Después de 20 años de salir al público mi último libro de poemas De gritos y tardes femeninas, me decidí a publicar en Madrid Melizza, juntos moriremos menos, un libro que en principio pretendía ser una novela, y que nació como tal, pero que en medio del camino sufrió esas metamorfosis que no tienen explicación alguna fuera de la Patafísica, una forma de ver y sentir el mundo creada por Julio Cortázar. En efecto, la génesis de Melizza tuvo su origen en la lectura de un relato de Julio Cortázar llamado “Lala”, que aparece en Salvo el crepúsculo.
Y ese señor, era nada más ni nada menos que el punk de cabellos verdes que bebía whisky con otros tres cronopios junto a la tumba del gran Cortázar el día de su entierro en el cementerio de Montparnasse de París.
Esa chica del relato de Cortázar, como todas las mujeres de su obra, tiene la magia de ser una y mil mujeres a la vez. Se parecen tanto una a la otra, que uno termina confundiendo la realidad con la ficción, o lo que es peor, la ilusión con la efímera verdad de nuestras causas. Entonces me pareció que debía escribir otra versión, la mía, de la “Lala” de Julio Cortázar. Y escribí una novela que la llamé Melizza, juntos moriremos menos. La misma que después transformé en una serie de poemas que fue lo que finalmente publicó Turpín Editores.
Pronto entró en acción la Patafísica. De la editorial me dieron un teléfono para que hablara con un tal José Alias, que era quien iba a presentar el libro y quien, además, era el encargado de la colección Johnny Walker de Poesía y que en esta ocasión estaba conformada por cuatro colombianos.
Y ese señor, era nada más ni nada menos que el punk de cabellos verdes que bebía whisky con otros tres cronopios junto a la tumba del gran Cortázar el día de su entierro en el cementerio de Montparnasse de París. Fue él quien me aclaró que ‘Lala’, era un capítulo de El libro de Manuel una controvertida novela del autor de Rayuela, que con el tiempo el propio Cortázar no sabía porqué no había incluido aquel capítulo revelador.
José Alias escribió un libro llamado Julio y Carol, Crónica de una amistad y en él nos cuenta las intimidades que hizo de Julio uno de los seres humanos más excepcionales de la tierra. José Alias es un ser sin grandes pretensiones, que pone en manos del lector fotografías de su autoría y de Carol, compañera sentimental de Cortázar. Cartas de aquí y de allá, lugares, sentimientos, certezas, sueños, realidades y testimonios de una amistad cargada de vida y aventura. La admiración de Alias por Julio, el cronopio mayor, se refleja ya en un libro anterior, Tres décadas /Tres poemarios /33 fotografías, donde se puede leer un poema dedicado a Julio:
“Anoté en un recuadro oculto en la recámara
las más finas perlas del miedo y el sueño
y de la última bala
en un puñado de pólvora
quedó mi de ceniza
mi sangre sin causa”.
Como Julio, José Alias escribe su particular visión del mundo desde otro lugar, desde esa especie de mundo paralelo donde ocurren como si fueran normales cosas y fenómenos nada comprensibles para la mayoría de los mortales. Y es en esos espacios donde las golondrinas se atreven a hacer sus nidos en su oreja derecha, sin que Alias lo tome como problema. Lo escribe en su libro de poemas Entretanto de la misma colección Johnny Walker. El libro Julio y Carol es, a estas alturas, un texto esencial para quienes admiran la obra literaria del escritor argentino y su relación con la realidad universal, cuyas leyes que lo rigen aún no son tan evidentes. Un fenómeno más de la Patafísica.
Al leer el libro de José Alias, tuve la certeza de que, si existe esa enorme figura universal vislumbrada por Julio Cortázar, es un enorme animal formado por numerosas galaxias donde cada uno de nosotros es el elemento más simple de ella y donde ‘Lala’ tiene la misión de abrir un hueco en la oscuridad.
Mayúscula sorpresa, pues, que por esas leyes de Patafísica, (que muchos llaman casualidad o causalidad), yo terminé escribiendo un poemario inspirado en ‘Lala’, y que uno de los entrañables amigos de Cortázar anduviera por ahí, buscando sin buscar, una oportunidad más para hablar del escritor argentino y de su larga y memorable vida.
‘Lala’, en la literatura universal terminará siendo la esencia femenina del ser humano, la única mujer plural y cosmopolita capaz de tatuar el corazón y la mente, el alma y el cuerpo al mismo tiempo. Melizza sigue esa huella cortazariana, sin pretender otra cosa que asumir el destino poético de mis sentimientos. Al leer el libro de José Alias, tuve la certeza de que, si existe esa enorme figura universal vislumbrada por Julio Cortázar, es un enorme animal formado por numerosas galaxias donde cada uno de nosotros es el elemento más simple de ella y donde ‘Lala’ tiene la misión de abrir un hueco en la oscuridad. Lo mismo que Melizza trata de no quedarse en esa especie de historia que nunca nadie se atreverá a contar.
Conocer y leer a uno de los amigos de Julio Cortázar, y que éste sea quien presente en público un libro de poemas inspirado en un personaje de Julio es apenas el comienzo del círculo. Nadie sabe qué viene después, y me queda ese sabor a vaciada inquietud de cuando la Maga trataba de adivinar si Oliveira estaba dormido tras la puerta o estaba viajando a Marsella.