No lo conozco, pero siento que somos muy parecidos. Jamás he visto su rostro, pero no es necesario. En las imágenes y mensajes de voz que me envía desde la Loma de la Dignidad, Puerto Resistencia o la Universidad del Valle se pueden ver y escuchar a los verdaderos protagonistas de la historia.
Jonathan aterrizó por primera vez en Colombia en 2007. En lo que empieza a parecerse a un acento caleño que se va deshaciendo de las aristas del inglés, me cuenta que se metió en los temas de derechos humanos “muy rápidamente, sobre todo, en temas de solidaridad. Yo no sabía mucho de lo que pasaba en Colombia, pero al llegar y ver, escuchar, aprender, me sentí en la obligación de hacer algo”.
Se acercó a organizaciones de derechos humanos, indígenas y sindicatos, y se convirtió en educador popular. Ha vivido entre Colombia e Inglaterra en los últimos años. La pandemia lo cogió allá del lado frío del Atlántico, pero la historia lo encontró en Cali.
Jonathan ha sido clave durante la primera semana de paro. Gracias a su traducción en vivo y en directo, desde las barricadas de Cali, los periodistas noruegos han logrado llegar hasta los verdaderos protagonistas del paro nacional. En entrevista para EL COMEJÉN Jonathan nos cuenta cómo se ve la revuelta con los ojos de un extranjero.
¿Cómo terminaste involucrado en las manifestaciones?
Para mí sería difícil no estar involucrado, estar acompañando, haciendo parte de algo tan monumental, tan histórico. Este es un momento realmente muy importante en la historia de este país. Yo también pude estar en el 2017 en el paro cívico en Buenaventura y hay muchos paralelos. Hay mucha diferencia, por supuesto, pero hay paralelos con lo que se ha vivido en estos días en Cali con esta situación.
Has estado en Siloe, en Puerto Resistencia, ahora mismo me dices que estás en la UNIVALLE. ¿Qué es lo que se siente en las calles de Cali en este momento?
Lo que se siente en las calles en Cali en este momento es tensión. Definitivamente se percibe una tensión permanente, una zozobra creada por la militarización absoluta de la ciudad. Tenemos helicópteros sobrevolando a menudo, helicópteros de la policía, helicópteros BlackHawk del ejército. Realmente en los puntos de concentración se siente la tensión. Por ejemplo, en Puerto Resistencia, donde pasamos todo el miércoles cinco de mayo, había muchísima gente congregada, tal vez unas tres o cuatro mil personas. Pero se sentía en el aire una tensión nerviosa. No era como en los primeros días que en las marchas se sentía una alegría entre los manifestantes. Esta vez se sintió un poco diferente, se sintió una tensión.
Por un lado, porque varios puntos de resistencia han sido blanco de mucha represión y ataques de parte de la fuerza pública. Pero también había una tensión extra porque el día anterior, Álvaro Uribe había puesto un trino donde él denunciaba que en Puerto Resistencia había personas armadas, que había resistencia armada allá y la gente lo tomó como una amenaza, es casi una instrucción de ataque hacia las fuerzas oscuras que él controla. Una orden de actuar con violencia.
Se ha manejado mucho también el tema del terror en la radio. Se está hablando de escasez de alimentos en muchas tiendas. Hasta hoy no se conseguían ciertos alimentos. Pero hoy se hizo un corredor humanitario, ya hay abastecimiento y por lo menos se baja la tensión un poco. Porque esa es la vieja estrategia, culpar a los que están haciendo los bloqueos en las carreteras de no dejar pasar la comida. Eso tiene algo de verdad, pero es parte del manual de cómo actuar en estas situaciones. Hicieron lo mismo en Buenaventura, empiezan a pasar el rumor de que ya hay escasez, entonces la gente compra más y también se genera una escasez porque la gente empieza a comprar de todo.
¿Qué ves en los ojos de la gente que te cruzas en las marchas?
