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Barcelona, sede del nuevo boom literario

Cincuenta años después, la historia se repite. Escritores procedentes de México, Colombia, Argentina, Perú, República Dominica, Ecuador o Chile se han instalado en Barcelona para desplegar todo su potencial literario.

Foto de Xaviér Cervera tomada de "La Vanguardia"

Foto de Xaviér Cervera tomada de "La Vanguardia"

A principios de los años 70 no era nada raro encontrarse a un futuro premio Nobel por el Paseo de Gràcia, en el restaurante La Balsa, en el Drugstore de Tuset o tomándose una copa en el Bocaccio.

Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa capitanearon el boom literario barcelonés y atrajeron a la capital catalana a otros grandes escritores latinos como Alfredo Bryce Echenique, José Donoso, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Jorge Edwards… cuyo talento floreció en Barcelona al calor de la agente literaria Carmen Balcells.

Cincuenta años después, la historia se repite. Escritores procedentes de México, Colombia, Argentina, Perú, República Dominica, Ecuador o Chile se han instalado en Barcelona para desplegar todo su potencial literario. La ciudad vive los años del nuevo boom. La potencia de su industria editorial sigue siendo el principal polo de atracción, aunque haya otros como la oferta académica, por ejemplo la del máster en Creación Literaria de IDEC-UPF, dirigido por Jorge Carrión y José María Micó, por el que ya han pasado los argentinos Samanta Schweblin –que vive en Berlín, aunque en enero se mudará a Barcelona–, Martín Caparrós o Belén López Peiró

Aún así, los ecos de Balcells todavía resuenan en la memoria de muchas de estas promesas literarias como en la de López Peiró, que es cliente de su agencia, y que despuntó con su primera novela Por qué volvías cada verano (Las Afueras), un crudo relato de los abusos que sufrió por pate de un familiar. A López Peiró, que ya está escribiendo su tercera novela, Barcelona le ha seducido, “porque es una ciudad rica en historias, diversidad y cultura”.

Fue también Balcells “quien me reinspiró la idea de Barcelona, que era mi sueño desde la adolescencia”, señala la poetisa y novelista mexicana Ale Oseguera, autora de Realidad en mono (Aloha). “Cuando conocí la ciudad respiré un aire de libertad que no había sentido nunca en mi Guadalajara natal. Después me debatí entre Buenos Aires y Santiago, pero cuando conocí el trabajo de Ballcells, con quien tuve la oportunidad de cenar en petit comité , retomé el sueño barcelonés”, añade la escritora que vive en la capital catalana desde 2006.

Belén y Ale ya habían sentido el gusanillo de las letras antes de instalarse en Barcelona. Pero Franco Chiaravalloti explica que “fue la ciudad la que me hizo escritor. Cuando salí de Argentina jamás imaginé que algún día publicaría un libro y ya llevo tres”. Insular (Tres Hermanas), es uno de ellos, un volumen de cuentos que quizá no hubiera llegado a ver la luz si Londres no fuese tan caro: “Yo quería instalarme en la capital británica, pero mis ahorros no me alcanzaban para residir en una ciudad tan costosa. Vine a Barcelona para ahorrar y ya llevo 20 años”.

Chiaravalloti y varios de sus colegas han participado en una foto colectiva para La Vanguardia que se tomó en lunes en Casa Amèrica Catalunya, punto de referencia y de encuentro de la literatura latinoamericana en Barcelona, y en otros lugares imprescindibles de la ciudad. La argentina Verónica Nieto, autora de La camarera de Artaud (Trampa Ediciones) también sintió esa especie de atracción invisible de la ciudad: “En Barcelona te vas quedando, aunque sea de forma inconsciente. Es una ciudad acogedora y también sigue siendo la capital editorial a nivel mundial”, afirma Nieto.

Aunque ya lleva muchos años en la ciudad, el poeta y novelista Matías Néspolo, autor de Antología seca de Green Hills (Emboscall), conserva su dulce acento argentino y coincide con Nieto en que “desde los años del boom Barcelona se convirtió en la capital de la literatura latinoamericana y esa centralidad en cierto sentido no se ha perdido, por lo menos en cuanto a la edición literaria en lengua castellana”.

Los poemas Biografía de pájaros y Con todos los soles lejanos le han servido a la ecuatoriana Bernardita Maldonado para impulsar su carrera literaria desde Barcelona a donde llegó “para reunirme con mi hijo que estudiaba violín en la ciudad”. Maldonado opina, como Nieto y Néspolo, que “las principales editoriales están acá y eso es importante para los escritores ”.

