay un proceso de paz y debe utilizarse con ese fin. La Zona de Despeje no debe utilizarse con fines militares.

En tercer lugar el tiempo que le resta a este gobierno, el de Pastrana, es corto como para pretender consolidar un acuerdo; y además están en juego el prestigio, la legitimidad y hasta el honor en este proceso. Con total franqueza, creo que el proceso ha entrado en barrena, en caída libre y es poco lo que se podrá salvar de él. En estas circunstancias, queda el proceso de diálogos de paz con el ELN, que aunque ha sido intermitente y discontinuo no acusa el agotamiento que tiene el proceso en el Caguán, ni sufre del estrés que ha experimentado ese proceso, quizás la mejor demostración de lo que digo es esta Cumbre, en la que personas y sectores sociales, gremiales, políticos, académicos, religiosos e incluso de la institucionalidad; dan todo su respaldo a un proceso con el ELN, ese ha sido el espíritu de la Cumbre, pero también la conclusión de su declaración final. 

Quiero destacar lo siguiente, si bien el tiempo político en Colombia es el mismo, tiene distintas significaciones para unos y otros, creo que es tiempo de agotamiento para el proceso de paz con las FARC, pero es tiempo de transición para el proceso con el ELN, y en ello es que quiero llamar la atención.

Al final de un gobierno es poco lo que se puede alcanzar, pero es altamente significativo, que “ese poco” alcanzable, pueda ser el comienzo, o más bien la continuidad de un esfuerzo que no se debe perder, en un gobierno inmediatamente siguiente, porque no se arranca de ceros, se parte de acumulados que han sido logrados por las partes y apuntalados por la sociedad y la comunidad internacional; máxime cuando es harto conocido que al ELN le sobra lo que a las FARC le ha faltado: acompañamiento de la sociedad.

Pero quiero llamar la atención sobre un punto que me parece cardinal, en la paz no se puede estar ni actuar de cualquier manera, lo hemos visto en el espejo del proceso con las FARC, se debe generar un ambiente muy positivo para dejar sembrado un proceso viable, posible y sobre todo querible, para darle continuidad a partir del 7 de agosto, cuando se inicia un nuevo gobierno, y ese ambiente lo puede propiciar un acuerdo de tregua total, que puede empezar por un cese unilateral del ELN.

Un cese de acciones ofensivas permitirá dos cosas: una, que la coyuntura electoral transcurra en medio de la calma y sin las presiones ni las intimidaciones de la guerra, con lo cual podremos decir que habrá más democracia, y la sociedad lo valorará y apreciara; en segundo lugar generar la confianza necesaria para pactar una agenda de transición que le permita al nuevo gobernante retomarla, para desarrollarla y ampliarla de consuno con el ELN.

Ahora bien, el tiempo es corto y se necesita tomar decisiones, por lo que les pido y propongo que transmitan a Gabino la necesidad de que él esté aquí a la mayor brevedad posible. Pondré a la disposición de ustedes todos los mecanismos para el traslado de Gabino, desde donde esté, estoy seguro de que para ello contaremos con el apoyo y la aceptación de Pastrana, sobre eso no tengo dudas. Es más si necesitan equipos de radio, los que sean, para comunicarse con él , estarán a su disposición, con el fin de que él pueda venir aquí, a La Habana y ponerse al frente de pactar la agenda de transición. La presencia de Gabino le dará la legitimidad necesaria, pues su liderazgo y autoridad son incuestionables. Además tiene una gran voluntad. La pude comprobar durante su visita del año pasado, en la que estuvieron algunos de ustedes.

Escuchamos con gran atención al Comandante Fidel todas sus apreciaciones, las que acompañábamos con movimientos afirmativos de nuestras cabezas, eran tan lógicas que nadie se atrevía a cuestionar. Además era inútil agregar algo para mejorar la descripción de la situación que nos ofrecía el Comandante. Quedamos atónitos con la propuesta, tan bien argumentada, que no quedaba más remedio que aceptarla. Fidel hizo una pausa  y se quedó mirando a Ramiro al tiempo que abrió sus manos con las palmas hacia arriba como diciendo “lo escucho”; nosotros nos miramos unos a otros, pero correspondía a Ramiro dar una respuesta. Fidel lo miraba hasta que luego de carraspear y aclararse la garganta, Ramiro intervino para decir: Comandante Fidel, en mi nombre, en nombre de la delegación y del ELN le expresamos nuestro reconocimiento y gratitud por todo el apoyo y acompañamiento, que el Gobierno y el pueblo de Cuba ofrecen para La Paz de Colombia. Igualmente agradecemos sus análisis de la situación que nos ha ofrecido esta noche, los cuales compartimos, pero sobre la propuesta de traer a Gabino no es posible operativizarla en lo inmediato, porque Gabino hace parte de una dirección colectiva, y le corresponde a esa dirección analizar, estudiar su propuesta para poder decidir, y eso tomará bastante tiempo, porque por seguridad los miembros de la dirección nacional y el Comando Central están dispersos.

