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Santiago de Chile y el fenómeno de la comunista Irací Hassler Jacob

En su versión programática, su llamada a construir la democracia desde la vida cotidiana, sumó no solo a sus copartidarios, sino a una amplia gama de organizaciones sociales y populares e independientes partícipes de su idea de que el cambio es ahora.

Irací Hassler con Daniel Jadue

Irací Hassler junto a Daniel Jadue, candidato del Partido Comunista Chileno a la presidencia. Imagen del portal de Irací

Corrían los días de campaña. ¿Quiénes de aquí se declaran feministas?, la pregunta formulada por la prestigiosa presentadora descolocó al conjunto de los aspirantes al cargo administrativo que después de la presidencia de la república y la recién creada gobernación metropolitana es el cargo más emblemático del poder en Chile. Entre una plantilla de seis candidatos – Irací Hassler Jacob – declarada feminista y militante del Partido Comunista, era la única que con seriedad podía hablar del tema. No solo ante esta interrogación, sino durante todo el debate, se mantuvo férrea ante los dubitativos contrincantes y sus débiles afirmaciones, mostrósobradamente que tenía lo que hacía falta para alzarse con el triunfo en las elecciones municipales en juego. 

La joven economista y hoy alcaldesa electa por el proyecto “Alcaldía Constituyente” se planteó desde entonces un programa de gobierno que apunta a transformar la noción misma de la gestión municipal desde un enfoque de derechos que reconozca la diversidad del tejido social presente en el territorio. Enarbolando como punta de la lanza el diálogo democrático se propone, por ejemplo, abordar los aspectos de la seguridad ciudadana, interviniendo en la forma en que opera la institución policial en los territorios de la comuna y en su relación con los habitantes, apartándose del esquema criminalizador característico de quienes la antecedieron en el cargo. Esquema que entre otras cosas conoció de cerca, trasegando las calles santiaguinas en demanda de una educación pública, gratuita y de calidad como estudiante universitaria durante sus primeros pasos de activista, y posteriormente, como dirigente de la poderosa Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.

Capaz de reconocer el esplendor y el declive propios de la historia, y convencida de la necesidad de luchar por introducir cambios estructurales en procura del buen vivir en la sociedad actual, reconoce que en las páginas de El Capital encontró elementos suficientes para iniciar su camino de militante comunista. Cualquiera podría equivocarse, pues no hablamos de otra época, o de una persona mayor, sino de la millenial que, -como ella misma dice- “dejando los pies en la calle” derrotó al representante de la más rancia clase política tradicional que postulaba a ser reelecto alcalde comunal en Santiago.

En su versión programática, su llamada a construir la democracia desde la vida cotidiana, sumó no solo a sus copartidarios, sino a una amplia gama de organizaciones sociales y populares e independientes partícipes de su idea de que el cambio es ahora. Es de anotar que de la misma forma en que esta visión fue su principal fortaleza, podría tornarse con el tiempo su principal amenaza, pues sin lugar a dudas “una democracia participativa y directa” con “consultas vinculantes en las decisiones municipales”, y el fomento de un sistema de “cogestión del municipal” es quizá su principal prueba de fuego. Esto por cuanto, el residente comunal de a pie arrastra con los males propios de quien sobrevive en un Estado subsidiario como el chileno, le aquejan problemas puntuales respecto de los cuales requiere soluciones inmediatas, razón por la cual está poco dispuesto a la aceptación de los procesos que involucran las burocracias y los términos en los que se gestiona la ciudad. Esto sin entrar en el detalle de la promesa despatriarcalizadora, feminista y diversa presente en cada discurso. Sobra decir que, en este orden, faltan manos determinadas a trajinar esta vía, y sobran detractores dispuestos a todo en las diversas esferas de la sociedad.

Por lo pronto, un buen cúmulo de vecinos y vecinas de Santiago goza de haber mandado para la casa al sobrino bisnieto-nieto de dos expresidentes de la república, un gesto más de que las élites multicolores de los partidos en nuestra América -que han sentido últimamente “pasos de animal grande”-, deben repensar en todos los órdenes y tendencias su relación con las juventudes y el poder de transformación y cambio que gravita en su entorno. De más está señalar que en la historia reciente ningún inquilino de la Ilustre Municipalidad de Santiago ha logrado su reelección, -aun cuando todos los han intentado-. Así las cosas, quizá la sistematicidad del trabajo propia de los “reinos de las abejas” pueda en cuatro años más sorprender nuevamente a la derecha chilena. Solo el tiempo lo dirá, si así fuere, Irací (nombre indígena tupí-guaraní que significa reino de las abejas) Hassler Jacob y su capacidad de trabajo le haría una vez más honor a su nombre. 

Sociólogo y Docente Investigador radicado en Chile

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