Alex Fattal es profesor asistente en el Departamento de Comunicación de la Universidad de California en San Diego. Su trabajo académico y creativo se centra en las representaciones del conflicto armado colombiano y en los esfuerzos por construir una paz duradera. Su trabajo está marcado por una perspectiva interdisciplinaria, combinando antropología sociocultural, estudios de medios y artes documentales.
Pregunta. Capitalismo, marketing, consumo y vigilancia global, son temas que conoces y tratas a fondo en el libro «Guerrilla marketing: contrainsurgencia y capitalismo en Colombia». ¿Cómo se ajusta esta visión de “ideología de la marca” en el escenario actual provocado por el Covid-19?
Respuesta. El libro habla de cómo el marketing está llamado a maquillar, esconder o distraer el hecho de que después de tanto neoliberalismo, las instituciones públicas se han vuelto cada vez más vacías en términos de su capacidad. Yo investigué esa dinámica en Colombia, pero se ve alrededor del mundo, con su sabor local. El Covid-19 está quitando esa máscara. Cuando pase el momento del susto, ¿qué pasará en el momento de enfrentarse cara a cara con una institucionalidad destrozada, si no hay una red a la que uno pueda sujetarse y el suelo, además, ni siquiera se ve de lo lejos que está? Es la mejor metáfora que me ocurre para este momento de ajustar cuentas con una guerra contra lo público por los últimos cuarenta años.
Sin ser alarmista, vale la pena recordar que las dos guerras mundiales ocurrieron en momentos multipolares. Eso no viene solo con Trump, pero él ha intensificado la dinámica.
P. Si hablamos de marketing y militarismo, ¿qué crees que está haciendo el Gobierno de Trump con el Covid-19 en Estados Unidos?
R. Es un momento agentivo y podría desembocar en un nuevo fascismo. Sería muy grave no reconocerlo. La reelección de Trump sería preocupante. Los daños que él ha hecho ya son muy graves y se multiplicarán muchas veces si vuelve elegir. Tengo la fortuna de estar en el estado de California que ha reaccionado bien frente al Covid-19, pero es difícil dimensionar lo que significa la respuesta del Gobierno federal de EE.UU. al Covid-19 en términos simbólicos.
El vergonzoso comportamiento de Trump hace que la idea de “un siglo americano” que proclamó Henry Luce, el magnate de Time en 1941, se cierre unos veinte años antes de que Luce lo visionara. A nivel global, el Covid-19 marca un giro más definitivo a un horizonte cada vez más multipolar e incierto. Sin ser alarmista, vale la pena recordar que las dos guerras mundiales ocurrieron en momentos multipolares. Eso no viene solo con Trump, pero él ha intensificado la dinámica.
Hay dos libros recientes de historia, uno de Greg Grandin que se llama El Fin del mito, y otro de Alfred McCoy, En la Sombra del siglo americano, que muestran como Trump ha acelerado unas contradicciones que vienen desde el 11 de septiembre (y mucho antes realmente). Ambos indagan sobre la relación de imperio en el exterior y la democracia en casa.
Mark Twain se preocupó por las consecuencias de esa contradicción al final del siglo XIX, cuando EE.UU. ganó la guerra hispano-americana y arrebató varios territorios a España. Durante la Guerra Fría, había una narrativa para normalizar esas contradicciones. Pero el poder de esa narrativa se disuelve con la guerra contra el terror que no tiene la misma conveniencia de un enemigo estatal y estable.
El punto de quiebre es la invasión de Iraq cuando el Gobierno norteamericano pierde mucha credibilidad, y el desenlace de la guerra en Afganistán. El documentalista Adam Curtis argumentó que EE.UU. está enfrentando una crisis parecida a la de la Unión Soviética al retirarse de Afganistán, que los fantasmas en que se convirtieron los veteranos desafiaban la fundación ideológica de la Unión Soviética.
