Estuve como Comején en la presentación del libro Feminismo Bastardo, llevado a cabo en el recinto EKO, en Madrid, de la autora boliviana María Galindo, quién, en compañía de la escritora española Cristina Morales, crearon un ambiente de interrogación en el público, una especie de desestabilización emocional que nunca, quizás, les haya sucedido. María Galindo es activista cultural, grafitera, cineasta, psicóloga, anarcofeminista y cofundadora del movimiento Mujeres Creando. Autora de varios libros, entre ellos este último que tiene a sus lectores, sobre todo lectoras, dudando de sus propias concepciones feministas, patriarcales, sociales y culturales.
Bastardo es un hijo ilegítimo. Es decir, el hijo del patrón con la sirvienta. Ese hijo, o hija, o hije, campea a sus anchas en la ilegitimidad y hace de esa condición una oportunidad. En estos tiempos fascistoides de la nueva normalidad después de la dictadura del coronavirus, la única salida para los cuerpos y las ideas es la ilegitimidad, según la autora de Feminismo Bastardo y con base en lo cual giró el acto de presentación.
María Galindo y Cristina Morales, auspiciadas por Traficantes de Sueños, se presentaron ante un público delirante y entusiasta que pocas veces se ha visto en este tipo de eventos. La boliviana, emocionada y llena de una energía renovada, explicó que la lucha social tiene que ser un paraíso donde quedarse. Que la lucha social no tiene que ser una escalera para subir escaños en la sociedad ni tampoco un lugar sacrificial donde te agotes, te canses, de donde te vayas decepcionada y amargada, o amargade, de tantas broncas, odios y venganzas.
Explicó la también cineasta que su libro va de que la lucha actual no sea una lucha para caudillos. Feminismo Bastardo es el pensamiento, el sueño, las ideas y propuestas de María Galindo, que lo sostiene con su práctica. Es un pensamiento que llega a España sin autorización, porque la literatura no viaja del sur al norte en un orden colonial, porque estamos vetados y vetadas en los sures de este mundo, prohibidos de pensar por nosotros y nosotras mismas.
Su esfuerzo por escribir no es banalidad ni producto de un regalo, argumenta la boliviana, pues antes, y hoy mismo, hay poderes que te quitan el lápiz, la hoja, te dicen que no puedes pensar. Pero la grafitera no va por el mundo como víctima de nada, como lo hacen algunas personas y movimientos sociales. Ella viene para responder y plantarse ante los interrogantes de los intelectuales de las universidades europeas y norteamericanas con preguntas extractivistas para ver si puede sostener sus argumentos, porque no creen en los argumentos que se están produciendo en el sur y llegando a Europa de contrabando.
Explica María Galindo que esto de pensar y crear, de abrir un espacio y soñar, no es un acto individualista, tampoco es producto de una iluminación especial que tenga ella, sino que es fruto de una colectividad que genera condiciones de amor, de conflicto, de roces que producen prácticas políticas y además ideas claras y precisas. Una práctica, por ejemplo, es el de atender a más de cuatro mil bolivianas, tanto en la Paz como en Santa Cruz, no con un simple apoyo jurídico, además, para sacar a flote las violencias machistas del ámbito policíaco judicial, para intentar producir otras formas de justicia.
Y todo esto funciona, según la escritora del sur. La lucha contra los fascismos es la lucha para que las guaguas (niñas), se apropien de sus cuerpos. La querella es contra los argumentos que utilizan para divinizar a la familia y demonizar los feminismos y sus luchas, para demonizar las visiones trans. “Contra esos fascismos no nos ponemos en una plaza pública a gritar ‘abajo el fascismo’, porque no somos capaces de perder las energías de nuestro tiempo”, dice. Y continúa: “Nosotros hemos hecho dos trampas, y se venden como pan caliente: dos libros, uno para chicos y otro para chicas. Creyeron que es el binario masculino y femenino, pero cuando los abrieron era algo más complicado. Un manual de instrucciones para guaguas, de 15 a 99 años, uno para ellas y otro para ellos. Y no pedimos permiso al gobierno. Sin embargo, hemos retado al Ministerio de Descolonización, Despatriarcado y Cultura de Bolivia a presentar este libro como una deuda histórica con los cuerpos. No obstante, lo hemos hecho para que nos digan que no, y nosotros poder decir que no son capaces. Que no les interesa responder a la sociedad. Entonces los vendemos”.
Como una alternativa, en últimas, solo queda el feminismo intuitivo. Es el resumen de todo. Y lo intuitivo es lo bastardo, ese lugar desde donde uno se piensa no como trans, feminista, hombre, inmigrante, pobre o rica. Es un sitio desde donde una, y une, pueden pensarse sin ninguna atadura.
La verdad es que El Comején también salió un poco despistado, pero con la convicción de que el libro de María Galindo contiene ideas que corroen. Se puede estar de acuerdo o no, pero seguro que su lectura deja la certeza de que, si luchamos desde un lugar propio, jamás lo vamos a abandonar y nos quedaremos viviendo en él en cuerpo y alma.