Hace unos días y de forma genuina llegó a mí un ejemplar del libro Para la guerra nada, escrito por Marta Gómez e ilustrado por Daniela Violi. No pude dejar de recordar la canción de la cual nace este libro y nace este mensaje que llena por montones el alma; y no lo pude hacer por ese profundo y revelador sentimiento de esperanza que le ha dado a Colombia y a los ciudadanos del mundo; esa canción con el mismo nombre de la obra que hoy nos convida, y es este mismo sentimiento el que me ha dejado el leer y ver este libro.
La propuesta no es otra que el cantar de la paz. El grito artístico y resistente desde la paz como cotidianidad; la paz como resurgir de una nación empecinada con la guerra, pero desde las páginas hacia los más chicos. Un país para la paz, un país cansado, hastiado de asesinar de todas las formas y narrar desde todos sus frentes una guerra que parece infinita, pero a su vez, parece enclenque ante el movimiento que genera este libro.
El libro está profundamente ilustrado, conmovedoramente escrito y genuinamente elaborado. Veo esta obra acompañando a nuevas generaciones en el camino continuo hacia la paz, en la construcción de un país que sueña con fortalecer los cantos de la imaginación, de la felicidad y la humanidad. Ya me monto en este sueño; desde las páginas de una canción hecha libro, y de un país hecho para sumar voces y forjar bases que canten, cuenten y se adentren a los sentires más profundos de una Colombia que quiere, desde las páginas, pasar esas continuas y devastadoras décadas de guerra y siniestros pensares.
Quiero también decir que el libro es un movimiento de los sentires, de la esperanza que se siguen expandiendo, sembrando, y creciendo; ojalá germinando en el corazón de todos, incluyendo los que se han llamado a sí mismos guerreros.
Creo en el poder del título del libro y creo que a la guerra se la ha dado todo: primeras planas, políticas públicas, narración literaria, sentimientos y los hilos de poder de este país. Creo en el poder de la palabra y en el poder del nada para la guerra, del todo para los nuevos escenarios, para las nuevas ciudadanías y la convergencia entorno a las letras de paz.