La capital de la alegría, La Arenosa, la cuna del Carnaval se encuentra en coma inducido, no se mueve, no habla, no se manifiesta, vegeta.
La realidad barranquillera es conocida por quien la habita y conoce, se sabe que las cosas no andan bien, no están funcionando, que no hay timonel que conduzca la embarcación y la tripulación tampoco ayuda, pues, no se pellizca.
El modelo de ciudad implantado durante cuatro administraciones distritales en línea por parte del emporio familiar Char, se ha caracterizado por la construcción de obras y vías, parques, canalizaciones de arroyos (algunas fallidas) y vistosos escenarios deportivos.
La hegemonía charista se ha extendido a tal punto que no existe espacio de la vida ciudadana y cotidiana en el que sus empresas y conglomerados económicos no tengan las manos metidas.
Se desconoce que buena parte de la política del cemento como se le llama al legado charista bebió directamente de las fuentes de las administraciones del cura Hoyos, Edgard George y Guillermo Hoenigsberg,
Todo aquel que ose criticar algún asunto relacionado con la administración distrital es catalogado de resentido social y si la denuncia está bien soportada y se demuestra que hay corrupción, la respuesta automática es: no importa, roba pero hace. Esa es la nueva máxima de la gente barranquillera.
Se nos ha vendido ágilmente la idea de que los sobrecostos en las obras por corrupción, es justificada siempre y cuando se construya. Se tiende a reafirmar esta asunto, sobre lo que las administraciones de la izquierda hicieron y dejaron de hacer durante sus cuatro mandatos casi consecutivos.
Se desconoce que buena parte de la política del cemento como se le llama al legado charista bebió directamente de las fuentes de las administraciones del cura Hoyos, Edgard George y Guillermo Hoenigsberg, en el sentido que fueron éstos quienes emprendieron la carrera por adecuar la infraestructura de la ciudad a las necesidades de la población. Los megacolegios, la ampliación de la circunvalación y la recuperación de la ribera del río magdalena con fines de recreación y turismo, entre otros, son iniciativas de aquéllas administraciones. Un fiel retrato de esta afirmación es la recuperación de la calle 17 y la Zona Negra liderada por el Cura Hoyos a punta de pico y pala.
La diferencia entre la administración de los Char con la del cura Hoyos, es que los primeros son millonarios y los otros eran de barrios populares como la Zona Negra o Cevillar y olían a barro. Cabe destacar el papel que la prensa oficialista y un aceitado aparato publicitario ha jugado en favor de los primeros, así como de la generosa chequera de Fuad Char para mantener a distancia a los órganos de control respecto de su hijo Alex, como lo denunció la periodista María Jimena Duzán.
A propósito de la desgracia que nos consume con la pandemia del Covid-19, recordemos que, Alex Char en su primer mandato liquidó la red pública de hospitales (RedeHospitales), le entregó la operación al sector privado, para luego, en su segundo mandato crear una empresa de economía mixta, MIRED IPS, en la que el Distrito participa con un 65% de su capital, pero que está regida por el derecho privado y sobre la cual no existe un balance público acerca de su gestión en materia de salud.
Sería bueno conocer qué papel ha jugado esta entidad en torno al manejo de la pandemia y qué respuestas tienen que darle a los barranquilleros y al país, acerca de por qué somos la ciudad con la tasa de y contagios letalidad más alta de Colombia, superior a las cifras de Bogotá que tiene una población cinco más grande que la ciudad caribeña.
De los 196.606 millones de pesos que tiene de presupuesto el MIRED IPS para el 2020 cabe preguntar: ¿Qué se ha invertido en la adquisición de material de bioseguridad para el personal sanitario que atiende la pandemia?
En Barranquilla coexisten varias microciudades, en el norte viven las familias acaudaladas y acomodadas, en el norte centro-histórico una clase media, media-alta y media-baja y en el suroriente, área metropolitana y principalmente en el suroccidente se concentra la pobreza, la marginalidad, la violencia, la exclusión social y el hambre.
La Barranquilla imparable tiene un deficit social. En lectura de libros por año estamos por debajo de Tunja, una ciudad intermedia. Nuestro desempeño en las justas deportivas es irrelevante. La informalidad laboral supera el 60 % y las bandas de sicarios actúan en la más absoluta impunidad.
Los Char. El clan familiar, que obtuvo el pasado 20 de julio la Presidencia del Congreso de la República en cabeza del senador Arturo Char, hermano del candidato presidencial Alex Char, se aprovecha de la bonhomía de la gente de Barranquilla. La barrera que debe separar lo público de los negocios privados fue flanqueada por completo bajo la égida de este grupo familiar.
El corazón del barranquillero es noble, solidario y genuino. El extraordinario músico Joe Arroyo, era oriundo de Cartagena, lo sabía y comprendía a la perfección el espíritu de la ciudad. En su canción En Barranquilla me quedo, reflejó la cualidad de las barranquilleras y barranquilleros. La comunión entre Joe Arroyo lo resume en una frase de la canción: “Y si a mí me meten preso, Barranquilla a mí me saca”.
Es hora de recapacitar y hablar más allá de los grupos de WhatsApp y de los muros de Facebook, es hora de la manifestación pública y de reorientar la política pública hacia la inversión en lo social, en los seres humanos.
Y si me preguntan por los alternativos, les respondo: ahí andan, bien, en la antropofagia.