Por Sara González
Cuando la policía de Nueva York protagonizó una de sus habituales redadas en el bar Stonewall Inn la madrugada del 28 de junio de 1969, no se imaginaba que todo iba a cambiar. Esa noche, ocho agentes irrumpieron en uno de los pocos locales clandestinos donde se reunían tanto homosexuales como transexuales. Pero esta vez, los clientes del lugar ubicado en Greenwich Village se negaron a ser identificados.
Mientras los cuerpos de seguridad trataban de arrestar a los presentes, se corrió la voz. Cuando los agentes quisieron salir, casi un centenar de personas rodeaban el local. Llegaron a ser casi 600. Lo que siguió fueron seis noches de disturbios y confrontación con la policía. La redada de Stonewall inspiró el primer Orgullo y sigue siendo un referente de las luchas LGTBIQ+ medio siglo después.
Aquella noche Martha Shelley, que por entonces tenía 26 años, estaba mostrando el barrio neoyorquino a dos mujeres. Era la portavoz de la primera organización de defensa de derechos de lesbianas, Daughters of Bilitis. La madrugada del 28 de junio no se percató de lo que estaba pasando. «Pensé que era una manifestación en contra de la guerra«, recuerda a Newtral. «Dos días después, leí en los periódicos que era una protesta en defensa de los gays y me emocioné mucho. Propuse hacer la primera marcha de protesta y ayudé a organizarla«, cuenta.
Junto con otras personas formó el Frente de Liberación Gay, que un mes después, organizó la primera manifestación pública abiertamente gay en la costa Este de Estados Unidos. Acudieron unas 400 personas y fue el precedente del primer orgullo de Nueva York, que se celebró un año después, en el primer aniversario de Stonewall.
Para Shelley, que ahora tiene 75 años y ha desarrollado una carrera como escritora, esa época fue como si le hubieran quitado un gran peso de encima. «Ya no sentía la presión social de disculparme por ser gay o tratar de ser bisexual, como me pedían«, explica a Newtral. Hasta 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría consideraba la homosexualidad como una enfermedad mental. Dos personas del mismo sexo no podían mostrar signos de afecto y se enfrentaban incluso a la castración legal si mantenían relaciones sexuales en su propia casa. Illinois era el único estado donde era legal tener relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. En Nueva York, una ley enunciaba que una persona no podía llevar más de tres piezas de ropa de otro género.
En un documental publicado por la Universidad de Nueva York por los cincuenta años de Stonewall, algunos de los que estaban implicados en el movimiento LGTB explican el miedo con el que vivían en ese entonces. Parejas lesbianas podían perder la custodia de sus hijos, por ejemplo. Además, «si tenías tu identificación de estudiante y te pillaban, podían llamar a la escuela y decir que estabas en ese bar. Podían llamar a tu jefe, a tu familia y a tu casero. Sin ser arrestado, podías perder todo: tu casa, tu educación, tu trabajo. Pero no había otros lugares a los que ir «, recuerda Karla Jay, en referencia al Stonewall Inn.
La mayoría de los que frecuentaba el bar lo describen como un lugar insalubre con bebidas alcohólicas aguadas pero donde se podía bailar con quien quisieras y con el sonido de una máquina de discos. Para entrar, había que pasar por un portero, pagar la entrada y firmar un registro.
No se sabe exactamente quien inició la confrontación con la policía la madrugada del 28 de junio. Pero la primera noche, según los testigos presentes, acudió más de medio millar de personas. La segunda cerca de 2.000 y la última noche entre 500 y 1.000. No era la primera vez que se enfrentaban personas del colectivo LGTB con la policía, pero Stonewall representó un punto de inflexión.
En uno de sus textos sobre los disturbios, el historiador Martin Duberman relata que la multitud recogía y lanzaba a la policía monedas, botellas, latas y ladrillos. El bar, regentado por la mafia que solía pagar sobornos a la policía, estaba en ruinas. En las ventanas que daban a la calle, manifestantes habían garabateado los siguientes eslóganes:»Invadieron nuestros derechos. Legalicen los bares gays, apoyen al poder gay».
Después de los disturbios, la plataforma Frente de Liberación Gay no solo empezó a organizar manifestaciones sino que tenía un periódico, hacía eventos culturales y se aliaba con otros grupos. «La base era el derecho a controlar nuestro propio cuerpo«, explica Shelley. Asegura que la mayoría de sus integrantes venía de otras luchas que habían emergido en el país a finales de los años sesenta. Y que los que participaron en los disturbios «estaban mezclados, porque los clientes del bar eran de diferentes razas«.
Cincuenta años después, la policía de Nueva York acaba de pedir perdón por su actuación. «Lo que pasó no debería haber pasado«, dijo el comisario John O’Neill el 6 de junio. «Las acciones emprendidas por la policía de Nueva York estuvieron mal. Las acciones y las leyes eran discriminatorias y opresivas, y por ello pido disculpas«, recalcó. El Stonewall Inn fue declarado monumento nacional en 2016.
Para Shelley, lo que pasó aquella madrugada fue un punto de partida para empezar a cambiar las cosas. «Un pequeño grupo de personas ordinarias puede cambiar la historia y no necesitamos esperar que un salvador o un presidente nos de nuestros derechos en una bandeja» , insiste desde Nueva York. Pero también recuerda que queda mucho por hacer en el presente. La actual administración de Donald Trump «quiere eliminar esos derechos, uno a uno, comenzando con el de las personas transgénero a servir en el ejército «. Después de todos estos años, sigue pensando que hay que seguir luchando porque siempre habrá alguien «tratando de provocar odio contra nosotros y contra otras minorías«.
Texto publicado en el portal Newtral