La ciudad de Riace, en el sur de Italia, puede ser pequeña, pero durante la etapa de Domenico «Mimmo» Lucano como alcalde se hizo conocida en todo el mundo por todas las razones correctas. Durante las décadas de la posguerra, lxs habitantes de esta ciudad calabresa se redujeron de 2.500 a sólo 400, sobre todo a causa de la emigración de los lugareños en busca de trabajo. Esta tendencia se revirtió bajo la administración de Mimmo cuando, ante la creciente llegada de refugiadxs a las costas del sur de Italia, Riace se convirtió en un «modelo» de integración. El año pasado, sin embargo, Mimmo fue condenado a trece años y dos meses de cárcel por el delito de ayudar a seres humanos necesitados. El equipo de la Agencia de la Internacional Progresista habló con Mimmo sobre el «modelo Riace», su persecución, sus ideales políticos y por qué se canceló una serie de televisión italiana sobre Riace.
¿Qué es el «modelo Riace»?
El «modelo Riace»es muy sencillo. En Calabria, los pueblos abandonados debido a la emigración se conocen como «zonas frágiles». Muy poca gente permanece en estos pueblos del interior y Riace estaba destinada a acabar así: incluso mis propios hijos se fueron. Cuando llegaron lxs primerxs refugiadxs kurdxs en 1998, nos encontramos en esta situación y nos pareció natural empezar a acoger a la gente; incluso lo sugirió uno de los refugiados, que señaló que estos lugares son muy parecidos a Kurdistán. Dijo: «Nos gustaría quedarnos aquí en Riace», miró a su alrededor, y luego, tras un silencio, «¿Por qué no lo pedimos?». Así que eso es lo que hice, hablé con el obispo, el Sr. Brigantini, que me dijo que era una «intuición profética». Para mí, esta validación dio al asunto una cierta profundidad. No sólo a la circunstancia concreta, es decir, a la llegada de personas y a la logística que conlleva, sino a nivel de conciencia política. Me di cuenta de que el obispo y yo compartíamos una visión y unas creencias en términos de igualdad social y fraternidad.
Esta historia también nació porque el obispo lo creyó posible y nació en un momento en el que todo el mundo aquí, incluidxs lxs jóvenes, decían que era el momento de irse. Este parecía ser el destino de todas las familias de Riace, pero el Sr. Brigantini despertó la esperanza y encendió una luz. Esto también me entusiasmó para entrar en la política local, no directamente como alcalde, sino como concejal al principio. Más tarde, fui alcalde en 2004, en 2009 y en 2014, lo que me convirtió en «protagonista» mientras aumentaban los flujos migratorios hacia Italia. Las políticas de acogida de refugiadxs y yo nos cruzamos casi por casualidad. Realmente me pareció que era el destino.
¿Cruzarse con la Lega, el partido político de Matteo Salvini, era algo que también parecía predestinado?
No era sólo el destino de Italia, sino el de Europa.
Los problemas surgen de dos escuelas de pensamiento que chocan en Riace. Salvini afirma que fui descuidado como alcalde. Ahora bien, Riace es un municipio de sólo 500 habitantes, un número insignificante en un país tan grande como Italia, así que ¿por qué se preocupó? Porque el mensaje de solidaridad y comunidad que transmitía era universal y no tiene fronteras. Más aún cuando el mensaje proviene de una tierra que no tiene casi nada para lxs suyxs y donde todxs emigran.
No soy miembro de ningún partido político y siempre he pensado que el radicalismo de izquierdas no está intrínsecamente ligado al formato de partido político. Siento que ser político es algo más que las elecciones, porque todo es político. Es una condición de la sociedad, de las relaciones humanas y de las decisiones que tomas para ayudar a construir algo.
Habría sido más fácil decir a lxs refugiadxs que «se vayan», pero el obispo me enseñó que cada persona que entra por la puerta, cada extranjerx, puede ser un dios. Eso es lo que nos enseñaron, esa es la cultura de la antigua Magna Grecia, ¿no? Salvini me acusó de ser el alcalde que «quiere colonizar y llenar estos lugares de inmigrantes, de gente de África». Pero, ¿por qué esa acusación y qué quería decir realmente? En realidad se oponía a que se emprendiera un programa político de este tipo en un lugar afectado por la emigración. En respuesta, sólo puedo decir que en algún momento de mi mandato el tema de la inmigración se convirtió en el motor y la misión de toda la gobernanza local. Muchos de los proyectos involucraban a personas locales que estaban sin trabajo, por ejemplo. Había esperanza y creencia en una oportunidad para mejorar el mundo.
