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Capitalismo rojo: ¿benefactor o criminal?

Llegamos a la conclusión de que en una guerra asimétrica, la estrategia y la táctica guerrillera ejecutada por Mao y retomada años después por el Vo Nguyen Giap en Vietnam, era la más acertada. Desde esa perspectiva la guerra revolucionaria era principalmente una operación política, cosa que no entendieron las guerrillas colombianas de los últimos tiempos. La militarización de la política fue la falla estratégica de la guerrilla colombiana.

Partido Comunista de China

100 años del PCCH.Ilustración de Cami Marín para EL COMEJÉN

Sergio Cabrera, el experimentado cineasta colombiano, me miró fijamente a los ojos y me dijo: «Luchábamos por una causa». Se refería a la causa guerrillera. Sergio y yo, aprovisionados de una ideología, habíamos empuñado la armas para adelantar una guerra revolucionaria. Él lo había hecho dentro del Ejercito Popular de Liberación (EPL) y yo bajo la sigla de las FARC EP. La suya era una guerrilla maoísta inspirada en la estrategia de guerra popular prolongada y la mía era campesino-comunista, dibujada tácticamente por Manuel Marulanda Vélez, el mítico jefe guerrillero conocido como “Tirofijo”. 

La conversación con Sergio ocurrió en un bar contiguo a la Filmoteca de Cataluña, lugar en la que se exhibía una retrospectiva de Sergio Cabrera. Querían que un exguerrillero estuviera en la presentación de Golpe de Estadio, su rocambolesca y aleccionadora película, y pensaron en mí. Sergio estaba con su hijo adolescente. Nos acompañaban dos de los organizadores de la muestra. Desde los cristales del bar se observaba la plazoleta Salvador Seguí en la que merodeaban algunas prostitutas en busca de clientes. Eran chicas bien alimentadas procedentes de los países del Este que en su niñez fueron parte de las agrupaciones pioneriles comunistas que entonaban himnos revolucionarios y saludaban con entusiasmo las imágenes de Nicolas Ceausescu o Enver Hoxha. Aquello ocurría en una plazoleta que llevaba el nombre de un anarquista asesinado en el barrio: Salvador Seguí, el noi d’ sucre (el niño del azúcar), autor del opúsculo Escuela de rebeldía. Una escena que no se le hubiera ocurrido ni al mas radical de los surrealistas. 

Volver la vista atrás, el reciente libro del escritor Juan Gabriel Vásquez, describe los años que Sergio Cabrera vivió en la China maoísta y su clandestino regreso a Colombia para incorporarse a las filas rebeldes. Sergio era un adolescente cuando el ruido de la “Revolución Cultural” llegó hasta el hotel en que se encontraba hospedado con sus padres y su hermana. “La Revolución Cultural” fue parte de ese 30 % de yerros que, según la historia oficial del Partido Comunista de China (PCCH), cometió Mao. En un 70 %, dice el PCCH, Mao acertó. 

Para los comunistas sovieticos el maoísmo era una traición al marxismo leninismo. Para los comunistas chinos la Unión Soviética era un monstruo con pies de barro. La historia se encargó de poner a cada uno en su sitio. La Unión Soviética, con sus pies de barro, se desplomó y la China levantó su economía con una receta hipercapitalista pero conservando al partido leninista. Un partido que, por estos días, celebra 100 años de fundación y cuenta con 91 millones de miembros orgánicos. Un escenario que no se le hubiera ocurrido ni al más arrojado cineasta del realismo italiano.

Mientras purgaba condena en una penitenciaria de alta seguridad llegó a mis manos un libro sobre “La Larga Marcha”, el épico repliegue del menoscabado Ejercito Rojo Chino que, dirigían Chu Teh, Zhou Enlai y Mao Tse Tung, hasta las cuevas de Yan’an. Nueve mil kilómetros recorridos en poco más de un año. Luego de leer el libro lo pasé a un cuadro de la guerrilla del ELN cuya celda se encontraba frente a la mía. Eramos dos guerrilleros sacados de circulación por la acción adversaria. Platicamos sobre el libro y llegamos a la conclusión de que en una guerra asimétrica, la estrategia y la táctica guerrillera ejecutada por Mao y retomada años después por el Vo Nguyen Giap en Vietnam, era la más acertada. Desde esa perspectiva la guerra revolucionaria era principalmente una operación política, cosa que no entendieron las guerrillas colombianas de los últimos tiempos. La militarización de la política fue, desde mi punto de vista, la falla estratégica de la guerrilla colombiana. Una falla que la fue separando de la población. En pocos minutos se aprende a disparar un arma, pero la creación de una base política social requiere días, meses, años. Eso no lo entendieron. Es tarde para remediarlo. Estamos en un tiempo eminente político. La guerra, venga de donde venga, es un lastre que afecta a la navegación política. 

Los 100 años del PCCH es un acontecimiento de trascendencia geopolítica. Se trata del partido político más grande del planeta. Un partido que sigue gobernando a un cuarto de la población de la tierra y guiando la segunda economía global, cuyas ramificaciones se extienden hasta los confines del mundo. Por esta razón EL COMEJÉN trae en esta edición varios textos relacionados con China, Mao y el PCCH para que nuestros lectores tengan una mirada multifacética. Sin prejuicios. Sin Apologías.

American Factory, ganó el Oscar en 2019 como mejor documental. Cuenta la historia del señor Cao, un millonario chino que en 2014 invierte su dinero en una vieja y yerma factoría de la General Motors en Ohio. Una de las primeras condiciones que pone el señor Cao para reabrir la fábrica es que los obreros y obreras contratadas no se organicen en sindicatos. Una exigencia que hubiera puesto los pelos de punta a Marx, Lenin o Mao. “Hace poco despedimos a varios simpatizantes del sindicato”, reporta un subalterno al señor Cao. En las postrimerías del filme el señor Cao hace una reflexión que resume las contradicciones de China. Dice:

“Creo que era más feliz cuando China era un país pobre y subdesarrollado. Ahora vivo en una nueva época de prosperidad y modernidad, pero tengo una sensación de perdida. Echo de menos el croar de las ranas y el sonido de los insectos de mi niñez. Las flores salvajes floreciendo en el campo. He construido muchas fabricas durante las últimas décadas. ¿He destruido la paz y el medio ambiente? No sé si soy un benefactor o un criminal.”

Escritor y analista político. Blog: En el puente: a las seis es la cita.

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