Periódicamente un compañero de universidad me envía noticias sobre las bondades del régimen cubano. Sin duda, son muchos los logros que pueden destacarse de este proceso revolucionario. No obstante, existen otras verdades que no se dicen o que solo logramos escuchar desde las voces disidentes, cuando pueden superar la censura y los controles del régimen. El objetivo de esta breve columna es reflexionar sobre las tensiones de Cuba desde un enfoque “pluriversal”, es decir, aquel que asume la existencia de muchos mundos posibles y no uno sólo, el hegemónico, el “universal”, generalmente vigilado por EE.UU. y las potencias económicas europeas.
Empecemos por el tema de las libertades fundamentales. Cuba, más allá del romanticismo de la “vetero-izquierda” (que generalmente proviene de países capitalistas y disfruta de sus mieles), es un paraíso del autoritarismo del cual no hay salida ni alternativa. Un ejemplo de esto, son los Comités de Defensa de la Revolución que en cada barrio están pendientes de cualquier mínimo atisbo de disidencia. Qué lees, qué estás pensando, cuál es tu visión del partido, tu compromiso, tu conciencia revolucionaria, etc. A partir de prácticas totalitarias de este estilo, como dice una colega cubana, se vive en un “mundo de melancolía”, en “la isla como cárcel”. Se interioriza el famoso “no dé la lucha” contra el poder estatal; o en colombiano: “deje así”. El chiste cubano clásico es diciente: “Fidel nos trajo vivienda, salud y educación y nos quitó desayuno, almuerzo, comida y los sueños”. Ahora bien, esto no implica que sus enemigos imperiales acérrimos (como EE. UU y cía.) defensores de la libertad capitalista tengan la razón, sean superiores moralmente, o se atribuyan el derecho de intervenir militar o políticamente.
Los logros cubanos en términos de construcción de hegemonía respecto al tema de la “igualdad” (que maximizada es incompatible con la “libertad”) no pueden obviarse. Algo así podría decirse análogamente de los logros de la derecha colombiana para construir a sangre, fuego y propaganda su sólida hegemonía histórica de los últimos 50 años. El punto es que Cuba, para bien y para mal, tiene muchas enseñanzas ético-políticas que dejarnos. Sobre todo, en clave “pluriversal” (no universal) esta pequeña isla del Caribe tiene todo el derecho a no ser como las demás “democracias” de América (Abya Yala) o del mundo. Tiene todo el derecho a existir, a ser una excepción, a ser respetada, incluyendo no ser bloqueada económicamente.
Amplío la idea de la incompatibilidad de maximizar valores. Existen dos tensiones o disyuntivas filosófico-políticas, base de casi todos los conflictos: la tensión entre libertad e igualdad, y la tensión individuo y colectivo. Otra podría ser entre cultura y naturaleza. No son conciliables analíticamente, tienen que operarse en la práctica. Parece ser que los países escandinavos, Canadá e incluso más cerca, Uruguay, han encontrado un relativo equilibrio al respecto, del cual los países comunistas están bastante alejados. Ahora bien, ¿qué aparece antes en la vida humana?, ¿qué sería más esencial la igualdad o la libertad?
Piensen en este ejemplo: un niño o un animal difícilmente se refieren a la igualdad. De hecho, son egoístas y prefieren no compartir. Por eso se requiere un tercero como mamá, papá, cuidador, (Estado) que medie, que regule la (no) igualdad, que permita el compartir los bienes, la solidaridad, etc. ¿Qué pasa si usted les restringe la movilidad? Intente abrazar a un niño o a un gatito por más de 10 segundos. Van a luchar (incluso hasta la muerte) para liberarse, para soltarse. Es decir, como sostenía el filósofo político John Rawls, la igualdad es una virtud de las instituciones sociales (padres, cuidadores, Estado), una virtud de segundo nivel. En cambio, la libertad podría ser inherente, en el caso que nos interesa, a la condición humana, esencial. Precisamente, desde el concepto de libertad podemos aceptar que un pueblo “elija” priorizar la igualdad. Desde luego, deberíamos también diferenciar entre varios conceptos de libertad (y liberación), pero este es otro complejo debate. Un apunte curioso: en Cuba, como en China y Corea del Norte, existe el “partido único”. ¿Se imaginan? Intenten partir un pastel en una sola porción. La contradicción es evidente.
La melancolía de la que habla mi lúcida amiga quizá esté relacionada con sentir la pérdida de la libertad personal en favor de la igualdad colectiva impuesta por la fuerza, por las armas, por el poder. No obstante, de nuevo, en clave “pluriversal”: nadie externo a lxs cubanxs tendría el derecho a decidir si su “democracia melancólica” es superior o no a la “democracia liberal”.