La colombiana Melba Escobar discrepa y considera que “la vitalidad como epicentro de las letras iberoamericanas que tuvo Barcelona en los años ochenta, hoy está en Madrid. La lengua castellana ha perdido su vigor aquí”. Sin embargo, Escobar es una enamorada de la capital catalana y está convencida de que “el cielo y la luz de Barcelona invitan a crear”. Acaba de publicar su última obra, Cuando éramos felices y no lo sabíamos (Ariel), y ya está terminando un nuevo libro.

Dice Roberto Wong que su literatura “se alimenta todavía de mi vida en México”, pero el autor de Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción , editado por el Gobierno de México, tiene “la certeza de que Barcelona es la ciudad en la que he vivido que más me gusta y que compagina mejor los mundos en que me muevo: el literario, el laboral y el latinoamericano”

La dominicana Sorayda Peguero cuenta que llegó a Barcelona «por azar”. “La ciudad me eligió a mí y tiene algo que me impulsa a descubrirla constantemente con ojos nuevos, como si cada vez fuera la primera”, relata la autora de Por aquí pasó una luciérnaga (Tusquets).

La chilena Constanza Ternicier se enamoró dos veces: “La primera, de la ciudad, fue un flechazo; la segunda, de una persona a la que conocí en Barcelona. Siempre tuvimos la idea de volver y acá estamos de nuevo.No descarto seguir moviéndome, porque me gusta experimentar, pero acá encontré mi lugar en el mundo”. Ahora compagina el trabajo con la búsqueda de editor para su tercera novela tras Hamaca (Caballo de Troya) y La trayectoria de los aviones en el aire (Comba).

Ese “flechazo” no es algo inusual. Luis Luna Maldonado, que ha publicado entre otras obras Aquí solo regalan perejil (Alfaguara) y Muertos bajo tierra fértil (Tusquets), reconoce que también lo sintió. Después de la intervención de Cupido, el escritor colombiano decidió quedarse en Barcelona “por lo vivido, por ser una ciudad de tamaño manejable, generosa en espacios, con mar y que se puede controlar desde una montaña”.

Y algo parecido siente la poeta, música, traductora y actriz argentina Flor Braier, que llegó a Barcelona en 2019 para trabajar en una serie de Isabel Coixet y ahora ama la ciudad “porque hay bibliotecas que dan al bosque; porque me gustan los lugares donde conviven las lenguas enredadas, porque también sueño, pienso y trabajo en catalán; porque hay menos prisa que en otras ciudades y porque es importante estar un poco perdida en la montaña y también poder ver un poco el mar”.

“En 2006 salí de la prisión luego de purgar una condena por rebelión. Acepté una invitación de la UAB. Había cerrado mi capítulo de lucha armada y mi deseo era contribuir a la paz y la reconciliación de Colombia”, explica el ex comandante de las Farc Yezid Arteta cuya “carrera literaria empezó en prisión y desde entonces no ha parado. En Barcelona he escrito tres libros”.

Su compatriota Isabel-Cristina Arenas vino a estudiar un máster, “pero con las años me di cuenta de que había razones ocultas que me trajeron a Barcelona”, relata la autora de Y eran una sola sombra (Candaya). Razones como “las caricaturas de Cobi cuando era niña, el gran amor de mi papá por el Barça, García Márquez y su vida en la ciudad, María dos Prazeres caminando por el barrio de Gràcia y la frase que canté tantas veces con uno de mis hermanos sin saber siquiera qué era el catalán: ‘Soc de Barcelona i em moro de calor’”.

Wilmar Cabrera llegó de Colombia para estudiar y “para desarrollar la que sería mi primera novela: Los fantasmas de Sarrià visten de chándal (Milenio). Una historia que gira sobre el demolido estadio de fútbol del Espanyol”. Cabrera lo tuvo muy claro desde el primer momento: “la novela se tenía que investigar, escribir y publicar aquí y no en otro lugar, ya que también está involucrado el mítico partido entre Italia y Brasil, disputado en el mismo estadio durante el Mundial de 1982”.

Son solo algunos de los miembros del nuevo boom latino-barcelonés. Hay muchos más autores afincados en la ciudad como Pola Oloixarac, Juan Manuel Chávez, Bruno Lloret, Cristina Rivera Garza o Fernanda García Lao… Y quién sabe, quizá paseando por el Poble Sec, tomando un vino en el Abirradero, una cerveza en el Bar Cèntric o participando en los viernes de Candaya se puede tropezar en la Barcelona del siglo XXI con un nuevo futuro premio Nobel.

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Reportaje publicado originalmente en el periódico La Vanguardia 

Equipo de redacción El Comején.

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