¿Por qué la gente se interesó por Riace, hasta el punto de alcanzar fama internacional?
Como he mencionado antes, creo que en Riace chocan dos ideologías. Una gira en torno a la hermandad, la solidaridad y la espontaneidad, y la otra en torno al egoísmo y la idea de «nosotros estamos primero». Pero es inaceptable decir «yo estoy antes que otro ser humano». Todos pertenecemos a la misma tierra y todos, en mi opinión, tenemos los mismos derechos y esperanzas para el futuro. Por eso la gente se interesa por Riace.
¿Podría contarnos cómo nació el proyecto y cómo surgieron las acusaciones contra usted?
Los problemas judiciales empezaron en 2016, pero la historia comienza en 1998, cuando desembarcaron refugiadxs kurdxs y surgió un sistema espontáneo de acogida de refugiadxs en Riace. En ese momento yo no era alcalde sino sólo un voluntario. Hablaba con familiares en Buenos Aires y Norteamérica tratando de encontrar casas vacías y así, entre todos, creamos un centro de acogida en el pueblo despoblado. Así nació Riace, a través del sistema de acogida espontánea que surgió antes de que hubiera proyectos oficiales.
En 1999, me convertí en concejal minoritario del Ayuntamiento de Riace. Fundamos la asociación Città Futura, a través de la cual dimos casas abandonadas a lxs refugiadxs siguiendo el método visto en Stignano y otros municipios de la región. Nos inspiramos en los escritos de Tommaso Campanella, un fraile dominico que escribió la obra utópica La Ciudad del Sol. Riace es una aldea de Stilo, la ciudad donde nació. Campanella escribió «He nacido para vencer tres males extremos: la tiranía, el sofisma y la hipocresía», esta es la idea de la que nació Città Futura.
Entonces, en 2002, Italia lanzó una convocatoria nacional de proyectos de acogida de refugiadxs y solicitantes de asilo promovida por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Ministerio del Interior. Como era concejal y había adquirido experiencia en la acogida de refugiadxs kurdxs en el 98, me encargué de crear un sistema de acogida. Mi preocupación inicial fue el bienestar de esta tierra destinada a desaparecer en la desolación. El destino de mi familia y el de Riace en su conjunto estaba sellado desde hacía décadas. Este fue el punto de partida.
¿Qué intentaron hacer en Riace para acoger a lxs refugiadxs que fuera diferente?
Italia intentó crear un sistema nacional de acogida en el que Roma actuaba como punto de referencia nacional para los municipios participantes. Insistí en que el municipio participara y, en julio de 2001, comenzó oficialmente la acogida de refugiadxs en Riace. Los tres primeros municipios que participaron en la convocatoria del Ministerio del Interior fueron Riace, Isola di Capo Rizzuto y Badolato. No es casualidad que todos ellos sean de Calabria y que ya tengan una historia común de llegada de refugiadxs. Nuestra innovación fue demostrar que era posible ofrecer a lxs refugiadxs que llegaban aquí la oportunidad de participar en un proyecto anclado en la solidaridad.
En ese momento, además de lxs kurdxs, empezaron a llegar los primeros grupos de personas del África subsahariana, sobre todo mujeres de Eritrea y Etiopía. En 2004, me convertí en alcalde de Riace gracias a mi experiencia anterior y entonces la gente empezó a interesarse por lo que ocurría en Riace. Vieron cómo lxs turistas acudían allí para averiguar cómo un pequeño lugar de Calabria se había convertido en un lugar tan solidario con lxs refugiadxs. Se convirtió en una atracción turística: casi se podría decir que el turismo solidario nació aquí en Riace.
¿Cuándo comenzó su amplio éxito electoral?
En las elecciones de 2004 no, porque entonces había cuatro listas. La segunda y tercera vez, en 2009 y 2014, las cosas fueron mejor. En 2016, la revista estadounidense Fortune me incluyó en su lista de ‘Los 50 mejores líderes del mundo’, lo que hizo que la noticia diera la vuelta al mundo. Incluso querían hacer una serie de televisión sobre Riace con el actor Beppe Fiorello, lo que nos habría dado mucha atención, pero la inmigración también estaba recibiendo mucha atención en la misma época. Las televisiones privadas intentaban fomentar una forma de histeria colectiva presentando la inmigración como el verdadero mal de la sociedad italiana que nos impedía progresar.
¿Hicieron la serie de televisión?
