En la búsqueda de proyectos que reflejen cambios en el sistema alimentario actual, encontramos una huerta urbana en la ciudad de Oslo y quisimos conocer su historia. Erwin Hasselbrinck, colaborador de EL COMEJÉN, entrevistó a Katrina Sjolberg, una entusiasta activista noruega que participa en este proyecto.
¿Qué es Losæter y cuál es la historia detrás de este “parque comestible”?
Losæter comenzó como un proyecto de arte, iniciado por los desarrolladores de Bjørvika, Oslo. Hay siete espacios comunes en el plan de desarrollo de Bjørvika y dos de ellos fueron preservados para proyectos de arte público.
Luego, un grupo de artistas llamado Future Farmers ganó la beca para comenzar un proyecto de arte público. Los Future Farmerstrabajan mucho con el arte ambiental y todo lo relacionado con el patrimonio cultural y la soberanía alimentaria; estaban específicamente interesados en variedades de semillas antiguas, específicamente granos antiguos. Por lo tanto, se les ocurrió la idea de sembrar granos antiguos/tradicionales en la ciudad.
Para sembrar los granos, necesitas tener tierra, para trabajar la tierra, necesitas personas, para hacer el pan, necesitamos los granos, para los granos necesitamos el suelo, para que funcione el suelo, necesitamos personas y así el ciclo
Cuando investigaban aquí en Oslo para su proyecto, ellos vivían en Grønland, uno de los barrios con mayor diversidad cultural de Noruega. Estando allí, notaron todos los diferentes tipos de pan horneado, sobre todo el “pan plano” (flat-bread). Encontraron pizza, pita, chapati, roti, naan y todos los diferentes tipos de pan plano de las diversas culturas que habitan en esta zona. Con esta intriga, se fueron a casa de los noruegos donde también encontraron el pan plano noruego (flatbrød y knekkebrød). Esto los llevo a ver el pan plano como una moneda social cultural, básicamente que todas las culturas tienen.
Gracias a esta investigación se les ocurrió la idea de hacer una panadería pública como su proyecto de arte con un campo de granos antiguos a su alrededor. Y llamaron a este proyecto Flatbread Society (La sociedad del pan plano). Se inspiraron en la Opera House de Oslo, que es uno de los 7 bienes comunes de Bjørvika. Les gustó cómo en la Opera House la gente puede pasar el rato en el edificio, en sus techos y sus alrededores. De allí surgió la idea de tener el Bake House (casa para hornear) como un espacio público, para que la gente pueda sentarse aquí en el techo donde estamos sentados. Luego, en el primer piso, la gente podía traer masas de su casa y hornear pan de sus países de origen.
El Bake House tiene tres hornos diferentes. Un horno tandoor, un horno de piedra y un horno de pan plano tradicional noruego. Básicamente, esta fue la idea para el proyecto de arte público. Pero para poder manifestar todo esto necesitaban atraer a la gente a esta área. Esto fue en el 2012. No había nada aquí. Era solo una zona de construcción, solo los primeros edificios del Barcode estaban terminados y los primeros edificios de Sorenga. Entonces pensaron ¿cómo podemos involucrar a las personas en este espacio?
Entendieron que hay esta cadena alimenticia para hacer pan. Para sembrar los granos, necesitas tener tierra, para trabajar la tierra, necesitas personas, para hacer el pan, necesitamos los granos, para los granos necesitamos el suelo, para que funcione el suelo, necesitamos personas y así el ciclo. Así que esa fue la clave sobre cómo consiguieron atraer personas a este nuevo espacio público, trabajando la tierra y horneando pan.
Es una buena forma de plantar una semilla en la mente de las personas sobre la sostenibilidad, la soberanía alimentaria y estos temas
Se decidió realizar un anunció en Facebook donde se asignaron cien espacios para sembrar. Tres mil personas solicitaron el espacio. La gente que consiguió que estos espacios estuvieran muy comprometidos; hicieron talleres sobre compost y métodos de agricultura orgánica. También sembraron el primer campo de granos antiguos/tradicionales aquí en esta zona.
