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“Este cura cabezón se mantuvo intransigente hasta el final”: Joe Broderick

Esa reducción de la complejidad de la política colombiana a una solución tan simple, y por lo tanto irreal, se explica en buena parte por su formación (o deformación) en la religión católica, que produjo en él una mentalidad maniquea.

Joe Broderick

Joe Broderick intrepretando una obra de Samuel Beckett. Imagen de Facebook

Joe Broderick, nació en 1935 en la ciudad australiana de Melbourne. A principio de los sesenta recaló en tierras americanas luciendo una sotana. Era cura católico y ejercía su labor pastoral en República Dominicana y Perú. Años después colgó los hábitos y se dedicó a la escritura, su gran pasión. Desde 1969 vive en Colombia. Quienes lo han escuchado en las aulas universitarias dicen que es un experto en la obra del nobel Samuel Beckett, el nobel irlandés, hasta el punto de haber interpretado en las tablas a algunos de sus personajes. Joe es autor de Camilo, el cura guerrillero y El guerrillero invisible, las biografías de dos sacerdotes católicos que decidieron empuñar las armas para hacer la revolución. Camilo Torres, colombiano y Manuel Pérez Martinez nacido en  un pueblo de Aragón, España, murieron en el monte, el primero en un combate contra el ejército y el segundo de hepatitis. Quien mejor que Joe para explicar a los lectores y lectoras de EL COMEJÉN los caminos de dos militantes del cristianismo que, paradójicamente, optaron por la lucha armada. Esto nos dijo Joe Broderick:          

Usted es considerado uno de los mejores biógrafos de Camilo Torres. ¿Cuál considera que fue su mayor cualidad y su mayor defecto?

La mayor cualidad de Camilo, sin duda, fue su fidelidad a sí mismo, es decir a sus más hondas convicciones, sobre todo su esfuerzo por realizar lo que llamaba “el amor eficaz”. Su mayor defecto – si así se lo pueda llamar – fue su ingenuidad, que lo llevó a intentar resolver los problemas del país por medio de una confrontación total entre “los buenos” – representados para él por un puñado de idealistas, inexpertos  y mal armados – y “los malos”, definidos como la burguesía y las élites en el poder. Esa reducción de la complejidad de la política colombiana a una solución tan simple, y por lo tanto irreal, se explica en buena parte por su formación (o deformación) en la religión católica, que produjo en él una mentalidad maniquea. Al mismo tiempo, ese aspecto de su personalidad al que doy el nombre de “ingenuidad”, y que tal vez también se puede llamar “inocencia”, fue una cualidad que lo hizo muy atractivo. En un ambiente de mezquindad y politiquería, la bondad, sencillez y honestidad de Camilo iluminaban el horizonte como un faro. Esas virtudes, acompañadas por su impetuosidad juvenil, atrajeron a una multitud de admiradores.


¿Cómo explica que el sacerdote Manuel Pérez Martínez, extranjero además, se convierta en el máximo jefe de una organización como el ELN?

La elección de Manuel Pérez Martínez (“El Cura Pérez”) para desempeñar el cargo de “primer responsable político” del ELN se explica de esta manera: La organización había sufrido una severa derrota con la embestida del gobierno y la debacle de Anorí en 1974 que dejó al ELN diezmado. Encima, su comandante en jefe y fundador, Fabio Vásquez Castaño, había abandonado su propio movimiento y fue a autoexiliarse en Cuba. Para fines de la década de los setenta, el ELN estaba en ruinas. Contaba con muy pocos combatientes armados y dispersos en el monte. Luego, la persona que más se empeñó en reconstruir el movimiento, prácticamente de la nada, fue Manuel Pérez. Con la consabida tenacidad de un buen aragonés, Manuel viajó incansable y clandestinamente por el país en busca de nuevos adeptos. Encontró muchos entre jóvenes de orientación religiosa inspirados en el sacrificio de Camilo Torres, entre ellos a una monja española que se convertiría en su compañera de vida y madre de su hija. 

Ya para 1984 la organización estaba en condiciones de reunir una asamblea donde los delegados debían elegir a un líder y a los miembros de la dirección nacional. Era casi inevitable que escogieran a Manuel para encabezar esta nueva etapa. Primero, pertenecía a los “tradicionales”, ya que fue uno de los pocos sobrevivientes de la primera época del ELN y se mostraba fiel a la línea militarista impuesta originalmente por Fabio Vásquez. Segundo, había dado muestras de su absoluta fidelidad y de una enorme entrega personal inspirada en su fe religiosa. Además, sus compañeros en armas veían que su condición de extranjero le daba un sabor internacionalista a la lucha de los “elenos”, y tal vez ayudaría a conseguir apoyo más allá de las fronteras. Pero sobre todo, siendo aún joven, Manuel se había convertido en la figura más admirada de la organización. Los guerrilleros reconocían en él a un hombre que iría hasta las últimas consecuencias sin desviar del camino. Y efectivamente así fue. Este cura cabezón se mantuvo intransigente hasta el final.

