Sócrates entendía el pensamiento filosófico como un intercambio de ideas en el que dos o más personas razonan con el objetivo de acercarse a la verdad. Para el filósofo griego, estos debates racionales debían darse en las calles y plazas de su ciudad y no en los libros. Era la llamada filosofía ágrafa.
El libro que presenté el pasado 23 de mayo en la Fira La Literal de Barcelona, contiene 20 diálogos teórico-prácticos que fueron hablados antes de ser transcritos. Con las plazas, las calles, las universidades y cualquier lugar de encuentro físico denegado por las autoridades sanitarias, los diálogos fueron posibles gracias a la tecnología, pero guardando las evidentes distancias comparten algunos de los procedimientos dialécticos planteados por Sócrates: la ironía y la mayéutica. A través de la primera, se planteaban algunas preguntas incómodas y mediante la segunda se iba sacando a la luz el conocimiento del interlocutor.
Platón fue el principal discípulo de Sócrates e inspirándose en él creó sus célebres diálogos platónicos. Si bien seguía a su maestro, introdujo una novedad: el debate filosófico podía y debía escribirse. Su enfoque expresa el sentido originario de lo que significa diálogo, ya que sus textos buscan el conocimiento a través de los debates.
Quizá uno de los aciertos de este libro que quisiera compartir con los lectores de EL COMEJÉN es también que sea el resultado de unos diálogos grabados mediante Zoom desde nuestras casas, y luego subidos a YouTube, publicados en una web y finalmente compartidos en Spotify. Tenerlos en papel físico dan la posibilidad de resaltarlos, tocarlos, citarlos, dormir junto a ellos, y, tal vez en el futuro, reencontrarlos en nuestra biblioteca para recordar que hubo una pandemia y un confinamiento, pero que en medio de todo eso, hubo gente que se reunió -sin considerarse filósofos/as- a dialogar sobre educación, comunicación y las posibilidades de mejorar el mundo.
Mario Kaplún, autor de Una pedagogía de la Comunicación explicaba que “La verdadera comunicación no está dada por un emisor que habla y un receptor que escucha, sino por dos o más seres que intercambian y comparten experiencias, conocimientos, sentimientos, aunque sea a distancia a través de medios artificiales”.
De eso van estos diálogos que modestamente he querido establecer con un grupo de colegas a quienes admiro. Se trata de dialogar para soñar y aprender; para compartir experiencias, tradiciones y emociones; para construir sentido y comunidad sobre lo que nos apasiona. No significa que estemos absolutamente de acuerdo con todas las ideas o metodologías planteadas. Sabemos que el diálogo implica escucha activa y, por tanto, empatía, pero que solo en la riqueza de la diversidad pueden estar los caminos hacia una verdad intersubjetiva que nos permita construir un futuro común. Para Zygmunt Bauman, de hecho, “el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú”.
En la Asociación Cultural elParlante, (www.elparlante.es) la entidad que coordino desde 2009, nos hemos dedicado a diseñar, implementar, evaluar y, más recientemente, formar y asesorar a otros/as en el desarrollo de estrategias de educación y comunicación comprometidas con la promoción de las ciudadanías activas y su transformación social. Posiblemente lo único que hemos logrado y de lo que nos sentimos realmente orgullosos es de haber propiciado espacios de diálogo en libertad. Ha sido esta posibilidad de interlocución real lo que más han destacado los/as jóvenes, adultos/as y personas mayores participantes de nuestros proyectos. Este documento, de algún modo, también se trata de eso: intentar propiciar acciones comunicativas a las que Habermas se refería como “procesos de interacción social encaminados directa o indirectamente al entendimiento y la comprensión mutua entre los sujetos”.
Este libro es un metadiálogo para construir conocimiento compartido sobre comunicación mediática y educación dialógica, aplicadas en multitud de escenarios distintos, tanto en el Norte como en el Sur global. Diálogos desde la academia y desde el terreno, diálogos teóricos y prácticos. Diálogos de saberes para eso que llamamos: educomunicación.
Una educación que es instrumento permanente de transformación social: creativo, emocional, participativo y popular, centrado en la persona y el proceso. Un modelo de participación para construir caminos de encuentro. Una forma de comunicación revolucionaria, ética, responsable, solidaria, optimista, comprometida y que facilita el empoderamiento, siempre enfatizando en el contenido, los valores y las emociones más que en los trucajes tecnológicos.
Una verdadera educación que es comunicación y viceversa: la educomunicación para las ciudadanías activas que leen este portal.
Se puede adquirir el libro desde aquí, envío gratuito en España.