Por Roland Higuita M.
En Colombia los números juegan un papel principal a la hora de acometer o despedir cada jornada. No hay día ni noche sin el asalto de las cifras. Ya sea el monto de las facturas pendientes, la apuesta del chance, el saldo en la cuenta, la nota de clase o el salario de James; todo puede decirse con un guarismo suficiente para alimentar el cotidiano barullo.
Hay otros números que nombran la profundidad de esa herida que caracteriza la historia social de Colombia. Basta dar un breve repaso a los datos de fuentes como indepaz.org.co para verla reflejada como rastro del abuso de poder en contra de la población.
Somos una larga tragedia contabilizada, y sin desdeñar optimismos, minuto a minuto actualizada. Recuerdo cuando en el país comenzaron a aparecer las primeras cifras de los erróneamente llamados “falsos positivos”. Recuerdo su aumento progresivo, según la fuerza de la verdad y el decoro de las familias se iba rompiendo el criminal muro de la impunidad. Primero se habló de decenas de jóvenes. Al poco tiempo ya eran cerca de 1300, y al cabo de unos meses las denuncias ascendieron a 1800 y luego a 3500.
Hoy, según la Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y de Determinación de los Hechos y Conductas de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), la cifra asciende a 6402 casos documentados. Los datos fueron obtenidos por cuatro fuentes, tres de ellas oficiales; y el alto tribunal avocó conocimiento del caso 03 en julio del 2018, a partir del informe Muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate por agentes del Estado de la Fiscalía General de la Nación. Además, se ha establecido un universo provisional de casos basándose no solo en el mencionado informe, sino también en que el 90 % de los militares que se han acogido voluntariamente a la JEP presuntamente habrían participado en estos hechos.
El pasado 18 de febrero la Sala de Reconocimiento dio a conocer que en una primera fase y, aplicando criterios de priorización, abordará la instrucción de seis casos que le permitirán esclarecer el fenómeno y las responsabilidades del cuerpo castrense, según la jurisdicción que tuviese a nivel local. Antioquia (IV Brigada); Costa Caribe (Batallón de artillería N°2, La Popa); Norte de Santander (Segunda División del Ejército); Huila (Quinta División del Ejército); Casanare (XVI Brigada); Meta (Batallón de Infantería N° 21 Pantano de Vargas).
6402 jóvenes engañados con falsas ofertas de trabajo para alejarlos de sus hogares, luego ser ejecutados extrajudicialmente y presentarlos como combatientes guerrilleros dados de baja. Todo ello en el marco de un plan de incentivos económicos y prebendas promovido por la alta oficialidad del Ejército, a fin de mostrar como exitosa la estrategia contrainsurgente. Vale destacar que su mayor auge ocurrió durante la implementación de la política de seguridad democrática en el Gobierno de Uribe Vélez, especialmente en el período 2006-2008 siendo ministro de Defensa el increíble nobel de Paz, Juan Manuel Santos.
6402 nombres eliminados del tiempo futuro. 6402 promesas truncadas para sus familias. 6402 dolores eternos para sus madres. Es un número que resuena en la memoria persistente de esa Colombia que se niega a obedecer la imposición del silencio, y que cada vez más, desde la colombianidad migrada, exiliada y extendida por el mundo, muestra su rostro reclamante de justicia.
El próximo lunes 30 de agosto Día Internacional de la Desaparición Forzada, 6402 estudiantes universitarios protagonizarán en las calles bogotanas una performance que reconvertirá esta cifra en una denuncia sobre lo ocurrido en un homenaje a los jóvenes desaparecidos y luego asesinados por las fuerzas militares.
Los y las estudiantes se tenderán sobre el suelo simulando los cuerpos rotos de los ejecutados, calzándose al revés botas pantaneras de campo (supuesta prenda identificativa de guerrilleros), para así retratar el burdo engaño que pretendieron los militares calzando los cuerpos de las propias víctimas. Esto, paradójicamente, permitió establecer las primeras incongruencias en las artificiosas escenas de combate que ellos mismos construyeron.
La Performance 6402 será respaldada con acciones en el espacio público de numerosas ciudades por fuera de las fronteras colombianas como Valencia, Madrid, Barcelona, Buenos Aires, Santiago, Londres, Berlín, Vancouver, Montreal, Paris, Melbourne, Roma, entre otras. Sin duda será una forma de resignificación y dignificación de esta cifra reveladora de la práctica criminal del Estado colombiano.
Los seis mil cuatrocientos dos: una nueva ocasión para constatar la incontenible voluntad de esta fresca generación de colombianas y colombianos que hoy son voz indócil ante el crecimiento infame de los números relatores del horror.