La corta intervención de Ramiro, precisa en sus términos y el corte que hizo al final, sonó como a “no es posible”, o a un “ya todo está dicho”. Todos nos quedamos mirándole; Fidel porque esperaba otro tipo de respuesta y nosotros los de la delegación de elenos, porque esperábamos que su intervención fuera al menos mas larga, si no más clara. 

Se hizo un silencio prolongado, más largo de lo habitual entre un argumento y otro, tan prolongado que dio la idea de que ya había terminado; entonces  el Comandante Fidel que no esperaba ni estaba dispuesto a aceptar una negativa por respuesta, golpeó con sus dos manos la mesa en un acto claramente afirmativo y categórico y dijo, al tiempo que alzaba un poco su torso por encima de la mesa: “Comandante Ramiro, en la lucha y en la vida hay momentos donde se requiere tomar decisiones sobre asuntos que no dan espera, y que en la mayoría de las veces nos llegan imprevistamente, de los que uno preferiría que fueran otros quienes lo hicieran por los riesgos que supone, pero que por la autoridad y la responsabilidad que se nos ha otorgado, debemos actuar con determinación y de manera oportuna; sin poder excusarnos en absolutamente nada; ni siquiera en la democracia o en las costumbres y menos en los rituales que a veces preceden la toma de decisiones. La más de las veces los dirigentes, quienes tenemos altas responsabilidades, nos encontramos en la más absoluta de las soledades y en esas condiciones debemos tomar decisiones, porque eso es lo que se espera de los dirigentes, evaluar las situaciones y decidir para actuar. Siempre que se pueda será recomendable hacer consultas, pedir consejo, contar con otras opiniones; pero no siempre es así y se debe estar preparado y dispuesto para actuar, para decidir, esa es la tarea del dirigente.”

La reacción del Comandante Fidel dejó sin respuesta a Ramiro; Oscar Santos el otro miembro del COCE en la delegación tampoco atinaba a reaccionar, situación que aprovechó Milton Hernández para decir: “Comandante Fidel, hemos tomado atenta nota de sus planteamientos y de su propuesta, los que transmitiremos hoy mismo al compañero Gabino, que ha estado al pendiente del desarrollo de esta Cumbre. Muy seguramente tendremos una respuesta muy pronto”.

Milton había dado la respuesta adecuada, había acertado con la respuesta que esperaba el Comandante Fidel, la respuesta que ponía en manos de Gabino la decisión de venir a La Habana; con lo cual el Comandante Fidel cambió su semblante adusto, por el de jovialidad y simpatía que lo caracterizaba, y dijo: “bien, muy bien, lo que requieran para hacer posible que Gabino venga, lo resolveremos, Arbesú estará al pendiente”. Y agregó, “ahora pasemos a manteles, me he permitido invitar a dos amigos para que nos acompañen en esta cena fraternal, ustedes los conocen son extraordinarios obreros de la paz”, el Comandante le pidió a Arbesú que los invitara al tiempo que se levantó de la mesa mientras decía vamos al comedor.

Nos levantamos para salir de la sala de reuniones y pasar a otra estancia, donde estaba una gran mesa larga con muchas sillas a las que nos invitaron a ocupar. Fidel tomó asiento e invitó a Ramiro a sentarse a su lado, en una muestra de respeto y consideración. Fidel había sido duro con Ramiro y ahora desplegaba un trato noble y amistoso hacia él. Creo que fue una manera de excusarse sin decirlo y al mismo tiempo de reconocerlo en su papel de jefe de la delegación. 

Aún estábamos acomodándonos en nuestras sillas cuando entraron los dos comensales que Fidel había invitado, quedamos estupefactos al ver entrar al comedor a Camilo Gómez Álzate, Alto Comisionado para la Paz y al General (R) Julio Londoño Paredes, embajador de Colombia en La Habana. Nos pusimos de pie para saludar a los recién llegados, solo Fidel permaneció en su silla, dando muestras de haberlos saludado unas cuantas horas atrás; quedaba claro que los recién llegados estaban en la residencia a la espera de que concluyera nuestra reunión. Fidel tomó la palabra para informar a Camilo y al embajador, en una sola frase: ”los compañeros informarán a Gabino de la urgencia de venir a La Habana”, con lo cual nos quedó requeteclaro que la propuesta de traer a Gabino ya había sido conversada con el Gobierno de Pastrana. Camilo también en una sola frase dejó en claro que estaba al tanto: “Muy bien ojalá la respuesta sea positiva, así podremos avanzar con mayor agilidad”.

