En Chile la promesa de ir más allá sigue latiendo en todos los vericuetos de la vida cotidiana. Los pueblos ancestrales, las feministas, los luchadores en las revueltas, los ambientalistas y un largo etcétera de colectividades políticas y sociales esperan que el nuevo gobierno de Chile vaya más allá de lo simbólico.
Ese ir más allá, por tanto, tiene algo de sublime y de perverso. De sublime porque fue con las banderas de construir un “Chile Digno” que la actual alianza de gobierno logró llegar al Palacio de La Moneda. La promesa de un nuevo poder sostenido por el feminismo, la defensa de la diversidad cultural y la preservación ecológica. Una gran apuesta. Una apuesta que impidió que la extrema derecha, cavernaria y golpista retomara el timón de Chile.
Son grandes retos que enfrenta la coalición Apruebo Dignidad con Gabriel Boric a la cabeza. El presidente más joven de la historia de Chile y sus colaboradores son conscientes de que la tarea no es fácil. Heredan un país golpeado económicamente por la pésima administración de Piñera y la pandemia. El gobierno saliente aprovechó hasta el último día de su mandato para amarrar con nudos ciegos unos eventos contractuales que limitan las posibilidades de sus sucesores.
El despegue del nuevo gobierno no ha sido fácil. La campaña electoral permite juego y elasticidad, pero la toma de decisiones en calidad de gobierno trae debates e incomprensiones. La rigidez administrativa hace que las decisiones tomen tiempo. La sociedad chilena es contradictoria: votó por el cambio, pero a veces se resiste a él. El sexismo que predomina en las instituciones sociales continúa corroyéndolo todo. El patriarcado empotrado en las instituciones estatales es una barrera contra el primer gobierno feminista de la historia republicana del país.
La necesidad de gobernar para las mayorías obliga a moderar las reformas, las cuales no serán lo suficientemente profundas y estructurales como lo sueñan algunos sectores políticos y sociales. Quienes insisten en hacer de Boric una versión remasterizada del compañero presidente Salvador Allende pierden de vista las advertencias que en su momento hizo Hannah Arendt respecto a las revoluciones. El desafío para el gobierno presidido por Boric radica en cómo mantener el encanto indispensable para hacer viable el proyecto a corto y mediano plazo. La primera prueba de fuego será el plebiscito que se llevará a cabo en el segundo semestre de 2022, en el que se le preguntará al pueblo si aprueba o no la Carta tramitada por la Constituyente.
Los gobiernos anteriores, especialmente el de Piñera, dejaron varios frentes abiertos con los que tendrá que lidiar Gabriel Boric. Los más relevantes son el histórico conflicto con el pueblo mapuche y las demandas de la revuelta social. El conflicto con la nación mapuche que, en los últimos meses ha cobrado más de una decena de vidas, no puede ser tratado como una guerra interna ni abordarlo como un problema de seguridad ciudadana. No es fácil conseguir un entendimiento con la nación mapuche cuando desde el centro del poder se defiende la propiedad individual sobre la ancestral.
En resumen, no hay retos de marca menor para el nuevo gobierno de Chile. El género, lo étnico y lo ecológico, son una trilogía que no se puede soslayar y debe ser tratada con sensatez. Es mejor ser un minimalista vivo y con posibilidades de maniobra que un maximalista atrapado en la ingenuidad de su propio discurso.
Coda: El candidato por el Pacto Histórico Gustavo Petro manifestó que sigue con atención los sucesos de Chile. Las y los colombianos residentes en Chile guardamos la expectativa alrededor de la dupla formada por Petro y Francia Márquez. Las demandas del movimiento social y popular en Colombia tienen características similares al chileno. En Santiago nos reunimos con Petro. Nos gustó lo que dijo.