‘‘Nadie percibió el honesto personaje que había en mi obra…,
ese personaje noble y honesto es la risa’’.
La salida del teatro (Gogol)
En el último capítulo de Teoría y estética de la novela, Bajtín hace un paralelismo entre la obra de Rabelais y la de Gogol, advirtiendo, más que la influencia directa o indirecta del primero sobre el segundo, ‘‘la relación directa de Gogol con las formas festivas de su tierra natal’’. Y, partiendo de allí, con la cultura popular de la risa, la risa festiva, carnavalesca, en donde la comida, bebida y el sexo tienen siempre un carácter festivo.
En la novela Aquellas pequeñas cosas o el chascarrillo de Tío Tombo, de Sergio Múñoz, ganadora del segundo concurso de novela inédita Opera Prima de Panamericana Editorial, encontramos ese carácter festivo y paródico, pero no en Ucrania sino en las tierras caucanas.
Una narración en primera persona, firmemente emparentada con la oralidad, en la que un sobrino da cuenta de las andanzas de su tío, un antiguo estudiante de literatura que abandona la carrera para meterse en la Policía; institución de la que es echado por corrupto. Su muerte sirve como excusa para que el narrador escriba una novela que tiene todos los juguetes, trago, tetas, polvos y peleas; y que, pretende, lo inscriba en el canon nacional, porque sinceramente lo único que quiere es que lo lean en Barcelona, pero, sobre todo, en Piendamó ‘‘su tierra natal’’.
Durante nueve días los amigos de Tio Tombo rezan la novena antes de enterrarlo. Hacen un “taitapuro”, (como un “año viejo”,un muñeco de paja o aserrín que se llena de pólvora para quemar en Nochevieja o en diversos carnavales como representación simbólica del año que termina) que representa al difunto, a quien rinden pleitesía echándole licor y haciéndole striptease. En las sucesivas borracheras ocurren todo tipo de peleas, balaceras, encuentros sexuales con prostitutas, bromas y, claro está, chistes de tío.
Este funeral es en realidad un carnaval en donde cada borrachera sobrepasa a la anterior; donde la tradición popular cristiana de rezar la novena se mezcla con el festín popular y sus excesos. Encuentro todos estos elementos análogos en la citada cultura popular de la risa descrita por Bajtín, que es uno de los autores predilectos del protagonista. No es detalle menor que se le entierre con una antología de los formalistas rusos.
Aunque la estructura de la novela está bien cimentada, el narrador nos hace creer que sólo nos cuenta las cosas para darle cierto tono, que muchas de las andanzas son completamente prescindibles, pero él es quien cuenta las vainas y sanseacabó. Si hay lugares comunes es su problema, el lector no es nadie para meterse en esto, el lector debe atenerse a lo narrado, a lo que el narrador disponga con el fin de organizar la función narrativa. En este sentido, veo este juego narrativo de interpelación al lector como una forma de chiste de tío entre escritores. (A decir verdad, esta parte de la reseña es completamente innecesaria, pero de esta forma aparento que me he leído la novela con mayor detenimiento).
Tío Tombo es una novela que se burla de sí misma, de sus pretensiones y que se burla del lector y de la sociedad que la parió. Es un gran chiste de tío, como dice el narrador “son esos chistes maricas que se echan los tíos en los almuerzos familiares, en primeras comuniones, en medio de un funeral o en una cena navideña. Chistes culos que a veces no pasan de un juego imbécil de palabras”.
Toda la sociedad colombiana se presenta así, como un gran chiste, un chiste macabro, homófobo, racista y misógino en donde la justicia es una payasada, pero nunca un mal chiste porque, al fin y al cabo, no hay chiste malo por donde estalla la risa, o no hay chiste malo sino mal contado. El chiste siempre está en la forma en cómo se cuenta y más aún el chiste de tío. Para qué doy ejemplos: todo el mundo tiene tíos.