No se habló más del asunto, y Fidel nos sorprendió de nuevo con “sea esta cena, también ocasión para celebrar el cumpleaños de Camilo, a quien le deseamos salud y larga vida”; nos sumamos con frases de felicitación y alborozo a la celebración, que fue coronada con la tradicional torta de cumpleaños que los cocineros habían preparado.

La cena transcurrió con el disfrute de la típica cocina cubana, variedad de mariscos y pescados acompañados con congrí, o también llamado moros y cristianos, que es el mismo gallo pinto de Centroamérica, o frijoles con arroz de nuestra comida familiar. Eso sí, estuvo regada con vino blanco Albariño, vino denominación de origen de las Rías Baixas de Galicia. Fidel nos contó que ese vino se lo enviaba con alguna frecuencia un amigo gallego, Don Manuel Fraga Iribarne, viejo político de la derecha española, quien fuera un reconocido soporte político del franquismo. Unía a Fidel y Don Manuel Fraga, la amistad entre paisanos, amistad cimentada en el origen gallego del padre de Fidel Castro, Don Ángel María Castro Argiz. La amistad de Fidel y Don Manuel Fraga no dejaba de sorprender, habida cuenta que ambos estaban en las antípodas ideológicas, pero cada que tenían oportunidad de conversar o hablar el uno del otro, lo hacían con comedimiento y respeto mutuo. Resulta  obvio entender que la amistad era un asunto de cultura ancestral y de respeto humano, mucho más allá de las diferencias políticas e ideológicas. 

Al final de la cena tuvo a bien Fidel enviarle al presidente Andrés Pastrana, con el Comisionado Camilo Gómez , una caja de botellas del Albariño que Fraga le regalara, y a cada uno de nosotros nos obsequió sendas cajas de cigarros Partagas, los clásicos y aromáticos Habanos. La diplomacia se cimienta con pequeños intercambios que simbolizan amistad. Fidel al final nos contó que él le enviaba cigarros a Fraga a manera de intercambio por los vinos.

Terminada la más extraordinaria cena a la que yo haya asistido, por los personajes presentes, por lo tratado durante la conversación, por las sorpresivas propuestas, por la rica comida y las simbologías que la acompañaron; y ya clareando el día, nos dispusimos a marcharnos y nos encaminamos hacia el exterior guiados por un funcionario de la seguridad, 

Fidel nos llevó a Francisco y a mí con sus manos sobre nuestras hombros y él en el medio hasta el automóvil, mientras nos decía, a manera de despedida, “algún día alguien recordará que hubo unos revolucionarios que estando presos, salían de la cárcel y volvían a ella, porque su trabajo era luchar por la paz, más que por su libertad”. 

Esas palabras me llegaron hondo en el alma y se me hizo un nudo en la garganta, solo atiné a despedirme con un “Gracias Comandante, salud”.

Diez días después llegó el comandante Pablo Beltrán a La Habana, enviado por el COCE para ponerse al frente del reto de pactar una agenda de transición, tal como lo recomendara el Comandante Fidel. Gabino permaneció en las montañas, pues al fin y al cabo era el último escalón en la cadena de mando, y esa instancia debía preservarse para momentos más estratégicos o definitivos.

Han pasado 20 años y aún conservo frescos los recuerdos del encuentro con quien fuera considerado uno de los más grandes líderes del Siglo XX, de una influencia trascendental en la historia de América Latina, pero también en nuestras vidas, al fin y al cabo me hice revolucionario siguiendo sus pasos, siguiendo desde la distancia pero en vivo y en directo sus luchas, sintiéndome profundamente solidario con las luchas del pueblo cubano, leyendo los escritos de Fidel, y por sobre todo admirando su entereza, la sapiencia y su método de análisis basado en la lógica, que le permitía ser asertivo, previsivo e ir un paso adelante de los acontecimientos. Para mí, ser revolucionario y no ser fidelista es un contrasentido.

16 de mayo de 2022

Realizó estudios de medicina en la UIS. Fue miembro de la Dirección Nacional del ELN hasta que fue hecho prisionero. Luego de purgar condena se vinculó al Instituto de Paz de la U. de Granada (España) y luego a la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona. Autor de varios libros y ensayos sobre los procesos de paz. Actualmente es un promotor de paz reconocido por el Gobierno de Colombia.

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