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Por una opinión de calidad e independiente voy con los comejenes

Una democracia siempre será mejor si sus ciudadanos tienen información veraz y acceden a opiniones argumentadas de un amplio espectro político. El problema es que la evolución de la prensa, y el modo en que Internet ha modificado el periodismo y la opinión, han barajado las cartas de nuevo. De hecho, en 20 años, ha cambiado más el modelo de prensa y de opinión que en todo un siglo.

Arte callejero

Arte Callejero. Imagen de Steve Buissinne en Pixabay

Siempre he sido una lectora de prensa voraz. No data de ayer: ya en el siglo pasado leía la prensa colombiana, y estaba familiarizada también con las columnas de opinión de El Tiempo y El Espectador, los periódicos liberales que atravesaron el siglo XX en Colombia. Durante muchos años, la opinión que contaba cabía en un puñado de autores de esos dos medios. Las voces eran más o menos calificadas, las plumas eran más o menos afiladas. Lo cierto es que cada semana sólo esas voces tenían un espacio en la prensa nacional, que entonces era toda impresa. También estaba Semana. Aunque su fuerte era ser el medio informativo de calidad; era infaltable leer a Antonio Caballero desde el domingo por la noche, cuando llegaba la revista a los abonados. 

A mediados de los años 2000, y con la llegada de Internet, se produjeron cambios importantes en la generación de opinión pública en prensa escrita en Colombia. Por un lado, surgieron los blogueros. Los blogs hoy no existen, pero fueron una expresión muy interesante de opiniones diferentes, variadas, personales, y a menudo calificadas. De hecho, algunos blogueros –fue mi caso- fueron “detectados” por los editores de la prensa nacional. Así fue como yo llegué a escribir en El Tiempo. Es decir que la llegada de Internet, los blogs, y la emergencia de otros medios obligaron progresivamente a los medios dominantes a abrirse a más voces. Ya no era condición ser nieto de ex director o primo del fundador del periódico para acceder a una columna. 

La diversificación de las voces que construyen la opinión siempre será una buena cosa. Una democracia siempre será mejor si sus ciudadanos tienen información veraz y acceden a opiniones argumentadas de un amplio espectro político. El problema es que la evolución de la prensa, y el modo en que Internet ha modificado el periodismo y la opinión, han barajado las cartas de nuevo. De hecho, en 20 años, ha cambiado más el modelo de prensa y de opinión que en todo un siglo.

Una de las transformaciones importantes ocurridas en esos años 2000, y que no han hecho sino agravarse, fue la compra de los grandes medios por poderosos grupos económicos. La prensa de antaño ha sido comprada por grandes conglomerados provenientes de mundos ajenos al periodismo, y que buscan por esa vía tener influencia en la vida política y económica nacional. Obviamente, la independencia informativa y la opinión resultan comprometidas. En Colombia hay muchísimos ejemplos de cómo la información y la opinión resultan atacadas de forma directa o indirecta por los intereses de los nuevos dueños de los medios. La concentración económica es, entonces, uno de los más graves problemas de la prensa de hoy. 

Indudablemente, estos factores, concentración económica y posibilidad de abrir portales en Internet, han repercutido en los medios que antaño formaban la opinión. Ellos ya no tienen ni el monopolio de la opinión, ni el mismo crédito que antes. Internet ha permitido la aparición de nuevos sitios en Colombia. ¿Esta diversificación es sinónimo de calidad? En realidad, no siempre: cuando se examinan de cerca, se ve que muchos, acaso los más visitados, son portales que replican información no verificada de otros sitios, o que reproducen trinos poniéndoles títulos llamativos (ver, por ejemplo, Las2orillas). Estos portales no buscan generar información ni opinión calificada. Buscan vender publicidad vía su replicación en redes sociales. En Colombia, son muchos los portales sin línea editorial, concebidos como negocio o para crear “ruido” en el desordenado mundo de las redes sociales. 

Así, paradójicamente, hoy en día hay menos monopolio de opiniones, más diversidad de puntos de vista, pero también es más difícil distinguir lo bueno de lo malo. Se ha vuelto un auténtico desafío para los lectores lograr acceder a información y análisis de calidad. De hecho, la sección de verificación de noticias y opiniones falsas ocupa un espacio cada vez más grande en los medios que aún se preocupan por el periodismo. A este problema se suma el hecho evidente de que la prensa escrita, por estas y otras razones que no puedo exponer aquí, es cada vez menos influyente en Colombia. 

¿Qué hacer en este escenario? Frente a la crisis de los medios de calidad, de la prensa escrita y de la opinión calificada, hace años tomé la decisión de contribuir, como columnista y como lectora, con medios independientes y que tengan un criterio editorial profesional. Pienso que la democracia necesita prensa escrita. Pienso que el debate de ideas es condición de la vida democrática. 

Cuando oí hablar del proyecto de EL COMEJÉN, hace un año, me generó mucho interés. He contribuido en este año de pandemia y he descubierto su profesionalismo, su línea editorial exigente, su anhelo de abrir espacios de debate sobre Colombia y sobre otros continentes. Por supuesto que hay retos pendientes (uno de ellos, y no es exclusivo de EL COMEJÉN, también de otros medios independientes) es reflexionar sobre un modelo económico viable. Este punto amerita una reflexión colectiva de envergadura.

Por ahora, seguiré contribuyendo con interés y alegría con este proyecto que ha venido creciendo y que ha logrado crearle un espacio a las ideas que corroen, o sea, las que son indispensables para sacudirse de prejuicios y de lugares comunes. ¡Feliz cumpleaños, comejenes!  

Doctora en sociologia. Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Investigadora asociada Urmis, Universidad Paris Diderot. Publica en revistas y prensa, y en sus dos blogs: ojo de perdiz (feminista, político, literario) y el más académico kaleidoscope (género, migraciones, violencia).

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