Nelson Mandela expresaba que “para saber realmente cómo es una nación hay que conocer sus cárceles, pues una sociedad no debe ser juzgada por el modo en que trata a sus ciudadanos de más alto rango, sino por la manera en la que trata a los de más abajo”.
Si examinamos a Colombia con la lupa de Mandela, no resistimos el escrutinio. La desatinada política criminal y el represivo sistema penitenciario y carcelario del país es una vergüenza. La crisis carcelaria es sistémica. Las personas privadas de la libertad viven en un permanente “estado de cosas inconstitucional”, sentenció la Corte. La anormalidad parece ser la normalidad en las prisiones de Colombia.
Geiner Moscote Donado, prisionero político recluido en la Penitenciaria de Valledupar, relata el drama que vive: “las condiciones son inhumanas, indignantes, se impone el castigo individual y colectivo, empleando la tortura y el trato cruel. La guardia penitenciaria nos agrede físicamente. Nos apalean, nos esparcen gas pimienta, nos aplican el llamado “tábano eléctrico” y nos aíslan en celdas de castigo por periodos prolongados. La llegada del COVID-19 no ha significado un cambio, nos siguen tratando igual”.
En una reciente sesión de control político del Senado a las autoridades del Sistema Penitenciario y Carcelario, la ministra de justicia, Margarita Cabello, describió un cuadro de las cárceles de Colombia que no corresponden a la realidad.
Las jornadas de protesta de la población interna por la ausencia de medidas para contener la pandemia han sido respondidas con violencia. Pudimos ver imágenes de guardianes disparando indiscriminadamente contra cientos de presos hacinados e inermes. Así ocurrió en la Cárcel Modelo de Bogotá. Un número indeterminado de presos murieron por los disparos de la guardia. Cosas así se han visto en el pasado. Masacres que han quedado impunes. Es como si viviéramos en un permanente déjà vu en las cárceles del país.
El Movimiento Nacional Carcelario (MNC) que agrupa a las personas privadas de la libertad y sus familias, ha desempolvado su pliego de peticiones. A las peticiones incumplidas, demandan la dotación de elementos biosanitarios a la población carcelaria para contener la pandemia. El MNC cuestiona las medidas gubernamentales para enfrentar la emergencia carcelaria porque no llegan al fondo del problema.
Las demandas y jornadas de protesta se repiten. Las familias, lideradas por mujeres, realizan plantones en la calle reclamando medidas eficaces contra el hacinamiento, cumplimiento de los subrogados penales, rebaja de penas, alivio en las condiciones de internamiento y la instalación de las Mesas de Trabajo Carcelario. En una reciente sesión de control político del Senado a las autoridades del Sistema Penitenciario y Carcelario, la ministra de justicia, Margarita Cabello, describió un cuadro de las cárceles de Colombia que no corresponden a la realidad. La suerte de los miles de presos y presas colombianas poco o nada importa al gobierno.