El lunes recibí un audio de un conocido que vive en Europa. Me preguntaba, consternado, sobre la orden presidencial de sacar las Fuerzas Armadas a las calles para controlar e imponer el toque de queda aquí, en la Argentina. Mis ojos y mi boca se iban abriendo a medida que lo escuchaba. Aún no pierdo la capacidad de asombro ante una tergiversación semejante. ¿De verdad los medios de (in) comunicación son capaces de transmitir tamaña felonía?
Debo, ante todo, llevar tranquilidad a otras orillas: las Fuerzas Armadas no realizan ningún control ciudadano, no van por las calles munidos de armas reprimiendo como en los tiempos más oscuros de la historia argentina. Están en sitios determinados de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia homónima brindando asistencia sanitaria. Y desarmados.
Paso a detallar un poco más la cuestión. Frente al aumento exponencial de casos –la semana pasada llegó a un pico mayor a 27.000 infectados de COVID-19 en un día- y el inminente peligro de saturar el sistema sanitario, el presidente Alberto Fernández anunció el 14 de abril, nuevas medidas para responder al avance de la segunda ola de coronavirus. Entre ellas dispuso para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA, la zona crítica) un toque de queda entre las 20 horas y las 6 de la mañana, suspender las clases presenciales durante dos semanas, prohibir las actividades culturales, deportivas y recreativas en espacios cerrados, e informó que “las Fuerzas Armadas estarán afectadas al control de las nuevas medidas sanitarias. Oficiales y suboficiales del Ejército se ubicarán en distintos puntos de la Ciudad y el Gran Buenos Aires ayudando a prestarasistencia sanitaria con el control de los test, alcohol y el cuidado que el momento sanitario exige”.
¿Qué quiere decir esto? Que el Ejército reforzará actividades que ya está llevando a cabo en algunos distritos, como la entrega de viandas calientes elaboradas con los insumos suministrados por la alcaldía que lo solicita para asistir a los barrios más carenciados, repartir bolsones con alimentos secos en las zonas más alejadas y colaborar con el transporte de muestras de hisopados. La Armada agrega a esta tarea el control de temperatura en los ingresos y egresos de determinados distritos, brinda la ayuda de su personal médico y de enfermería para realizar testeos y pone a disposición del Ministerio de Salud sus hospitales fijos y móviles.
De represión o amenaza de represión, nada. Los militares no patrullan por las calles ni solicitan la habilitación como esencial para viajar en transporte público. Eso lo hace la policía, como corresponde, como lo dicta la Ley de Seguridad Interior.
El problema es que para la derecha las Fuerzas Armadas tienen el único propósito de ir a la guerra o reprimir a sus conciudadanos. No logran entender, porque no quieren, que el Ejército puede –y debe- estar al servicio del pueblo brindando ayuda humanitaria, conocimientos geográficos e investigaciones científicas. Las ideologías progresistas y/o de izquierdas que apoyan el juicio a las juntas militares, que exigen memoria, verdad y justicia, en ningún modo piensan eliminar a las fuerzas militares, sino más bien, reconvertirlas en pos del bienestar social.