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Si caigo

El gato dormitaba dentro de cada palabra pronunciada.

Caída. Imagen de Alexas Fotos en Pixabay

-Si caigo, no me llores. Simplemente he caído-, dijo él.

-Tú no puedes caer-, respondió ella.

-Soy vulnerable. Después de que atraviese esa puerta, en cualquier momento puedo caer.

Ella se acordó del título de la novela de Juan Marsé mientras él echaba una última mirada a la habitación. Las puertas del armario se habían puesto tristes y las fotos de los viejos tiempos tenían un ruido interior bastante parecido a la nostalgia antes de que se llamara nostalgia. El gato dormitaba dentro de cada palabra pronunciada.

-Tú nunca puedes caer, repitió ella.

Él se confundió: elogio real, sabiduría piadosa, burla o desprecio. Lo que sí tuvo claro después de que ella le lanzara un silencio de agujas de fuego directo a los ojos era que había sido derrotado, esta vez, tal vez, para siempre.

Hubiera preferido oír algo como “rogaré a Dios para que nunca te pase nada”, o, por ejemplo, “sé que vas a volver”.

Los estudiantes de la U armaban barricadas en el centro de la ciudad. El transporte público estaba paralizado y pronto entraría en vigor el toque de queda.

– ¿Y sabes por qué nunca vas a caer?, preguntó y afirmó ella al mismo tiempo: “porque para caer hay que subir. Y tú nunca has subido, siempre has permanecido en la superficie”.

Periodista y escritor colombiano. Residenciado en Madrid, colabora con medios escritos y digitales de Latinoamérica y Europa. Autor de dos novelas, cuatro poemarios y dos libros de relatos. Conferencista en el Ateneo de Madrid.

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