EL COMEJÉN, reproduce una conversación con Annette Joseph-Gabriel y Mame-Fatou sobre los roles y el legado de las mujeres africanas francófonas en los movimientos de liberación panafricana.
En el documental de 2016, Mariannes Noires (Marianas negras), siete mujeres de origen africano, nacidas en Francia, se enfrentan a sus propias identidades y desafían las expectativas de la sociedad francesa. La película fue dirigida por Mame-Fatou Niang y Kaytie Nielsen. Durante la promoción de la película, Niang y Nielsen escribieron que las personas entrevistadas «comparten sus ideas y soluciones a los problemas más desalentadores de Francia en cuanto a la difícil intersección entre el racismo y la misoginia, y lideran valientemente el camino a seguir». Niang nació en Dakar, Senegal, y estudió en los EE.UU. y Francia y, como podrán apreciar en esta entrevista, pone a un lado su interés por las identidades africanas contemporáneas en Francia, y busca explorar la larga duración de esa historia.
Rama Salla Dieng: ¿Qué papel han desempeñado históricamente las mujeres africanas francófonas en los movimientos de liberación panafricana? ¿Piensa en algún ejemplo concreto?
Annette Joseph-Gabriel: Tanto desde posiciones de liderazgo como a nivel de base, las mujeres del África francófona han desempeñado históricamente roles cruciales en la teorización de la liberación y en la lucha contra el imperialismo. En mi libro identifico a mujeres como Aoua Kéita y Andrée Blouin como «protagonistas políticas». Hubo actores centrales en la historia de la liberación panafricana del siglo XX. Asimismo, registraron estos movimientos a través de sus autobiografías. Otras mujeres, como Jeanne Martin Cissé y Annette Mbaye d’Erneville, plantearon en su trabajo político y en su práctica literaria una política de liberación centrada en la mujer. En cierto modo, creo que las narrativas nacionales han mantenido los ecos de sus nombres de tal forma que resulten familiares a la gente, pero que no sepan más allá de eso, lo que también constituye una forma de anulación.
Mame-Fatou Niang: Annette lo resumió perfectamente. La situación de las mujeres africanas bajo el dominio colonial, y en particular bajo el Código Napoleónico francés, se caracterizó por una gran pérdida de poder. Mientras que las costumbres de las comunidades indígenas otorgaban un lugar especial a la mujer en las sociedades precoloniales, Francia impuso una jurisprudencia destinada a forzar las normas sociales de la Metrópoli. Fue en estas circunstancias que la mujer africana se encontró en la intersección de múltiples marginaciones. Esto llevó a mujeres como Jeanne Martin Cissé y Annette Mbaye d’Erneville a separarse de la Unión de Mujeres Francesas (UFF, por sus siglas en francés) y a crear la Unión de Mujeres Senegalesas (UFS, por sus siglas en francés). Aunque la UFS centró sus acciones en torno a la emancipación de las mujeres (del África francófona), el lema de la organización era «la independencia antes que nada». En esa misma línea podemos pensar en la Unión de Mujeres Africanas, un grupo establecido un año antes que la Organización de la Unidad Africana (OAU por sus siglas en inglés). La OAU, más conocida como La Panafricana de las Mujeres o la Organización Panafricana de Mujeres («PAWO», por sus siglas en inglés), fue creada por mujeres que habían participado en la lucha anticolonial, y que querían alcanzar los sueños de liberación y unidad planteados por la ola de independencia de la década de 1960. Este proyecto se expone claramente en el discurso inaugural de Aoua Keita, cuando la feminista maliense reiteró la misión central de la PAWO: el hecho de que «la unidad y la solidaridad de todxs los africanxs fuese la única condición para la liberación del hombre africano”.
Me familiaricé con la teoría racial en inglés de teóricxs afroamericanxs y negrxs británicxs, antes de toparme con pensadores masculinos francófonos como Fanon y Césaire
Mediante el activismo político, las intervenciones sociales y las producciones literarias, las mujeres africanas francófonas establecieron importantes redes que cruzaron las fronteras de sus países. Después de la independencia, también se aseguraron de que los nuevos estados cumplieran con las demandas por más derechos para las mujeres y las niñas. Sobre la base de lo que Annette acaba de decir, se nos hizo pensar que los principales iconos del panafricanismo eran exclusivamente hombres africanos, como Sekou Toure o Modibo Keita. Del mismo modo, cuando se piensa en la influencia del feminismo, nuestra generación se ha apresurado a señalar a figuras occidentales o negros americanos, borrando efectivamente los movimientos de mujeres que nacieron y actuaron en el África francófona. Esa amnesia dice mucho sobre el (no) lugar de las mujeres negras en nuestra historia.
Rama Salla Dieng: ¿Cómo se ha mantenido la influencia de ese legado en las mujeres de nuestro tiempo?