La serie de televisión fue bloqueada. La hicieron pero no la emitieron porque el senador de Forza Italia Gasparri pidió su suspensión. Mis abogados, que me defienden gratuitamente y entre los que se encuentra el ex alcalde de Milán, Giuliano Pisapia, afirman que uno de los objetivos de la construcción de una causa judicial contra mí era precisamente impedir que se hiciera esta serie. Así que se suspendió a la espera del proceso judicial porque les preocupaba emitir en horario de máxima audiencia una serie que mostraba un proyecto exitoso de acogida de refugiadxs a unos siete u ocho millones de italianxs, que verían que el modelo de Riace es posible.
¿Cuál fue el motivo de esta persecución política y cultural del modelo de Riace?
¿Entiende lo que es el modelo Riace? Es la acogida e integración generalizada de lxs refugiadxs, en la que todos tienen su propia casa. El debate se centra actualmente en el derecho a vivir en lugares despoblados, lo que lo convierte en algo tan trivial porque es evidente que la inmigración es necesaria para revitalizar esas zonas. ¿Por qué mantenemos las casas cerradas y abandonadas y de qué sirven si al final se destruyen cuando llueve dentro y las daña el viento?
Por eso le doy la vuelta a la pregunta: Estoy convencido de que el derecho a tener un hogar es un derecho humano universal de todos los seres humanos. ¿Cómo podemos imaginar la creación de lugares absurdos como los barrios de chabolas cuando tenemos casas vacías? Además, la acogida generalizada de refugiadxs en lugares donde la gente todavía pertenece a una cultura rural crea relaciones espontáneas y solidarias con sus vecinxs, lo que también ha ocurrido en Riace. No se ha reservado ninguna parte concreta de Riace para la acogida de personas, por lo que el terreno es de todos. Incluso yo, como alcalde, no soy más que uno de lxs muchxs ciudadanxs. ¿Cómo puedo pensar que debería tener algo más para mi enriquecimiento personal? Me parece absurdo.
¿Podría explicar cómo funcionaban los «bonos», una especie de moneda local que usted creó para ayudar a lxs refugiadxs?
El número de llegadas de refugiadxs a Italia no dejó de crecer a medida que los flujos migratorios eran más importantes y consistentes. En Riace no fue diferente, así que pasamos de tener un único organismo gestor, Città Futura, a tener entre seis y siete organismos gestores. Como alcalde, fue un poco más difícil, porque no es fácil aportar un valor social y mantener un ideal, sobre todo cuando nuestras sociedades están estructuradas en torno al beneficio. Queríamos asegurarnos de que lxs refugiadxs tuvieran algo, pero los programas del Ministerio siempre tardaban en enviar los fondos para los proyectos de acogida de refugiadxs. Por eso creé el sistema de bonos.
El sistema de bonos era una copia de un proyecto realizado en el Parque del Aspromonte, en Calabria, que creó una moneda local llamada «Eur Aspromonte». Se utilizó principalmente para promover el turismo con una oficina de cambio en la que se compraban estos «Eur Aspromonti» con dinero real y luego se tenía derecho a un descuento al gastarlos en los pueblos del Parque del Aspromonte; todo esto para estimular la economía local.
Queríamos hacer algo parecido con los vales de comida que se proporcionaban, así que se me ocurrió dárselos directamente a lxs refugiadxs para que pudieran comprar lo que quisieran. Cada refugiadx recibió 200 euros y el proyecto funcionó bien porque les dimos libertad. Fue una innovación, pero todo el mundo se escandalizó: juristas y profesorxs universitarixs empezaron a investigar mi vida, pero lo único que encontraron fue la continuidad del ideal de solidaridad que sustentaba los proyectos. No era la obra de una mente criminal pero aun así me condenaron a 13 años y 2 meses como si hubiera cometido un asesinato.
¿Qué factores cree que le llevaron a tener problemas judiciales?
En algún momento, el gobierno aplicó una política de dar 35 euros per cápita y por día a cada refugiadx, una decisión absurda tomada por los burócratas. Estos proyectos no pueden limitarse a la fase inicial de acogida de lxs refugiadxs, sino que también deben tratar de impulsar programas de integración. Mi idea era hacer las dos cosas, la fase inicial y la de integración, con proyectos como las becas de trabajo para lxs refugiadxs a través de los proyectos de las almazaras, la granja social, los talleres de artesanía y las casas de acogida para turistas. Pero ahora me acusan de malversación de fondos al tiempo que afirman que «el alcalde no se ha enriquecido personalmente con estos proyectos, sino que hay distracciones y descuidos administrativos». Pero esto no es cierto. Un terrible malentendido ha llevado a este desorden y, en mi opinión, este desorden se debe también a dificultades burocráticas. Mientras tanto, no he hecho nada por mí ni por mi enriquecimiento personal; de hecho, en algunos sentidos me he debilitado.
