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Carolina Sanín: ¿Disentir o discernir?

Hubiéramos esperado un debate público, no armonioso pero sí constructivo, en un país de cientos de académicos y pocos intelectuales.

Ilustración de Cami Marín

Ilustración de Cami Marín

En Colombia está comenzando a tomar relevancia los podcasts, una manera superlativa de escuchar y de hacer radio tradicional. Esta forma de comunicación es muy buena para los que gustan hablar de sí mismos o compartir monólogos que, en los medios tradicionales, sería imposible. 

Tenemos buenos exponentes del podcast. Periodistas como María Jimena Duzán y Daniel Coronell, escritoras como Carolina Sanín o politólogas como Sara Tufano. Son personas que han sabido aprovechar este modelo de comunicación. Recientemente Carolina Sanín y Sara Tufano han chocado de manera explosiva en las redes sociales. El tema trans o queer fue el motivo de la colisión. 

Carolina Sanín, a través de en un video, expone su teoría trans. Como nunca antes y de manera generosa, explica por qué se siente violentada como mujer con la nueva perspectiva de género. 

Sanín afirma que la teoría trans borra de manera completa el concepto histórico de ser mujer. Abrió la lata. Afirma que las mujeres a través de la historia han tenido que reafirmarse y luchar por sus derechos y por un sitio en la sociedad.  Ante una realidad histórica, en la que millones de mujeres siguen luchando por sus derechos, la teoría trans —una subdivisión de la teoría queer— cuestiona que las personas sean clasificadas en categorías universales y fijas, como el hecho de nacer mujer en este caso. 

Ser mujer, según la teoría trans, no es tener biológicamente vagina, útero o liberar hormonas diferentes a las de un hombre, ni la capacidad de procrear. Tampoco te hace mujer el maquillaje, usar tacones o llevar el cabello largo. En esta teoría, los seres humanos no deben ser clasificados en términos binarios: hombre-mujer. 

Ser mujer, desde los comienzos de la civilización, ha consistido en llevar sobre sus hombros la obligación de garantizar la evolución, la continuidad civilizadora. Es ahí donde Sanín enfrenta la teoría queer. Esta situación nueva, como la llama, es una arremetida más contra las luchas por los derechos de las mujeres. Un concepto nuevo, creado e impuesto desde los Estados Unidos Norteamérica, dice Sanín. 

Carolina Sanín ha sido catalogada por los radicales extremistas LGBTIQ, como una TERF (sigla del inglés Trans-Exclusionary Radical Feminist). Lo que traduce en una Feminista Radical Transexcluyente. Ella insiste que no lo es y que simplemente está abriendo el debate sobre unas teorías que deconstruyen de manera radical el concepto clásico de mujer. 

Según Sanín el debate debe darse como una forma de ayudar a construir esta nueva realidad sin destruir lo que históricamente las mujeres han alcanzado. Insiste que como mujer e intelectual está en su derecho de debatir.  Y por supuesto a no estar de acuerdo. Nunca antes escuchamos a Sanín tan lúcida. 

Carolina Sanín ha soportado toda clase de ataques indiscriminados en las redes sociales. Ha sido cancelada incluso por una editorial que no comparte su posición sobre el tema. En este escenario aparece un nuevo actor en la confrontación: Sara Tufano. 

Sara Tufano defiende en una entrevista las teorías radicales sobre género. Es una transfeminista, como llaman a las feministas en Norteamérica que apoyan la teoría queer. Desde mi punto de vista no observo una deconstrucción del pensamiento heteropatriarcal, sino una destrucción del oponente a a través de la descalificación. Hay una negación total de las capacidades intelectuales de Carolina Sanín. Eso no está bien. 

Hubiéramos esperado un debate público, no armonioso pero sí constructivo, en un país de cientos de académicos y pocos intelectuales. Las redes sociales se disparan con cualquier cosa. Los haters están encarnizados. Tanto Sanín como Tufano tienen argumentos, pero siendo un tema relativamente nuevo en Colombia es saludable que se debata sin descalificaciones y groserías. 

Los Derechos Humanos nacieron especialmente por las mujeres, los ancianos y los menores de edad. Las personas históricamente más afectadas en las guerras y las tiranías. Desde esta perspectiva las nuevas teorías sobre género deben basarse desde los Derechos Humanos y no desde la cancelación del otro. Estamos frente a nuevas reivindicaciones históricas. Los colectivos LGBTIQ estamos logrando avances y reconocimientos.  

En la antigua Grecia, Roma y el Imperio Turco Otomano, por poner algunos ejemplos, existían diferentes formas de transexualidad, tácitamente aceptadas por la sociedad. Alejandro Magno amó perdidamente a un esclavo y cortesano persa llamado Bagoas, un eunuco considerado de cierta forma una mujer. A Nerón, uno de los emperadores más poderosos, abominables y persecutor de los cristianos, le fascinaban los efebos de gran belleza física y andrógina.  Esporo, su preferido, pasó de ser su amante a convertirse en su esposa. Como el matrimonio entre personas del mismo sexo era prohibido, la solución de Nerón fue castrar a su amante para que fuera considerado una mujer. 

Los eunucos en las cortes orientales tuvieron una función social: resguardar el harén. Su trabajo estaba basado en la castración de sus genitales y ausencia de virilidad.  Para nadie es un secreto que no solamente custodiaban los serrallos. En las culturas orientales eran considerados una especie de mujeres o un tercer género. Eran abusados sexualmente, usados para el placer, igual que las odaliscas.  

La teoría de Freud sobre el complejo de castración de la mujer, de la cual habló Sanín, queda completamente desfigurada con las pruebas históricas de la transexualidad, muchas veces impuestas y obligadas. Así que estos temas no deberían asustarnos. Nos han acompañado desde siempre.  Llegó la hora de debatirlos.

Son pocos y pocas las analistas que se atreven a abordar el tema. No quieren perder seguidores o likes. El debate está abierto. En un futuro cercano tendremos que convivir con estas nuevas realidades y aceptarlas. No hay que temer, estamos evolucionando, eso es civilidad, modernidad y futuro. Es lo único que hará que en nuestro país los Derechos Humanos sean respetados a todo nivel.

Activista Trans. Natural de Panamá. Padre venezolano y madre colombiana. Adelantó estudios de leyes y filosofía hasta que descubrió que lo suyo era el baile y la bohemia. Decidió entonces echarse a la calle. Su vida transcurre entre Cali y Buenaventura. Integrante de la última linea.

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