Annette Joseph-Gabriel: Creo que la supresión que señala Mame dificulta poder conversar sobre el legado. Para que las mujeres africanas trabajen conscientemente en los legados de aquellas que vinieron antes, tenemos que indagar mucho más para aprender de esos legados. Tenemos que mirar más allá de las instituciones educativas que siguen valorando un elenco masculino de luchadores por la libertad, y convertirnos en aprendices de nuestra propia historia de forma independiente y en espacios a menudo no institucionales.
Contrario al preocupante auge de una corriente de pensamiento nativista en los Estados Unidos, que enfrenta a los llamados descendientes americanos de esclavos con todos los demás negros.
Dado que realizo mi trabajo principalmente en el ámbito literario, uno de los legados constantes que veo es la producción literaria de mujeres africanas. La autobiografía de Aoua Kéita,Femme d’Afrique: La vie d’Aoua Kéita(Mujer de Africa: la vida de Aoua Kéita) fue la primera autobiografía escrita en francés por una mujer africana. Ganó un «Grand prix littéraire de l’Afrique noire», convirtiendo a Kéita en la primera mujer (¿africana?) en ganar el prestigioso premio literario. Aunque hoy en día no se la conozca en todo el continente ni en la diáspora, considero que estas múltiples «primicias» allanaron el camino a escritoras posteriores como Véronique Tadjo, Aminata Sow Fall y Calixthe Beyala, que se convirtieron en las voces literarias de las generaciones siguientes. Las historias que cuentan mantienen a las mujeres y niñas en el centro de mundos que de otra manera las relegarían a los márgenes. Más allá de la esfera literaria, el activismo político de estas antecesoras continúa hoy en día a lo largo del continente como pensamiento feminista y muchas formas de organización social (académicas, de base, movimientos laborales, políticas, etcétera)
Mame-Fatou Niang: Como niña afro-francesa que creció en los años 90, nunca escuché hablar de estas mujeres negras de África. Nunca. Cuando aprendí sobre el panafricanismo, primero estaban los nombres de los hombres negros y luego los de las mujeres extranjeras. Mi generación conoció a Assata Shakur, amó a Angela Davis, aprendió sobre Claudia Jones, Amy Ashwood Garvey y Amy Jacques Garvey, pero nunca oímos hablar de Jeanne Martin Cissé o Annette Mbaye d’Erneville. Como dijo Annette, la investigación académica sobre los esfuerzos políticos y literarios de estas mujeres africanas francófonas mantuvo vivo el recuerdo de sus acciones. En realidad es en la última década que estas historias surgieron de sus nichos intelectuales, para abrirse camino lentamente hacia audiencias más amplias. En la actualidad los nombres, las acciones, las palabras y el pensamiento de estas antecesoras están inspirando movimientos feministas y sociales a muchos niveles en África, y también en la diáspora africana.
Rama Salla Dieng: ¿De qué manera han estado presentes estos movimientos e ideales panafricanistas en las conversaciones sobre la identidad de lxs francesxs negrxs?
Annette Joseph-Gabriel: Más allá de África, considero que un colectivo feminista y panafricanista negro como Mwasi continúa explícita y deliberadamente el legado que hemos estado debatiendo, a la vez que adapta su discurso y su acción tanto a su ubicación en la diáspora como a una visión más amplia e inclusiva de la condición de mujer negra. Mwasi es también un ejemplo realmente importante de la intervención del feminismo panafricano en los debates contemporáneos sobre la raza y la identidad en Francia. Se basan muy explícitamente en una genealogía política de las mujeres negras francesas y en un linaje ideológico panafricanista. Contrario al preocupante auge de una corriente de pensamiento nativista en los Estados Unidos, que enfrenta a los llamados descendientes americanos de esclavos con todos los demás negros, la visión de Mwasi del francés negro subraya la liberación como necesariamente transnacional y panafricanista, porque la supremacía blanca que trata de contrarrestar es específicamente francesa y, a la vez, ampliamente mundial.
Mame-Fatou Niang: Esto puede sonar muy intrascendente, pero para mí ha sido absolutamente esencial leer sobre la negritud, la identidad francesa negra y la condición (francófona) de ser mujer negra en francés. Ha sido esencial leer sobre estos temas desde la perspectiva de las mujeres negras francófonas. Debido a que la conversación sobre la raza ha sido tabú en Francia, me familiaricé con la teoría racial en inglés de teóricxs afroamericanxs y negrxs británicxs, antes de toparme con pensadores masculinos francófonos como Fanon y Césaire. Desenterrar las voces de estas mujeres olvidadas y añadir estas piezas faltantes a las conversaciones actuales sobre la raza, la negritud y la ciudadanía en Francia es crucial para asegurar que el mosaico que se está armando refleje lo más posible la larga experiencia de lxs negrxs en Francia.
Rama Salla Dieng: Obras recientes como Mariannes Noires, Ne reste pas à ta place y Ouvrir la voix han desencadenado conversaciones en Francia y en otros lugares. ¿Qué papel cree que pueden desempeñar la exploración interna y los métodos biográficos en Francia y en Europa en este momento particular de aumento de movimientos nacionalistas de derecha?