En mi libro hablo de la “guerra de marcas.” Aunque Trump es su personificación, el Covid-19 es una situación que el marketing no lograr ocultar. Trump lo reconoce y teme perder su reelección por esto. Hace años entrevisté a un exguerrillero colombiano en Suecia que me compartió el dicho “un oso herido es capaz de cualquier cosa.” Pues así es la situación actual en Estados Unidos. El presidente está intentando salvar su propio pellejo en la reelección y no le importa lo que cueste, ni en vidas, ni en institucionalidad.
P. ¿Crees que los medios de comunicación en Estados Unidos tienen capacidad o recursos suficientes para enfrentarse a las fake news que se extienden más rápido que el coronavirus?
R. La primera enmienda de la constitución (libertad de expresión) ha sido el eje más importante de la democracia, pero al mismo tiempo se vuelve un punto débil en esta coyuntura político-tecnológica en que la mentira es impune. El interés publico no puede competir contra los grandes medios. Que el sistema informático llegue a este nivel de privatización es una amenaza a la democracia. El presidente es la fake news más grande y los medios masivos siguen dándole resonancia por su parcialidad a la autoridad.
El gremio periodístico ha reconocido la importancia de esto y hay un esfuerzo por dar buena información en este momento, pero aún así, el sistema informativo está bastante corrompido. Es urgente repensarlo, pero no se ve una salida a mediano plazo. Hay un gran libro sobre esto que tiene unas propuestas sobre políticas públicas interesantes que se llama Democracia sin periodismo: enfrentando la sociedad de desinformación de Victor Pickard. Lo recomiendo.
P. Trump escribió en Twitter: “¡Liberen Minnesota!, ¡Liberen Michigan!, ¡Liberen Virginia!, ¡salvad vuestra segunda enmienda! ¡Están bajo asalto!” La segunda enmienda hace referencia a la libertad de portar armas. ¿Crees que se trata de un apoyo no formal a los manifestantes o de una abierta declaración de intensiones de cara a las futuras elecciones?
R. De alguna forma a Trump le gusta coquetear con la amenaza de fomentar una guerra civil. En términos absolutos su base es una minoría, pero está muy bien armado y la venta de armas en EE.UU. se ha disparado en los últimos meses de la crisis del Covid-19. Es lo que digo cuando aviso sobre la posibilidad del fascismo el EE.UU. Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos intelectuales alemanes que llegaron a Nueva York vieron resonancias entre la Alemania Weimar, con los cultos de celebridad y cultura consumista de los EE.UU. Trump es la ejemplificación de ese eco, y ahora que estamos al borde a una depresión económica la comparación es aún mas preocupante.
De alguna forma con ese grito de “libertad” está repitiendo lemas de un gobierno revolucionario, que aun estando en el poder se posiciona como el amenazado. El llamado a la liberación es irónico y nefasto, y cabe en un contexto más amplio en que la derecha acopla los discursos y estrategias de la izquierda.
P. ¿Qué le hace falta, desde el punto de vista del marketing político, a Joe Biden para llegar a la Casa Blanca? ¿Crees que tiene posibilidades de ganar?
R. Biden tiene que ganar. La decisión de la vicepresidencia sería clave. Tiene que ser una que ayude a captar la energía que tenía Sanders y Warren. Alguien más joven que tenga carisma y que pueda ayudar en los estados claves del medio-occidente del país, Pennsylvania y Florida. El debate del Partido Demócrata entre la franja progresista y los liberales de centro izquierda es bastante estúpido. Deben aliarse en este momento. Ambos sectores son necesarios para ganar. La necesidad de coalición es mas urgente que nunca.
P. ¿Recomendaciones?
R. El documental Midnight Family es demasiada bueno. Se trata de una familia que trabaja en el servicio de ambulancias privadas en Ciudad de México. Es un retrato de una familia linda, pero en condiciones difíciles que les hace sortear situaciones éticamente complicadas.
Recientemente terminé de lanzar un corto también, que aspira a semejante complejidad que de pronto les puede interesar a sus lectores. Se llama Limbo y es un retrato de un exguerrillero de las FARC grabado en un furgón de un camión convertido en una cámara oscura.
¡Gracias!