Lo que yo tengo grabado son los ojos de los chicos que están en la primera línea en Puerto Resistencia, porque los ojos son la única parte del cuerpo de ellos que se ve, porque están totalmente tapados, no se dejan tomar fotos. Pero estos chicos, hermano, estos chicos tienen una mirada de dignidad, de fuerza, de resistencia. También de miedo. Quedé muy impactado. Estamos hablando de chicos de los barrios que están poniendo sus cuerpos, sus pechos, sus vidas en la línea de fuego.
Uno de ellos me dijo: “A mí me han negado todo, absolutamente todo, desde que yo nací. Entonces, ¿yo qué tengo que perder? O me matan aquí, o me matan allá en la casa de hambre porque tenemos hambre.” Otro de los muchachos dijo que había comido mejor en medio de este paro que lo que había comido durante este último año. Eso da una idea de cómo está el tema del hambre y la pobreza.
Eso es lo que yo he visto en los ojos de la gente y particularmente de estos chicos que están ahí demostrando y poniendo sus vidas en riesgo y dando una lección a Colombia y al mundo de lo que es la dignidad y lo que significa luchar realmente por la vida y por los derechos de uno. Y por hacerse sentir y escuchar.
¿Es cierto que los que están en las calles son vándalos terroristas que quieren acabar con el país?
No es cierto, a menos de que estés hablando de la policía y del Estado, porque en este momento los que han implementado una estrategia de terrorismo son los agentes del Estado. Lo que hemos vivido en Cali desde el 28 de abril ha sido una operación militar a escala de ciudad.
Cali ha estado bajo sitio, con un tratamiento totalmente guerrerista. El Estado ha usado todos los medios, la gran mayoría de ellos inconstitucionales e ilegales, para crear terror y miedo en la gente. Eso ha incluido usar fuerzas sin identificarse, personas de civil que han disparado contra la gente y que después se ha podido establecer que son policías, solo por nombrar algunos ejemplos. Ha habido también actos de vandalismo y saqueo, eso no se puede negar. Pero yo he sido testigo de que las personas que han estado en eso no pertenecen al paro, no pertenecen a las protestas.
Tuvimos la misma situación durante el paro de Buenaventura. También vimos circunstancias muy extrañas, que después se pudo establecer que fueron agentes del Estado que estaban facilitando y en algunos casos participando en la organización del saqueo de diferentes establecimientos comerciales. Entonces, tampoco se puede descartar un involucramiento aquí, pero para mí son dos dinámicas diferentes. Lo que se quiere es estigmatizar al paro con esas acciones vandálicas, pero yo creo que hay que separar las dos cosas.
¿Qué crees que se puede hacer desde el exterior?
Se puede hacer mucho desde el exterior. Yo creo que en un momento así, donde el Gobierno colombiano ha suspendido todos los derechos civiles, los derechos constitucionales y que está pasando por encima de todo, la presión desde el exterior es uno de los mecanismos más importantes para frenar esta violencia y para presionar a que el Gobierno colombiano entre en un diálogo social que involucre una participación verdadera de estos sectores marginalizados que están gritando que algo tiene que cambiar en Colombia.
Entonces yo creo que es un deber ético de los ciudadanos del mundo poner los ojos, visibilizar, compartir información. Pero más allá de eso, tomar acciones frente a las embajadas; en Londres, en Nueva York, en diferentes países de Europa; en Canadá ha habido movilizaciones, plantones afuera de las embajadas. Yo creo que en este momento necesitamos muchas acciones, acción directa. En Francia se hizo una toma pacífica del consulado colombiano y creo que ese es el tipo de acciones que necesitamos. Lo que hemos visto también es que precisamente este paro ha despertado muchísima solidaridad y muchísima acción a favor del pueblo colombiano. En Londres vimos que había dos mil personas en la protesta en Trafalgar Square hace unos días. Creo que hoy fue el tercer o cuarto plantón en Londres, y así en muchas otras ciudades. Por supuesto, siempre también la comunicación, la visibilización de lo que está pasando.