Las calles tienen dueños y la cultura también. En las calles de Monterrey existe una estética particular, se usa ropa holgada de tallas grandes, camisas de cuadros, escapularios con membretes de pandilla, los jóvenes llevan sus cabezas rapadas con largas patillas, y escuchan música colombiana. El acordeón y la voz de Lizandro Meza suenan ralentizados, le llaman cumbia rebajada. Esta combinación de los “cholos estadounidenses” y la cultura colombiana se denomina “Cholombianos” o “Kolombias”. Fue vista como una amenaza social en México en un período en que los carteles de drogas rivalizaban por el control de los barrios. En ese momento se erradicaba al Kombo Kolombia, un grupo de música cumbia representativo de este movimiento. Esta es parte de la historia de muchos mexicanos a los que les fue prohibido escuchar música colombiana: la cumbia, el vallenato.
Del Kombo Kolombia fueron asesinados uno a uno de sus integrantes. Dos de sus sobrevivientes acusan a los Zetas, cuando estos competían por el control del narcotráfico con el clan del golfo. Esta historia es vivida por Ulises, protagonista de la película Ya no estoy aquí que retrata cómo integrantes de ese movimiento tuvieron que exiliarse para escapar de los Zetas. En este contexto existía un peligro alrededor del vallenato, ya que era considerado parte de la identidad “Kolombia”. Quería referirme a esto para hablar del compositor, cantor y acordeonero Máximo Jiménez, músico vallenato, un artista que huyó a otro país por sus canciones y porque, así como ante el mundo la cultura del colombiano es la cultura vallenata, esa cultura no devela la violencia que hay a su alrededor. Aunque las causas son diferentes, tanto Ulises cómo Máximo huyen de sus pueblos por el vallenato.Máximo fue censurado en el Festival Vallenato de Valledupar por sus canciones, las cuales también fueron la razón para exiliarlo a otro país.
En las paredes azules de su casa cuelga un retrato de él y el Binomio de Oro. Su esposa, Helena, decía: “eso fue una vez que Máximo estaba de cumpleaños y vinieron hasta aquí a celebrárselo”. Con detenimiento observé la fotografía en la que posan Israel Romero y Rafael Orozco. Esa noche mientras lo entrevistaba, le compartí otra fotografía, le di mi libro, y el último tomo de La historia doble de la Costa de Fals Borda, donde se observa al acordeonero liderar un conjunto vallenato en Córdoba. Máximo me explicó como Fals Borda lo había llevado a las tomas de tierra para alentar con sus cantos a los campesinos de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC -y agregó, “en esa foto estaba mi hermano José, el cual ya no está con nosotros, debido a que después de mi exilio seguía cantando mis canciones y ellos no lo aceptaron. Fue asesinado”. (Véase texto)
Las composiciones revolucionarias de Máximo coincidieron con la radicalización campesina y el festival vallenato. Los campesinos y los líderes sindicales de una empresa lechera en Valledupar entonaban las canciones de Máximo como si fueran las consignas por la reforma agraria en el año 74, y en un acompañamiento con el músico al certamen, se movilizaron hacia la plaza Alfonso López. Canciones como Confesión del terrateniente o Usted, señor presidente desafiaron a los “creadores de esa cultura”. Los Araujo, Alfonso López hijo, y algodoneros representados en las canciones de Escalona. Por su militancia en el movimiento campesino Máximo fue encarcelado, luego, acompañaría procesos de los 80s como la Unión Patriótica y tras varios atentados, en Ralito, en su casa y en sus ensayos, decide salir del país y exiliarse en Suecia.
Durante esos momentos en su casa Helena compartió fotografías de él y su acordeón en un palacio ante los príncipes suecos. Hablamos sobre su experiencia como chef, de las plantas que tenía listas para solucionar un problema lumbar de Lizandro Meza y al día siguiente, me pidió que lo acompañara en la percusión. Tocamos sus canciones en un homenaje donde, además, fue ponente en Montería, en un encuentro de Botánica en la Universidad de Córdoba. Al preguntarle por su colección de discos, dijo que no cuenta con ninguno, fueron rotos, confiscados y perdidos. En las emisoras del departamento de Córdoba, un militar prohibió se reprodujeran sus canciones.
Estas son las maneras en como se hacen nuestras culturas alrededor de la música vallenata. En México y Colombia, la violencia puede acabar con todo un movimiento, cuando las canciones terminan representando una amenaza. Me queda pendiente expresar mi inconformismo a las teorías como la hibridación, en donde se sintetiza la masificación de las culturas en el mundo globalizado sin revisar que la violencia, son los patrones con que nacen estas. En Valledupar y en Monterrey, no todo vallenato es permitido sonar. Ulises se radica en Nueva York y al volver a su ciudad, sin su ropa holgada y sus patillas, vuelve a vivir la realidad cuando se apaga su radio mientras suena Te llevaré. Máximo no volvió a ver a su hermano, a muchos de sus amigos de la ANUC, sin embargo, su resistencia y sus canciones son la memoria con la que hoy se construye cobre el vallenato, una figura como la de “Francisco el hombre”, pero real.
Máximo Jiménez nació un 1 de abril de 1949 y actualmente vive en la ciudad de Montería. Tiene 72 años y en este, se conmemora 50 años de su vida artística.