La galardonada con el premio Goldman de medioambiente, Francia Márquez, hace referencia al concepto Buen Vivir como un concepto de las comunidades afrodescendientes para no abogar en la palabra desarrollo, sino entrar en un paradigma en el que los barómetros de medida sean la mejora de la calidad de vida y la convivencia con la naturaleza y el resto de comunidades.
La tierra nos está pidiendo a gritos que cuidemos de ella. Las pandemias que han acechado a lo largo de la historia como la viruela, la peste negra, la malaria y por supuesto el Covid-19 son un ejemplo de ello, puesto que la intervención humana en el medioambiente es el mayor factor de riesgo para la supervivencia misma.
Cada vez hay más conciencia y más movilización. Desde las luchas por la defensa de la tierra por parte de las comunidades indígenas y afrodescendientes; la aparición de partidos verdes en Europa en los setenta-ochenta; el impactante activismo de la joven Greta Thunberg, que con tan solo 14 años movilizó al mundo entero; o las agrupaciones y cooperativas creadas por campesinos que defienden un sistema alternativo de producción y de consumo.
El pasado 9 de agosto tuvo lugar en Ginebra la presentación del Informe del grupo intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). El IPCC es el órgano de las Naciones Unidas que evalúa los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue creado en 1988 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tiene como objetivo dar facilidad técnica a los dirigentes políticos para poder aplicar las normativas vigentes y cumplir con los objetivos previstos. El órgano cuenta en la actualidad con 195 miembros.
En 1990 publicaría su primera evaluación basada en el estudio de 400 científicos en el que se advertía a la comunidad internacional del problema medioambiental y la necesidad de bajar el GEI (Gases de Efecto Invernadero) en un 60-80% respecto a los años 90.
Sería a partir de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (CMNUCC) que se dio salida al Protocolo de Kyoto, un acuerdo internacional para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Una vez terminada la vigencia del protocolo de Kyoto en 2012, se dio apertura a la Conferencia de Copenhague, en la que se firmó un acuerdo entre Estados Unidos, China, India, Brasil y Sudáfrica, el cual sería vinculante ¿ni? y tendría objetivos fijados. De forma consecutiva tuvieron lugar las cumbres de Cancún (2010), Durban (2011), Catar (2012), Varsovia (2013), Perú (2014), París (2015), Marrakesh (2016) y Bonn (2017). Siendo destacable la adopción del Acuerdo de París, que creó un marco global de lucha contra el cambio climático.
En el informe IPCC se habla de daños y efectos irreversibles, puesto que el objetivo de mitigar las consecuencias también se encuentra en la cuerda floja, como se indica en el mismo informe “A menos de que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero de manera inmediata, rápida y a gran escala limitarlo a 1,5 ºC o incluso a 2 ºC será un objetivo inalcanzable”.
Dichos efectos los observamos ya en el presente, los datos científicos hablan de que cada decenio es más cálido que el anterior, que el retroceso de los glaciares desde la década de los 90 y la disminución de la superficie de hielo marino del Ártico desde los 80 han sido provocados por el ser humano. Las concentraciones atmosféricas de CO2, por su parte, son más altas en al menos dos millones de años, y las concentraciones de CH4 y N2O fueron más altas que en cualquier otro momento, en al menos 800 mil años. La temperatura de la superficie mundial ha aumentado más rápidamente desde 1970 que en cualquier otro período de 50 años, durante al menos los últimos dos mil años. Estos son solo algunos de los datos a los que se hace referencia.
Vistas al futuro se prevé un mayor aumento de la temperatura. A escala mundial los eventos de precipitación diaria extrema se intensificarán en aproximadamente un 7% por cada grado de calentamiento global. La proporción de ciclones tropicales intensos (categorías 4 a 5) y las velocidades máximas de los vientos de los ciclones tropicales más intensos aumentarán a escala mundial con el aumento del calentamiento global. En los próximos dos mil años, el nivel medio global del mar aumentará entre 2 y 3 metros si el calentamiento se limita a 1,5°C, de 2 a 6 metros si se limita a 2°C y de 19 a 22 metros con 5°C de calentamiento.
Si bien es irrevocable la situación de la Tierra, la concienciación y actuación a nivel colectivo puede ayudar a mitigar los efectos del cambio climático, aunque esto requiere un nuevo paradigma estructural y decolonial del modelo económico.