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De rodillas para los racistas ofendiditos

Hablamos de futbolistas que tanto en su vida diaria, así como en las canchas de fútbol saben muy bien que es ser negro, “moro”, “sudaka” en la Europa de 2021. Los que ven en el acto de arrodillarse un gesto político, en el sentido de la política tradicional de los partidos, son los que en realidad se sienten tildados por racistas.

Mario Balotelli

Mario Balotelli. Imagen de su portal oficial.

Eurocopa 2020 (2021). Italia contra Gales. Italia ya se ha calificado para octavos. Antes del comienzo del partido los once jugadores de Gales hincan la rodilla para emular el gesto símbolo del Black Lives Matter y que se ha transformado en un grito silencioso contra el racismo imperante a nivel global. En la selección italiana se arrodillan únicamente cinco de los once jugadores de la alineación. Los medios y opinionistas italianos quedan perplejos, se preguntan porqué lo hacen, si tenían que arrodillarse todos, cuál es la postura oficial de la selección. Pero igual ya es algo para un país donde hasta hace unos pocos años, cuando el delantero Mario Balotelli salía con la camiseta de la selección, los hinchas desde las gradas les gritaban que no existían italianos negros. 

Los medios dicen que hubo incomprensión entre la plantilla de Italia y por eso no todos se arrodillaron, pero bueno, luego damos un vistazo a los cinco que se arrodillaron y vemos que dos de ellos son oriundos, o sea jugadores que, por antepasados lejanos, conveniencia y posibilidad, decidieron jugar en la selección italiana, aunque en este caso fueran de nacionalidad brasileña. Los de Gales no tambalearon y compactos hicieron el gesto, así como lo van haciendo en esta Eurocopa los jugadores de Inglaterra, Bélgica, Irlanda y Suiza.

Puede haberse vuelto una costumbre vaciada de real sentido, una moda quizás para algunos deportistas, una forma de ser progre en redes sociales. Pero sin duda es un llamado a poner el debate sobre el racismo, un gesto sin duda más fuerte de lo que transmiten las pancartitas con escrito NO AL RACISMO que solían ofrecer las instituciones de fútbol internacional, y que por cierto se olvidaron retomar en esta Eurocopa. Es bien evidente que el racismo existe en las canchas de fútbol europeas, y es reflejo de lo que hay en sus sociedades. Así que parece muy bienvenido este gesto fuerte, pero silencioso, aunque no todo el mundo lo vea de la misma forma.

En España, como si una rodilla en el césped fuera a herir el orgullo patrio, antes del primer partido de la selección se empezó una campaña con el hashtag #SiSeArrodillanApagalaTele o #EspañaNoSeArrodilla. Rancias respuestas y retuits de nacionalistas españoles mezclados con amenazas apoyadas por el mismísimo líder de la ultraderecha nacional. Ni con Suecia, ni con Polonia, ni con Eslovaquia algún jugador de la selección española se arrodilló. Cada uno es claramente libre de tomar postura sobre el asunto, aunque en este caso se hable de cuestiones básicas como la no discriminación de una persona por su piel u origen. 

También es claro que el gesto puede abrir los ojos sobre el racismo diario que atenaza el país y que pasa a veces desapercibido en los grandes medios. De hecho, si en España hubo en los últimos días una ecuatoriana acuchillada por pedir comida, un marroquí matado a tiro simplemente por ser “moro” y defender a una camarera de los insultos de un exmilitar, no nos vamos a contar que no hay racismo. Pero al minuto cero del primer partido de la selección nacional se perdió otra oportunidad de abrir un debate sobre el racismo en el país, algo que se consiguió magistralmente también durante los momentos álgidos del Black Lives Matter en los años pasados. Que no haya debate no quiere decir que no haya racismo, al contrario, es más probable que esté escondido debajo de la alfombra.

También es síntoma de que algo no va bien, ver que los jugadores que se arrodillan reciben abucheos por parte de su público, como ha ocurrido a la selección de Inglaterra en esta Eurocopa. “Gestos de discordia”, como titulan incomprensiblemente algunos medios europeos, pero que por lo menos en algunos lugares de Europa han provocado un debate. 

Por cuanto sus detractores lo consideren un gesto político surgido de la extrema izquierda estadounidense y global, lo de arrodillarse antes del partido es hoy en día una forma de protesta para concienciar sobre el racismo.Ningún jugador se está presentando con la bandera del partido comunista, ni pidiendo el voto por un partido político especifico. Hablamos de futbolistas que tanto en su vida diaria, así como en las canchas de fútbol saben muy bien que es ser negro, “moro”, “sudaka” en la Europa de 2021. Los que ven en el acto de arrodillarse un gesto político, en el sentido de la política tradicional de los partidos, son los que en realidad se sienten tildados por racistas. 

Al ver el partido entre Escocia y Croacia, donde el único a ponerse de rodillas fue el árbitro argentino Fernando Andrés Rapallini, en medio de 22 jugadores de pie, se me ocurrió preguntarme si algo parecido estaba pasando en la otra concomitante competición internacional de fútbol, la Copa América.

Efectivamente ningún jugador de ninguna selección de ningún país latinoamericano mojó su rodilla en el pasto hasta el momento. Los medios argentinos se afanaron en celebrar el primer árbitro no europeo en dirigir un partido de la Eurocopa, pero ninguno quiso destacar su gesto, ni desperdiciar una línea, un comentario o preguntarse, ¿Qué pasa acá, que hacemos nosotros con nuestras rodillas? ¿Acaso el racismo no es un problema global? Así que me acordé que fue en la misma Argentina donde hace unos pocos días su presidente declaró que si los brasileños y los mexicanos salieron de la selva y de los indios, los argentinos llegaban de los barcos de los europeos. También me acordé del periodista argentino Uki Goñi que escribió hace unas semanas un artículo en The Guardian sobre el aporte a la construcción de la nación argentina de sus antepasados negros que llegaron como esclavos. 

Casi como en el caso de Italia donde los hinchas gritaban que no existían italianos negros, Goñi tuvo que cambiar su cuenta a modo privado por unos días después de haber sido inundado de insultos por todo tipo de racista indignado que no podía permitir que se dijera que los argentinos también tenían raíces afro. Luego solo hace falta moverse hacia Perú donde, en medio de unas reñidas elecciones presidenciales, su élite blanca se desató con un tsunami de deplorables comentarios racistas sobre la población campesina o indígena del país. Podríamos seguir recorriendo todo el continente, pasar luego a Estados Unidos, cruzar el océano, llegar a Asia, pasar por Palestina, Norte de África y volver a Europa: el racismo está incrustado en toda la sociedad global. 

Ahora, tanto en la Eurocopa como en la Copa América lo de hincar una rodilla puede ser solo un gesto. Como he dicho, a veces puede ser una moda o algo vaciado de verdadero sentido, pero cuando ves los dos jugadores de la selección belga De Bruyne y Lukaku que celebran un gol estrechando sus manos hacia el cielo, entiendes que los gestos pueden abrir los ojos a muchos, y tienen sentido para muchos de los que los hacen y que viven el racismo en su piel a diario. Los que se ofenden por unas rodillas en el césped de una cancha de fútbol, los que tampoco la apoyan por pocos segundos en un acto de solidaridad, o los que lo ven como un gesto político partidista, mejor laven su sentimiento de culpa en otro lado.

Profesor, periodista e investigador independiente. Ha enseñado en varias universidades de Colombia y España y ha trabajado como corresponsal desde Líbano y Egipto. Es autor de “Los Condenados del Aire – El viaje a la utopía de los aeropiratas del Caribe” (Icono, 2020).

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