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¿Empresarios o parásitos sociales?

El sistema colombiano está podrido en su base. Es menester un cambio que contribuya a sanearlo. Sanearlo con empresarios no con parásitos sociales. Creo que el Pacto Histórico traerá ese cambio.

Imagen de Ulrich B. en Pixabay

Imagen de Ulrich B. en Pixabay

Empresario es una persona que invierte y arriesga su capital en un área productiva. Un parásito social, en cambio, es un individuo que se enriquece de la noche a la mañana. Un empresario que invierte en innovación o desarrollo, por ejemplo, corre el riesgo de ganar a largo plazo o perderlo todo. Un parásito social que anida en las cloacas del Estado siempre gana, nunca pierde. En víspera electoral nos tratan de vender gato por liebre. Rotular como empresarios a meros parásitos sociales.

Colombia tiene buenos empresarios. Sobre todo, en las nuevas generaciones. Mauricio Ángel, por ejemplo, fundó y dirige Ideagro, una exitosa compañía que ensambla maquinaria agropecuaria para pequeños y medianos productores. Gina Jiménez Vergara, una chica con apenas veinticuatro años, creó junto con su hermano Brayan una aplicación llamada Comproagro que facilita el comercio agrícola entre los campesinos y los consumidores, esquivando a los intermediarios y especuladores. Juan Diego Cepeda es un chico bogotano fundador de Solar Mision, una de las compañías que lidera en los Estados Unidos el negocio de las energías renovables. Como estos tres empresarios hay cientos en Colombia que traen bienestar y desarrollo. Empresarias modernas, comprometidas con la sostenibilidad y el medio ambiente, amén de tratar con decoro a sus trabajadores. 

En Colombia abundan los parásitos sociales. Individuos —como Tony Montana— que caminan por el filo de una navaja. Delincuentes cubiertos de una pátina empresarial. Es el caso de Emilio Tapia que sigue haciendo de las suyas. Puerco ladrón no olvida el portillo, decía mi abuelo cuando los animales del vecino se comían los frutos de su huerta. Emilio Tapia, como buen parásito social, hizo fortuna con el dinero de los contribuyentes. Hay casos como el de Alfonso del Cristo Hilsaca Eljade, más conocido como “El Turco Hilsaca”, que lleva más de tres décadas haciendo “negocios” con el Estado. ¿Gran corrupto o ejemplar empresario? se preguntaba Salud Hernández Mora cuando escribía para El Tiempo. Hilsaca y Tapia son la clase de “empresarios” que avergüenzan al país y echan a sus empleados si no votan por el que ellos digan.  

Los parásitos sociales son los principales promotores del estatu quo. La desigualdad es su catecismo. Sacan provecho de la violencia y el soborno. Hacen causa contra los pobres y los desfavorecidos. Les aterra el cambio. Les produce vértigo la modernidad. Consideran a la educación como un anatema. El odio, la amenaza y el miedo son sus argumentos. “El Turco Hilsaca” trató por todos los medios de impedir que Guillermo Torres Cuéter (Julián Conrado) se alzara con la alcaldía de Turbaco, una de sus más preciadas vetas de corrupción. No pudo. Julián Conrado, elegido por Colombia Humana y la Unión Patriótica, ha demostrado con creces que el cambio sirvió para que el pueblo progresara. El cantante del pueblo, como se le conoce, ha recibido dos galardones en 2021: mejor alcalde solidario e incluyente de Colombia por su programa con los adultos mayores y discapacitados, y alcalde más comprometido con la niñez y la adolescencia, premio que recibió en la Casa de Nariño. 

El sistema colombiano está podrido en su base. Es menester un cambio que contribuya a sanearlo. Sanearlo con empresarios no con parásitos sociales. Creo que el Pacto Histórico traerá ese cambio.

Comejenes, es mi última columna en EL COMEJÉN. Viene un tiempo nuevo. Salud.    

Escritor y analista político. Blog: En el puente: a las seis es la cita.

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