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Son los campesinos los que hacen vivir a los demás

El gobierno fascista de Bolsonaro se enfoca exclusivamente en el sector del agronegocio buscando enflaquecer a todo costa la agricultura campesina.

Imagen de Art Tower en Pixabay

“Sin esta raza de hombres,

Realmente no sé cómo podrían vivir los demás ”

(Carlos Roberto Oliveira en Historia del trabajo )

Contra al discurso de que la seguridad alimentaria proviene de los agronegocio, el 70% de los alimentos que se consumen en Brasil proviene de la agricultura familiar. Con menos tierra, falta de crédito y asistencia técnica, son los campesinos quienes abastecen el mercado interno del país. Momentos de crisis como esta prueban que ni la soya ni la caña de azúcar sirven para alimentarnos. La agroindustria no es capaz de reducir el hambre, que después de décadas, nos asusta como un viejo fantasma. 

El pensador Josué de Castro ya declaró en 1946 en su célebre libro Geografía del hambre que esta es la expresión biológica de los males sociológicos. Incluso con el surgimiento de gobiernos progresistas y la esperanza de que llevarán a cabo reformas estructurales en el campo, persiste la intensa concentración de tierras en pocas manos en Brasil. Los terratenientes son diversos, toman muchas caras y su poder se extiende más allá del territorio nacional, son banqueros, empresarios, especuladores, políticos que encuentran apoyo para sus acciones en el Congreso Nacional a través del sector ruralista. Este sector desarrolla proyectos de ley que amenazan los bienes comunes y los pueblos de la tierra, entre los proyectos se encuentran la alteración de las demarcaciones de tierras indígenas y quilombos, permitiendo la entrada para explotarlas económicamente, la intensificación del uso de pesticidas, la regularización de tierras por autodeclaración que permite al grileiro reconocer la tierra como propia para expulsar a los pueblos tradicionales. 

Hasta el momento han sido donadas toneladas de alimentos que podrían haber sido votados en la basura como lo hacen los grandes empresarios en momentos de crisis. 

Datos del relatorio Conflictos en el Campo de Brasil en 2019 de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) indican un aumento de los conflictos, fueron 1833 casos en 2019, el número más elevado de los últimos 5 años. Estos datos reflejan la postura autoritaria del poder ejecutivo nacional que cotidianamente influencia y autoriza la violencia en el campo brasileño. Mientras se derrama sangre de quien vive y trabaja en la tierra, grupos del agronegocio pagan los comerciales más caros en la televisión para exhibir la ilusión de que “el agro es tech, el agro es pop, agro es todo”. Junto con este eslogan somos invadidos por imágenes que traen una agricultura moderna, sustentable, dinámica y responsable del crecimiento económico del país. 

El gobierno fascista de Bolsonaro se enfoca exclusivamente en el sector del agronegocio buscando enflaquecer a todo costa la agricultura campesina. El periódico De ojo en los ruralistas descubrió recientemente un documento del gobierno donde la casa civil proponía cambiar la obligación de compra de la agricultura familiar del Proyecto de Adquisición de Alimentos (PAA) en pro del agronegocio. Creado en el gobierno de Lula en 2003, este programa asegura la compra de alimentos por los Estados para distribuirlos a las personas en situación de inseguridad alimentaria y nutricional. Cumpliendo su agenda de muerte, el gobierno de Bolsonaro, se rehusa a comprar la producción de los pequeños agricultores dejando la población en situación de vulnerabilidad social. 

En contraste con esta acción, el Movimiento de los trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) viene dando una lección de solidaridad al distribuir en las periferias de las ciudades, asilos y hospitales una diversidad de alimentos producidos en los asentamientos. Son tubérculos, leche , arroz, granos, frutas y miel. Hasta el momento han sido donadas toneladas de alimentos que podrían haber sido votados en la basura como lo hacen los grandes empresarios en momentos de crisis. Al realizar esta acción, los movimientos sociales, las pastorales, la universidad, no invitan a retomar urgentemente el debate sobre la Reforma Agraria, no restringiendo su importancia apenas a los pueblos de la tierra, sino también a las ciudades, pues es evidente en esta crisis la conexión entre el fortalecimiento del campesinado y la seguridad alimentaria.

Grileiro: proviene de la descripción de una antigua práctica de documentos antiguos falsificados para obtener la posesión de un área determinada de tierra. Los papeles falsificados se colocaron en una caja con grillos. Con el tiempo, la acción de los insectos le dio a los documentos una apariencia envejecida.

Integrante del Laboratório de Estudos e Pesquisas sobre Espaço Agrário e Campesinato, Departamento de Geografia, Programa de Pós-Graduação em Geografia,Universidade Federal de Pernambuco.

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