Nuria Amat nació en Barcelona. Ha vivido en Colombia, México, Berlín, París y Estados Unidos. Es Doctora en Ciencias de la Información. Sus novelas y colecciones de relatos la han consagrado como una versátil narradora en lengua española. Cultiva el ensayo, la poesía, el periodismo y el teatro. Su novela El país del alma fue finalista del Premio Rómulo Gallegos 2001, con Reina de América, obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona en 2002 y se alzó con el Premio Ramón Llull, 2011 de Les Lletres Catalanes por su obra Amor y Guerra. Nuria fue amiga de Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha quien murió recientemente en México. Nuria concedió esta entrevista para EL COMEJÉN.
¿Cuál fue la chispa que dio fuego al boom en Barcelona?
Son varias chispas que confluyeron, como la vida misma. Una chispa fue Carmen Balcells, la agente literaria, una mujer muy inteligente e instintiva, que descubrió que la literatura hispanoamericana estaba fluyendo en América Latina con autores como Borges, Cortazar y un largo etcétera. La otra chispa era la amistad, el trato amigo, cómplice, eran muy amigos entre ellos. No olvidemos que Vargas Llosa escribió un libro dedicado a Gabo que tituló García Márquez: historia de un deicidio. Carmen Balcells, rescató a Gabriel García Marquez y Mario Vargas Llosa de los lugares en los que se encontraban y los instaló en Barcelona. Gabo y Vargas Llosa vivían cerca uno del otro en Sarria, el barrio de Barcelona. El chileno José Donoso, el primer amigo que hice de este grupo, también recaló en Barcelona: Pepe Donoso escribió Historia personal del boom, el primer libro sobre este movimiento literario. Esto le dio publicidad al grupo de amigos escritores, lo cual no estaba mal. En ese grupo no estaba Juan Rulfo a quien considero como el maestro de los escritores del boom.
Y un chispazo final: eran todos intelectuales, en el sentido de que estaban comprometidos con la problemática de su época, tal como lo fueron Camus, Virginia Woolf o Sartre en su momento. Esta cualidad, por desgracia, parece ya no contar en los tiempos que corren. Los jefes de Estado invitaban a sus residencias gubernamentales a los escritores de aquella época. Bill Clinton invitó a Gabo y Carlos Fuentes para hablar sobre temas como el embargo a Cuba y los presos. Fue la época en que Oscar Collazos, el fallecido escritor colombiano quien fue mi esposo durante algunos años, publicó Literatura en la revolución y revolución en la literatura, un polémico libro que escudriñaba el papel del intelectual en la sociedad. Oscar fue un hombre de izquierda pero a su vez crítico con cierta izquierda colombiana.
El boom no salió de la nada. Cien años de soledad fue mucho antes de que el boom se publicitara. Carlos Barral, el escritor y editor catalán, nunca llegó a lee el manuscrito como se ha especulado. Gabo lo envió a Argentina para que fuera publicado. El español que hablaban los escritores del boom era exquisito, eso me impresionaba. Mi castellano, por ejemplo, es un castellano mestizo, periférico, que se nutrió del hablado por ellos, lo que permitió que mi obra fuera bien recibida en Latinoamérica. El español que se habla en Colombia o México es muy enriquecido en vocabulario.
Hay un aspecto que me llamó mucho la atención con relación al boom, sobre el cual escribí un artículo en el que preguntaba el por qué no había mujeres en el boom. No se nombra a Elena Garro, María Luisa Bombal, Nélida Piñon, entre las que me acuerdo, que eran escritoras de garra. Las ignoraron. Fue una injusticia con ellas.
¿Cómo se las ingeniaban los autores del Boom para desarrollar sus obras en un ambiente de dictadura?
Habían trampas para burlar a los censores. Los editores se volvieron expertos en hacerle la finta a los censores del régimen. No hay que olvidar además que los escritores del boom llegan a Barcelona cuando la dictadura de Franco estaba en declive. La censura y el terror estaban lejos de la que hubo entre los años cincuenta y principio de los sesenta. Los libros de Gabo, por ejemplo, se publicaban en América Latina sin censura alguna y luego entraban a España. Pero autores españoles como Juan Marsé fueron censurados.
¿Cómo describirías a Mercedes? ¿Qué anécdota recuerdas sobre Gabo y Mercedes?
Yo tuve suerte de conocer a Mercedes y Gabo, siendo mayor. En una comida uno de los anfitriones se me acercó para decirme que Gabo quería que me sentara a su lado. Éramos 10 personas entre las que estaba, por supuesto, Carmen Balcells. Hablé muchísimo con él y luego los invité a mi casa. Desde entonces comenzó una bella amistad. A veces Mercedes me trataba como una hija, tanto que cuando hablaba por teléfono con ella me preguntaba sobre mis novios y asuntos muy íntimos. Mercedes está presente en toda la obra de Gabo. Ella, cuando era estudiante de instituto escribió un ensayo sobre el río Magdalena muy joven, escribió un relato que transcurre por los alrededores del río Magdalena. Ese relato está en un fondo de la Universidad de Austin, Texas. Ese ensayo dio motivo a Gabo para personificarla en un personaje inédito sobre el que quiero comentar algo.
Cuando presenté en la Casa Trotsky de Ciudad de México mi libro Amor y guerra, Mercedes y Gabo estaban allí sentados en la primera línea, como si fueran mis padres. Luego la vi un par de veces más, después de la muerte de Gabo.
Muchos escritores consideran sus libros como premonitorios. Quiero contar algo que para mí era una premonición. Gabo escribió una novela que aún permanece inédita. Se titula En agosto nos vemos. Es una novela que no está terminada y con varios finales probables. Cuenta la historia de una mujer que cada año toma un ferry hasta una isla en la que está enterrada su madre. La mujer se llama Ana Magdalena Bach y visita la tumba de su madre el 16 de agosto. Lleva 29 años haciendo lo mismo. Mercedes Barcha muere el 15 de agosto. Esto lo cuento con la piel de gallina. El final, pienso, de En agosto nos vemos, es la muerte de Mercedes.
¿Reina de América, Premio Ciudad de Barcelona 2002, es un fresco de tus años en la Costa Pacífica Colombiana. ¿Cómo fue tu estancia en Colombia?
Fue un libro premonitorio porque cuando lo escribí el Chocó era un territorio salvaje, en el buen sentido, en el que nada ocurría pero sin embargo percibía en aquel lugar una atmósfera trágica. Cuando viví allí con Oscar los pobladores morían de malaria u otra cosa, pero no baleados. Décadas después, veo con dolor que la situación varió. La gente allí vive con miedo, víctimas de una violencia irracional.
Finalmente, ¿qué estás escribiendo, qué libro y qué filme recomiendas a nuestros lectores para este tiempo de incertidumbre?
Estoy escribiendo, pero tengo por costumbre no contar sobre qué. Lo hago para proteger mi creatividad. Como el pintor que no enseña el cuadro hasta que no lo termina. Así soy yo. Hasta que el libro no esté en la editorial no digo nada. Mi libro favorito de los escritores del boom es El amor en los tiempos del cólera, un texto que cae bien en este año de pandemia. Películas, no. Son muchas las que me gustan y no puedo elegir una.