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Noruega: el avance de los rojos

Mientras en Latinoamérica se sataniza a los proyectos alternativos, se persigue a los sectores progresistas y se mantiene a sangre y fuego la farsa neoliberal reprimiendo las protestas democráticas; en un país capitalista exitoso como Noruega los herederos de los comunistas aseguran la bancada de izquierda más grande en la historia reciente del país.

Rojos en Noruega

La estela roja por el fiordo. Imagen de Cami Marín

A ratos era difícil creer que se tratara de las elecciones parlamentarias en Noruega. El tema central del debate político fue la desigualdad en la población. Un tema que suele asociarse de manera automática con la realidad política y social de algún país de Latinoamérica terminó siendo el factor determinante en las elecciones de una nación con uno de los más altos niveles de bienestar del planeta.

Luego de ocho años de un gobierno neoliberal los noruegos le votaron a la izquierda. En un hecho histórico el Partido Rojo (Rødt) pasa de tener un parlamentario a contar con una bancada de ocho, y el Partido Socialista de Izquierda (SV) logra trece escaños haciéndose indispensables para la conformación de un nuevo gobierno. Mientras en América Latina les sacan los ojos a perdigones o matan a la gente que protesta por la enorme desigualdad, especialmente tras la pandemia, en uno de los países más ricos del mundo se reconocen las devastadoras consecuencias del modelo económico de libre mercado y se castiga electoralmente a la derecha.

“La generación que crece hoy puede ser la primera generación en 100 años que tendrá una vida menos segura que la que tuvieron sus padres. Afortunadamente es posible generar un cambio de rumbo en la lucha contra la Noruega de las desigualdades”. Así empieza el programa de campaña de Rødt. Es la primera vez en poco más de 30 años, desde que se introdujo el umbral en las elecciones, que un nuevo partido logra superar la cifra mágica del 4% multiplicando así el número de mandatos. La lucha de Rødt es contra las privatizaciones, contra la flexibilización laboral y por la defensa del estado de bienestar que fue construido sobre los hombros del movimiento obrero noruego desde la posguerra. Con un toque ambientalista más marcado, SV (los socialistas) alcanzaron su mejor elección desde 2005, cuando fueron gobierno por dos periodos consecutivos junto con el Partido Socialdemócrata (AP) y el Partido de los Campesinos (SP). Esa misma constelación SV, AP y SP es la que está hoy en negociaciones para la conformación de un nuevo gobierno.

Sólo los partidos de izquierda y el partido verde aumentaron el número de parlamentarios, además del partido de los campesinos. La derecha y los demócratas cristianos fueron los grandes perdedores. No hubo lugar para tibios, el tema de la equidad económica fue determinante. El propio Partido Socialdemócrata perdió un escaño y el Partido Verde no supero el umbral del 4%. No hay duda sobre del mandato que el pueblo noruego le ha otorgado al nuevo parlamento en estas elecciones. Equidad aparejada con el tema del medio ambiente, pero en ese orden de prioridades.

Mientras en América Latina se sataniza a los proyectos alternativos, se persigue a los sectores progresistas y se mantiene a sangre y fuego la farsa neoliberal reprimiendo las protestas democráticas; en un país capitalista exitoso como Noruega los herederos de los comunistas aseguran la bancada de izquierda más grande en la historia reciente del país. Fueron consecuentes, no transigieron y se dedicaron a construir partido puerta a puerta. Son los herederos de los leninistas y de los maoístas, pero no se aferran religiosamente a las viejas formas, sino que se integran creadoramente a la realidad de las generaciones actuales. Saben comunicar. Rødt se constituye además en la bancada con el promedio de edad más joven en la historia del parlamento noruego. En el grupo parlamentario de SV llega la primera representante que vestirá un hiyab. En su conjunto el 45,6% del parlamento ha quedado constituido por mujeres.

Ojo, Comején, hay que dejar de comer cuento, luego de la pandemia lo que se necesita es un cambio y romper con la vieja política, incluyendo la vieja forma de hacer política de izquierda.

Desde la popa del Titanic. Historiador colombiano residente en Noruega.

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