María Fernanda Cabal, precandidata de la extrema derecha colombiana, dijo que los falsos positivos o asesinatos extrajudiciales eran una invención de la izquierda colombiana. El presidente Duque afirmó en Naciones Unidas que su Gobierno había hecho más aportes a la paz que el propio Acuerdo de Paz entre la ex guerrilla de las FARC y el expresidente Juan Manuel Santos. También afirmó que, gracias a la sangre derramada por soldados, oficiales y jerarcas de las Fuerzas Armadas, Colombia es un país libre. Todo esto mientras los tribunales nacionales e internacionales confirmaban los asesinatos, se hacía trizas el tratado de paz, las Fuerzas Armadas daban una respuesta sangrienta a la protesta social y se asesinaba a líderes sociales y excombatientes de la guerrilla desmovilizada.
La táctica de la extrema derecha internacional es ésta: ir a contracorriente y de esta manera estar en primera página de los diarios, todos los días, todos los meses y todos los años. El contenido de lo dicho pasa a un segundo plano. La táctica es contradecir la realidad, la estrategia: la toma, la defensa o el mantenimiento del poder. Se sigue a raja tabla el manual de comunicar con éxito “lo que es correcto como incorrecto y como incorrecto lo correcto”, el planteamiento que llevó al poder a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Iván Duque, Jeanine Añez y otros tantos.
En España y Europa, este grupo de líderes ultraderechistas tiene como principal exponente a la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso. Y se ha acuñado el término “ayusadas”, para referirse a los exabruptos de ésta, tal como en Colombia se inventó la palabra “abudinear” (sinónimo de robar), cuando la ex ministra, Karen Abudinen, no convenció de su inocencia por la desaparición de 70 mil millones de pesos.
Una de las primeras “ayusadas” tienen que ver con la afirmación de que los madrileños tienen nostalgia de los atascos en las calles. Después le sigue un rosario de afirmaciones como las de que los hombres sufren más violencia de género que las mujeres; que en Madrid, por ser Madrid, hay plena libertad y que el resto del país vive atrapado entre cadenas. Esta libertad, decía Díaz Ayuso, permite movilizarnos sin tener que encontrarnos con el ex en las calles de la ciudad. Ante tamaña y atrevida afirmación, solo una mujer se atrevió a contradecirla: “Nos ha mentido”, escribió en las redes, “ayer me encontré con mi ex”.
En los últimos días, para internacionalizar las “ayusadas”, se fue a Whashington a proclamar la España libertaria en la conquista y el legado del idioma. Toni Cantó, un oscuro funcionario de su administración, apoyaba las afirmaciones de su jefa aseverando que la matanza de los conquistadores en América no era verás, y que las orgías de la muerte las hacían los propios indígenas, como los mayas, que en las grandes comilonas se almorzaban hasta 70 mil indios de una sola sentada. También reprendió al Papa Francisco por pedir perdón ante los errores históricos de la Iglesia y al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por demandar que la Corona Española se disculpara por el genocidio de la conquista.
Pues bien, cada una de estas “ayusadas” y “abudineadas”, se realizan en contextos contrarios a la realidad. La señora Abudinen se declaró víctima en la pérdida de los millonarios fondos del MinTic (Ministerio de Tecnología de la Información y Comunicaciones). Duque afirmó hacer más por la paz mientras ese proceso de paz, convertido en arma de guerra, hacía aguas en todo el país.
Y lo último: las próximas elecciones de Colombia estarán manipuladas, según Iván Duque, por Venezuela, un país que apenas puede con su realidad de vértigo. Las afirmaciones contrarias a la existencia histórica buscan un efecto: aprovechar el descontento de los pueblos e impulsarlos a alinearse a una ficción tantas veces repetida que termina convertida en verdad. Cuentan para ello con la gran prensa y con entusiastas guerrilleros virtuales que apoyan individualizando los problemas y las soluciones a través de las redes sociales.
Con el apoyo de bases de datos obtenidas legal, o ilegalmente, seleccionan, por ejemplo, a las personas separadas, y les envían un mensaje personalizado. El hogar dejó de ser hogar después de que las mujeres dejaron de ser amas de casa y consiguieron trabajo, les dicen a los hombres y a las mujeres que vivan la libertad. La clave está en “generar desequilibrio a nivel individual y social, segar las mentes del adversario a través de la programación de elementos de ambigüedad que atacan, engañan y confunden a las personas y producen distracción masiva tanto física como no física”, como lo apunta el exmilitar y analista estadounidense Stefan J. Banach.
Hoy, Colombia y la Comunidad de Madrid son puntas de lanza en esta nueva estrategia neoliberal. Al principio de toda esta andanada de afirmaciones, se creía que sus autores, o autoras, eran tontas, ignorantes del pasado, el presente y el futuro. Los medios de comunicación, todos, sin importar su orientación editorial, tenían asegurado el titular del exabrupto y algunos creyeron que haciendo mofa de estas actuaciones estaban haciendo conciencia de la clase de gente que nos va a gobernar o nos gobierna. Pero no es así. La estrategia de estar todos los días en boca de todo el mundo hace parte de una refinada estrategia comunicacional de la derecha internacional.
Es por esto que Díaz Ayuso saca el tema de la libertad en tiempos de confinamiento. Iván Duque habla de paz con el fusil disparando, incluso, en campamentos donde sabe que hay menores de edad; María Fernanda Cabal declara héroes de la patria a los integrantes del Escuadrón Antidisturbios que asesinaron a decenas de manifestantes en las recientes protestas sociales y Álvaro Uribe, expresidente de Colombia, se declara víctima del senador Iván Cepeda. Ellos saben que los medios de comunicación están al acecho de titulares y van por ello.
La cotidianidad ya no crea expectativa. Los muertos en Colombia son tantos, y la guerra se ha cotidianizado tanto que se ha vuelto costumbre. Negar que hay conflicto armado es lo actual. Afirmar que no hay ningún muerto por el cambio climático es lo raro, y lo raro es lo único que conmueve. Sacar a la opinión pública del contexto habitual da resultados. La realidad pura y dura ya no es noticia. Hay que buscar lo diferente, lo que convence, y eso lo saben muy bien los estrategas de la derecha.
Ahora la estrategia incluye también imágenes y su propia narrativa. María Fernanda Cabal se exhibe con Andrés Escobar, el paramilitar que dispara a manifestantes en Cali, en tanto que una empresaria sin orientación política le pide al “presidente” Uribe que proteja su vida y la de su familia. ¿Protección con un ejército de paramilitares? En fin, tácticas y estrategias comunicacionales que no son una tontería, como muchos lo creíamos, sino refinadas técnicas de comunicación masiva que apuntan a la confusión de masas y al alineamiento de pueblos enteros a la causa de las políticas neoliberales que están a punto de perder.
Analizar estas realidades es tarea esencial de los partidos, candidatos y sus medios de comunicación. Ya no se trata de publicar y mofarse de las falsedades de la derecha, sino de mostrar el contexto y el fondo de la afirmación. Destruir su narrativa negacionista y confusa, abrir cauces de interpretación de esas versiones amañadas es una tarea urgente y, como ya lo he dicho muchas veces aquí y allá, conformar auténticas guerrillas virtuales para combatir las “ayusadas” y las “abudineadas” con rigor y apuntando siempre a la verdad es imprescindible.