Ese fue el primer paso. Esto fue incluso antes de que se construyera la panadería. Pero ese año probaron la idea de la panadería pública en el muelle, y tuvieron una panadería temporal para ver si sería una idea que pudiera sobrevivir. Y todo salió bien. Entonces, las primeras vigas de la panadería finalmente aparecieron en 2016.
Es bueno mencionar que el año anterior también tuvieron una presentación de arte público, que fue la reconstrucción del suelo, donde agricultores de 50 granjas orgánicas de toda Noruega donaron tierra a Losæter para expandir el área. Toda la tierra aquí es donada por ellos. Es un símbolo de la diversidad agrícola noruega.
En 2016 se contrató permanentemente al city farmer (agricultor de la ciudad). Fue una persona muy importante en el desarrollo de Losæter porque realmente involucró a mucha gente y fue muy activo en los medios para llevar esta idea de la agricultura ciudad a la corriente principal.
A partir de esto la ciudad vio la importancia de este tipo de arena social y hoy, el city farmer es un puesto permanente, contratado y pagado por la ciudad de Oslo. Hoy Losæter es también un espacio público permanente y el municipio lo administra como un parque comestible. En resumen, comenzó como un proyecto de arte y hoy es un parque comestible permanente. Todavía es un proyecto de arte, pero está integrando a la ciudad como espacio público.
¿Y cuál crees que es el rol de Losæter para la ciudad de Oslo?
Es un espacio donde las personas pueden interactuar y ser parte de su desarrollo. Esto es un contraste en comparación con el resto del área, donde la gente realmente no esta involucrada en ninguna decisión para su desarrollo.
Esta es un área donde las personas pueden venir e influir en su desarrollo. La gente se ha comprometido con el proyecto, esto lo ha convertido en un espacio realmente público. Las personas son extremadamente importantes para su desarrollo. Por eso se ha desarrollado más orgánicamente, lentamente. Es un espacio lento, y eso también es un contraste con el resto del área, que ha estado creciendo rápidamente.
También es un espacio no comercial. A menudo personas que vienen aquí preguntando si pueden comprar algo de la panadería o si pueden comprar verduras. Pero usamos este espacio como una economía alternativa. Entonces, la gente viene y trabaja en el jardín y luego pueden llevar comida con ellos o simplemente pueden venir a compartir historias y sus experiencias. También llevan consigo la oportunidad de conocer a otras personas y aprender sobre la agroecología.
¿No hay transacciones monetarias? ¿Funciona a través de trueques?
Sí. También se trata de la experiencia. La gente viene de todas partes del mundo, especialmente los miércoles, hemos tenido hasta 20 nacionalidades diferentes. Es un muy buen lugar para la integración. Quiero decir, tenemos personas que apenas hablan noruego y no tienen trabajo, pero vienen aquí a compartir. Van a la clase de noruego, pero luego vienen acá y solo quieren pasar el tiempo, usar sus cuerpos, estar afuera, trabajar la tierra y conocer a otras personas. Entonces, en ese sentido, es una arena importante para la integración social.
¿Cuál es la principal motivación para las personas que vienen aquí hacer agricultura urbana? ¿Es para producir alimentos o es un propósito social?
Ambos. Pero es más una reunión social. También es un lugar donde puedes construir un momentum para generar un cambio social a mayor escala. Es una buena forma de plantar una semilla en la mente de las personas sobre la sostenibilidad, la soberanía alimentaria y estos temas. Quiero decir, aquí puedes ver cuando alguien que no tiene conexión con la agricultura o alguien que ha vivido en la ciudad toda su vida; vienen aquí y se entusiasman tanto con la cosecha de una zanahoria, básicamente porque hemos olvidado de dónde provienen los alimentos. Este espacio ayuda a las personas a conectarse directamente con los alimentos. Les hace comprender que no proviene de un supermercado.
¿Cuál crees que es el propósito de la agricultura urbana y la agroecología en la ciudad?
Bueno, tiene muchas funciones. Existe lo biológico, ya que contribuye a la biodiversidad y los hábitats para los polinizadores y otros insectos. Pero también es un lugar de encuentro social, un espacio social y un espacio de aprendizaje para niños pequeños, inmigrantes y personas en general que no saben de dónde provienen los alimentos o quieren conectarse con su producción.