Annette Joseph-Gabriel: Estas obras enfatizan lo que Irène d’Almeida ha descrito como «destruir el vacío del silencio». Utilizamos la palabra «silenciamiento» tan a menudo que casi la damos por sentada. A veces decimos que los grupos marginados guardan silencio, cuando en realidad simplemente no sabemos cómo escuchar sus expresiones y articulaciones sobre sí mismos y sus visiones políticas. Pero el silenciamiento como verbo activo y estrategia ha sido un proceso largo y deliberado de privación de derechos que no siempre se capta en la facilidad con que usamos la palabra. La formulación de D’Almeida nos recuerda que el silenciamiento no es sólo una cuestión de voz. El vacío y la alienación que crea también se trata de la destrucción y el borrado total de la persona, el humano. En obras como Mariannes Noires, por ejemplo, escuchamos a mujeres negras que se niegan a ese silencio, alienación, borrado y destrucción. Afirman que son humanas (lo que en una estructura de supremacía blanca efectivamente es una idea radical, que una mujer negra sea humana y no un objeto o un sujeto marginado). Hablan de la complejidad, el desorden y la belleza de su humanidad, y de que se trata de un proyecto político que contrarresta directamente a los movimientos nacionalistas racistas -que no están tanto en aumento o en ascenso, sino recuperando respeto y aceptación.
Me encantan los mosaicos porque, a diferencia de los rompecabezas precortados, los mosaicos permiten la fluidez y la creatividad, produciendo piezas cuya originalidad y fuerza se derivan de su diversidad.
También estoy totalmente de acuerdo con el punto anterior de Mame acerca de la importancia del lenguaje en el que somos capaces de imaginar la resistencia y la liberación. Desde términos benignos como «retorcer», referido al movimiento del cabello natural, hasta teorías más complejas como la interseccionalidad, el tamaño y el poder de los Estados Unidos denota una significativa anglicización de gran parte del lenguaje que usamos para describir las experiencias de las mujeres negras. ¿Cómo se dice interseccionalidad en francés? No me refiero a cómo se traduce la palabra crucial y vital de Crenshaw, sino a cómo transmite su significado de manera que capte las particularidades de cómo se cruzan la opresión racial, de género y de clase en Francia. Por un lado, tener un vocabulario que cruce las fronteras es poderoso porque pone de relieve la artificialidad de las fronteras lingüísticas y nacionales. Pero al mismo tiempo, la sustitución de palabras (en inglés) como «black» por una palabra francesa como «noir.e» significa que nos estamos apartando de las realidades sociales, históricas y políticas específicas que constituyen lo que estamos tratando de nombrar, y terminamos con herramientas que no son aptas para la labor de liberación que tenemos a mano. Mariannes Noiresno se arrepiente de dominar el idioma francés y proporciona un modelo sumamente reflexivo sobre cómo soñar con la libertad en un idioma que inicialmente comenzó como imposición, y sobre cómo expresar la condición de ser mujer negra en francés sin reproducir las antiguas escenas coloniales de asimilación.
Mame-Fatou Niang: ¡Me encanta esto! Las palabras de Annette reflejan magníficamente algo que ha sido central en mi trabajo como académica-artista analizando la experiencia de las mujeres negras en Francia. Me encanta la figura del mosaico. Un mosaico comienza con una sola pieza alrededor de la cual se construye lentamente la estructura. Como mujer afro-francesa, concibo esa primera pieza como la capacidad de romper tanto el silencio como la invisibilidad, que han sido los sellos distintivos de nuestras vidas en Francia: el silencio de los números y la falta de estadísticas étnicas, el silencio del lenguaje y la falta de palabras en francés que expliquen una experiencia racializada, el silencio de la historia y nuestra efectiva supresión de la narrativa francesa. Ser capaz de decir “Je suis noire. Je suis Afro-Française!” (Soy negra. ¡Soy una mujer afro-francesa!), esta es la pieza alrededor de la cual construí mi investigación, mi arte y mi búsqueda de identidad. Me encantan los mosaicos porque, a diferencia de los rompecabezas precortados, los mosaicos permiten la fluidez y la creatividad, produciendo piezas cuya originalidad y fuerza se derivan de su diversidad. Si bien la gente percibe la obra de Annette, Rokhaya, Amandine y la mía propia como una amenaza a la identidad de Francia, no se da cuenta de que estamos desenterrando y tejiendo narraciones que enriquecen el tapiz nacional.
Annette Joseph-Gabriel es profesora adjunta de Estudios Franceses y Francófonos en la Universidad de Michigan.
Mame-Fatou Niang es co-directora de Mariannes Noires, un documental sobre la Francia Negra.
Rama Salla Dieng, invitada, editó la serie Talking back: African feminisms in dialogue (Respondiendo: Los feminismos africanos dialogan) y es Catedrática de Estudios Africanos y Desarrollo Internacional de la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad de Edimburgo.
Entrevista publicada en el portal de Internacional Progresista, organización a la que pertenece El COMEJÉN