Los marginados de Latinoamérica veían en sacerdotes como Hélder Camara, Ernesto Cardenal o Everardo Ramirez Toro como guías espirituales y sociales. Hoy siguen a charlatanes dueños de iglesias unipersonales.  ¿Está en tiempos bajos la teología de la liberación? ¿Qué ha pasado ?

La pregunta hace pensar que todos los “marginados de Latinoamérica” fueran seguidores de las orientaciones de personas como Hélder Camara y Ernesto Cardenal. O sea, recipientes de las influencias de la llamada “teología de la liberación”. Al contrario, creo que el radio de influencia de figuras como los mencionados fue siempre muy reducido. La gran mayoría de los pueblos del continente han sido deliberadamente mantenidos en una ignorancia abismal y sometidos a una fe ciega por los curas y las jerarquías eclesiásticas, quienes, a su vez, se han portado como bastiones del establecimiento. Además, para hablar del país más grande de América Latina, Brasil, allá el sincretismo religioso ha sido desde siempre una característica del pueblo, básicamente del pueblo afrodescendiente, que predomina en ese país. La proliferación de las iglesias de tipo “pentecostal”, que se ha visto por todo el continente en años recientes, se debe a muchos factores. Entre otros, el hecho de que los nuevos pastores permiten una participación en las ceremonias y rituales que les da un sentido popular del que carece la liturgia clásica de la misa católica. Estas iglesias fundamentalistas y pentecostales son un reflejo, por supuesto, de los grupos religiosos y predicadores similares que inspiran tanto fanatismo en los Estados Unidos. Su creciente presencia en América Latina es parte de la colonización cultural.

Usted tiene raíces irlandesas. ¿Qué tanto ha influido el factor religioso en el conflicto de Irlanda del Norte?

En cuanto al factor religioso en el conflicto de Irlanda del Norte, es de lamentar que el cubrimiento periodístico de esa lucha tiende a pintarla como una pelea entre católicos y protestantes, y no como es: un conflicto entre republicanos y unionistas. Los republicanos con aquellos que desean una sola Irlanda unida como república; y los unionistas que bregan por mantener la unión con Gran Bretaña. Esta división tiene profundas raíces históricas, que sería largo para contar. El hecho es que, por esas mismas razones históricas, la gran mayoría de los republicanos son católicos, mientras que los unionistas son principalmente protestantes. Pero no han estado peleando por la diferencia en sus creencias religiosas, sino por intereses políticos y económicos. En 1921, el gobierno inglés, frente a la amenaza de la violenta lucha armada de los republicanos, entregó un mínimo de independencia a los rebeldes, reconociendo a Irlanda como un Estado Libre (Free State) dentro de la comunidad británica (the Commonwealth). Fue el momento cuando, de mala gana, los líderes de la revolución irlandesa tuvieron que aceptar la división del norte: de los nuevo condados de Ulster, seis quedaron dentro de la unión con Inglaterra, a saber, los seis donde hubo una preponderancia de unionistas (protestantes) que se negaban a integrarse a los demás condados y constituir un país integrado. Con el Brexit se ha presentado una situación nueva: la mayoría de los habitantes del norte, tanto republicanos como unionistas, votaron en contra de la ruptura con la Unión Europea, Ahora, si fueran a romper con Gran Bretaña y abandonar el tal Reino Unido, sería natural que se unieran con la República de Irlanda (es decir, el resto de la isla) que ha sido miembro de la EU desde el inicio.

¿Qué filme y qué libro recomendaría ver y leer para ampliar la información sobre estos temas? 

Obviamente, sobre el tema del ELN, no creo que existan mejores libros para entender ese movimiento que los dos míos: Camilo el cura guerrillero y sobre todo El guerrillero invisible que cuenta la vida del Cura Pérez y retrata a los miembros de la organización insurgente con mucho detalle. Y con una mirada crítica, que mereció el airado rechazo del libro por parte de los comandantes de dicha organización.

Sobre el conflicto en el norte de Irlanda existe una infinidad de libros en inglés. En cine, recomiendo una película más o menos reciente, The journey (El viaje), que consta de una larga conversación en el curso de un viaje en automóvil entre los dos líderes: el furibundo pastor Ian Paisley, jefe de los unionistas, y su contrincante, Martin McGuiness, líder del IRA (Irish Republican Army), en medio del proceso de diálogo para llegar a un acuerdo y poner fin a la guerra. Existen otras películas sobre el asunto. Recomiendo especialmente la del gran cineasta inglés, Ken Loach, titulada The wind that shakes the barley (El viento que agita la cebada) que trata de la última etapa de Guerra de Independencia de Irlanda (1916-1921) y de la Guerra Civil que siguió cuando un ala del movimiento republicano se negó a aceptar las condiciones del tratado con el gobierno inglés, es decir, la “partición” en dos de Irlanda del Norte. Hay dos excelentes películas también del cineasta irlandés Neil Jordan: The crying game (Juego de lágrimas) y Michael Collins. El protagonista de esta última, Michael Collins (interpretado por Liam Neeson Neil), fue el héroe de la lucha por la independencia en la segunda década del siglo veinte y fue asesinado en el curso de la Guerra Civil.

Equipo de redacción El Comején.

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