Todos los jueces leyeron los papeles del caso y también lo hizo la fiscalía que propuso una condena de siete años. Aun así, los jueces duplicaron la condena. Lo extraño es que la condena más fuerte sea por malversación, a pesar de las pruebas aportadas por las transcripciones del coronel de la Guardia di Finanza que decían: «No, este alcalde no ha tocado ningún dinero, no tiene cuentas corrientes, no tiene propiedades, no tiene nada, las interceptaciones muestran que su único interés era perseguir un ideal de acogida de refugiados». Las cosas que hice como alcalde en Riace, como la almazara o la granja social, sólo enriquecieron el territorio. Pero al final lo convirtieron en un delito e incluso en un supuesto abuso de poder por las llamadas estancias de larga duración.
¿Cómo entran en escena las estancias de larga duración y la acusación de abuso de poder?
Las estancias de larga duración fueron establecidas por las directrices del Ministerio y dictaban que lxs refugiadxs debían permanecer en los centros de acogida un máximo de seis meses. Pero este es un sistema absurdo. Primero, el Ministerio del Interior me pidió ayuda para encontrar contactos y luego me abandonó cuando les convenía. Me decían que había un número muy elevado de llegadas y que no había dónde meter a la gente porque el centro y el norte de Italia no los querían. El prefecto, Mario Morcone, prometió que me ayudaría, pero también me abandonó cuando le convino. Luego, lo peor de todo es que me dijeron que tenía que echar a la gente después de seis meses, a pesar de que me llamaron una vez en septiembre para que les ayudara con las asignaciones de refugiadxs (el número de llegadas es mayor al final del verano). En Riace, podíamos mantener el instituto local con los hijxs de lxs refugiadxs que llegaban. En cambio, querían que siguiera las directrices marcadas por los burócratas y lxs echara a los seis meses. Por eso sigo diciendo hoy: «¿Por qué no tenemos todxs una discusión abierta sobre esto?».
¿Así que fue un fuerte choque entre la moral y la legalidad? ¿Qué impacto tuvo en el derecho de los niños a la educación?
¿Qué debemos hacer si nos dicen que tenemos que echar a la gente después de seis meses cuando hay un aumento de llegadas en septiembre? ¿Lxs integramos en las escuelas y lxs volvemos a echar en febrero, privándoles de su educación?
Sí, hubo algún descuido, pero es importante señalar que yo no infringí la ley. No creo que se pueda ignorar la ley sin más, pero me da pena la gente que utiliza la palabra «legalidad». Todo el mundo habla de legalidad, pero la legalidad es también la compañera del poder político: ¿es el apartheid legal? ¿Fue legal el Tercer Reich? ¿Mussolini? La legalidad en este sentido es una estrategia de poder. Me sorprende que incluso haya organizaciones del tercer sector que también impulsen esta narrativa de la «legalidad». La legalidad puede significar ser coherente con el statu quo, con los que mandan. ¿No eran legales los decretos de seguridad de Salvini contra lxs refugiadxs? ¿Tiene razón Salvini? La inhumanidad puede ser legalidad. Muchxs dicen ‘pero entonces cualquiera puede hacer su propio código legal’. Pero esto no es lo que ocurrió en Riace. Lo que yo intentaba hacer les molestaba sobre todo porque a sus ojos el proyecto de acogida debía ajustarse perfectamente a las directrices establecidas. Pero, obviamente, no puedo aceptar que se eche a lxs niñxs del territorio y del sistema escolar, así que lo he ignorado con convicción.
¿Cómo responde a las críticas de que utilizó el sistema de acogida de refugiadxs para su propio beneficio político?
Siempre le pregunto a la gente qué creen que gané con esto, aparte de respetar a la gente, especialmente a lxs niñxs. En todo caso, me debilité como alcalde. El malentendido viene de intentar crear un sistema de acogida de refugiadxs generalizado y basado en la libertad, creando becas de trabajo, y también de fomentar una comunidad multiétnica como modelo de integración.
El Estado está ausente en esta región y no hay fábricas e industrias como en el norte de Italia. La realidad aquí es de asistencialismo y de dominio de la mafia. No tenemos mucho, así que tuvimos que crear talleres para todo lo social por necesidad. Aquí nada era privado. Este es el modelo de Riace.
Entrevista publicada originalmente en el portal de Internacional Progresista. Enlace.