También existen modelos más comerciales para la agricultura urbana, que también son importantes. Por ejemplo, no creo que se deba excluir una o la otra, pero creo que en la ciudad pueden coexistir diferentes tipos de agricultura urbana.
Además, no es urbano versus rural. La agricultura urbana se convierte en embajadora de los agricultores rurales, que también están volviendo a los métodos agrícolas regenerativos y sostenibles.
La agricultura urbana puede crear conciencia y contribuir al cambio y, en ese sentido, las personas que vienen aquí y comienzan a cultivar sus propios alimentos, también podrían comenzar a interesarse en hacer huertos en casa. Esto podría tener un efecto dominó, y tal vez las personas cambien sus hábitos de consumo. Tal vez elegirán mercados alternativos para obtener sus alimentos. Entonces, la agricultura urbana puede ser algo así como un buque de cambio y Losæter puede ser uno de estos buques insignia de alimentos para los cambios que tanto se necesitan.
¿Crees que la agricultura urbana puede producir alimentos y contribuir a la soberanía alimentaria de una ciudad?
Hay ciertos cultivos que necesitan mucho espacio que no son muy eficientes para crecer en la ciudad, como la papa y el trigo. Pero definitivamente, las ensaladas y las hierbas pueden lograr algún tipo de soberanía alimentaria. Lo ideal es cultivar plantas que se puedan cosechar muchas veces. También pienso en alimentos que no toleran viajes largos, estos deberían cultivarse en áreas urbanas.
En los últimos años hemos visto crecer el interés por los mercados de jardines comestibles y se están volviendo muy populares en ciudades de todo el mundo. Entonces sí, definitivamente la agricultura urbana puede contribuir a la soberanía alimentaria y también inspirar modelos de consumo alternativos. Pero todavía tenemos un largo camino por recorrer.
¿Ves la agricultura urbana como una forma de activismo?
Sí, definitivamente. Para mí, cultivar alimentos es donde siento que tengo el mayor control. Supongo que es una sensación de supervivencia poder cosechar los alimentos que uno mismo ha cultivado. Es un sentimiento muy gratificante y sientes que tienes control sobre algo en tu vida, cuando el resto del mundo es caótico. Sembrar es fundamental si eso tiene sentido. También es terapéutico gracias a ese acercamiento a la naturaleza. Considero que contribuye al bienestar, que también es importante para la sociedad.
Es fundamental los lugares donde las personas pueden conectarse con la naturaleza en la ciudad. Estos espacios contribuyen a una sociedad mejor, en cierto modo. Cuando tienes más espacios verdes en la ciudad donde las personas pueden participar e interactuar entre sí. Además, son espacios para aprender y difundir conocimiento y generar un movimiento, un impulso en torno a la sostenibilidad.
Una última pregunta. ¿Qué crees que significa ser agricultor en este milenio?
Creo que todos los agricultores urbanos y rurales tenemos una gran responsabilidad para hacer un cambio. La agricultura industrial ha estado en el camino equivocado durante mucho tiempo, pero ahora también estamos redescubriendo que la agricultura puede ser una solución. Solo si la utilizamos de manera correcta con métodos regenerativos. Entonces, como mencioné anteriormente, uno no necesita excluir al otro, urbano y rural pueden ayudarse mutuamente.
Los granjeros urbanos son defensores de los granjeros rurales. Pero también los granjeros urbanos tienen la gran tarea de no solo cultivar alimentos, sino de ser un trabajador social, de alguna manera, porque conoces a todo tipo de personas todo el tiempo y necesitas adaptar las tareas a diferentes necesidades y tal mismo tiempo ser un maestro. Es mucho más complejo cuando se incluye diversidad de personas en el campo.
También creo que los municipios podrían contribuir a tener más city farmers en diferentes áreas, y creo que eso está sucediendo ahora en el municipio de Oslo. Están contratando más granjeros de la ciudad. Y creo que los agricultores agregan mucho más a la ciudad que solo cultivar alimentos, es mucho más complejo. Está vinculado a muchas situaciones sociales.