El pasado mes de enero la empresa Colombia Off Road, organizó la “Expedición Wayuu VIII”. Entre los expedicionarios se encontraba una modelo de nombre Elizabeth Loiza, quien después de vivir la experiencia de transitar por territorio Wayuu en camionetas 4X4, su grupo irrumpió en territorio sagrado del pueblo Wayuu, situación que creó un conflicto con los indígenas encargados de la protección del lugar. En incidentes como estos el sistema normativo Wayuu establece que el agresor debe compensar la falta. La compensación fue tasada por los involucrados en el incidente en 15 millones de pesos colombianos, pero al final se concilió en 6 millones. Al respecto la modelo Elizabeth Loaiza expresó: “Terminamos arreglando en 6 millones de pesos porque nadie llevaba más plata, reunimos entre varias personas, la organización puso 2 millones de pesos y nosotros pusimos 4 millones de pesos”. Luego agregó: “Nos Extorsionaron en la cara, nos robaron en la cara y nos secuestraron en la cara”. La modelo acusó a los hermanos Linny y Beiny Palacio Bernier de extorsión y secuestro.
El Cabo de la Vela, nuestra Jepirra, es sagrado para nosotras las wayuu porque allí, tenemos la certeza, reposan las almas de nuestros ancestros. En Jepirra descansarán nuestras almas.
Linny y Beiny Palacios Bernier tienen la guarda de los territorios sagrados del Cabo de la Vela. Son reconocidos por las autoridades tradicionales y por acuerdo comunitario con la Asociación de Hospedajes y restaurantes del Cabo de la Vela como los “Protectores de Jepirra”. Su misión es la de resguardar un área delimitada y sagrada, de la misma forma que lo hacen los guardianes o guardaparques de la serranía de la Macuira. Así mismo lo hacen los guardianes del parque Tayrona y el resto de territorios indígenas administrados por el Estado, bajo la figura de parques nacionales o áreas protegidas. Esta área fue donde una modelo de nombre Elizabeth Loiza se hizo unas maravillosas fotos y sus amigos se emborracharon. Son lugares sagrados para el pueblo wayuu y están bajo la administración directa de la comunidad que designó a los hermanos Palacios Bernier para su custodia. Su designación fue ratificada por la autoridad tradicional wayuu.
La mezquita Omar Ibn Al-Jattab en Maicao es un lugar sagrado y desde 1997 se convirtió en un símbolo muy importante para el municipio y el departamento de La Guajira. Para ingresar a ella hay que ajustarse a los requerimientos que se exigen, como entrar sin calzado. Durante el culto los hombres están separados de las mujeres y bajo ninguna circunstancia las mujeres podemos ingresar a la mezquita sin el velo. Así como esta mezquita sagrada existen en Colombia y el mundo espacios geográficos en los que se deben acatar ciertas reglas. Estas reglas deben ser acatadas por los residentes y por los visitantes. El Cabo de la Vela, nuestra Jepirra, es sagrado para nosotras las wayuu porque allí, tenemos la certeza, reposan las almas de nuestros ancestros. En Jepirra descansarán nuestras almas.
Sé que puede resultar casi que imposible asimilarlo o entenderlo, pero esa ha sido nuestra forma de ver el mundo, y es ahora cuando ustedes se enteran de lo sagrado que es el Cabo de la Vela y que una vez que se viole el derecho propio en territorio wayuu -donde no hay Estado- primará nuestra ley de origen. Hay arijunas que creen que hay un cielo después de muertos, bueno así es el devenir de nuestras almas en Jepirra, el Cabo de la Vela.
Me he puesto en el lugar de la Elizabeth Loiza. El desamparo de no tener el Estado cerca, al policía del cuadrante, al inspector de policía, a la fiscalía, al juez de la República, el ejército camuflado de tormenta del desierto, el Gaula, en fin, da la sensación de que no tuvo alternativas estando Colombia tan lejos de La Guajira, esa ausencia del Estado sólo la podemos soportar los wayuu.
Linny y Beiny, protectores de Jepirra, estaban cumpliendo en territorio wayuu un mandato de la jurisdicción especial indígena. La mayoría de colombianos no están familiarizados y desconocen las normas del derecho consuetudinario de los pueblos originarios, las cuales están amparadas por la Constitución y por sentencias del tribunal supremo.
De Elizabeth Loaiza supe por lo ocurrido en el Cabo de la Vela. Antes de saber quien era ella ya tenía noticias de influencers como Epa Colombia, con 1,8 millones de seguidores, de Yina Calderon con 2,7 millones de seguidores, La Liendra con 5,3 millones de seguidores. Son cuentas verificadas que no sigo. Los medios digitales les han dado una relevancia a estos personajes, entre los que se observa a la modelo colombiana Natalia París, con 2 millones de seguidores, recomendando el uso dióxido de cloro como “el remedio que te salva de vacunarte”. Elizabeth Loaiza, modelo y piloto de helicóptero, además de ganadora del concurso de belleza Miss Mundo Colombia en 2006, cuenta con 2 millones de seguidores en Instagram. Loaiza compartió entre sus millares de seguidores su versión sobre lo ocurrido en territorio wayuu. Empleó los términos “secuestro” y “extorsión”. Muchos de sus seguidores compartieron su versión en las redes sociales.
No será la primera vez que Elizabeth Loiza se enfrente a este tipo situaciones, ya que al parecer su fuerte es la publicidad engañosa a través de redes sociales. Me entero, por otra parte, que ofreció pruebas rápidas para detección del Covid-19 sin contar con la aprobación de la autoridad sanitaria. Loaiza vuelve a ser tendencia por formular cargos contra dos miembros de la comunidad wayuu, a quienes acusa de secuestro y extorsión. Linny y Beiny, protectores de Jepirra, estaban cumpliendo en territorio wayuu un mandato de la jurisdicción especial indígena. La mayoría de colombianos no están familiarizados y desconocen las normas del derecho consuetudinario de los pueblos originarios, las cuales están amparadas por la Constitución y por sentencias del tribunal supremo. No es lógico que alguien llegue a tu casa, patee a tu perro y te insulte. Yo, en mi casa, no lo permito. A nadie. Ni a la más famosa de las famosas.
Antes del 23 de enero Linny Palacios Bernier y Beiny Palacios Bernier eran dos anónimos indígenas wayuu. Hoy son famosos en las redes por cuenta de Elizabeth Loiza. Las redes los retratan como secuestradores y extorsionadores. Ningún medio los ha tratado como lo que realmente son: Guardianes de Jepirra. Ya es hora de que las plataformas como Instagram verifiquen el contenido de lo que están publicando, pero en el caso de los hermanos Palacios no está ocurriendo.
En las carreteras de Colombia hay cientos de peajes caros. La gente paga en esos peajes sin rechistar. El cobro de los wayuu no puede interpretarse como un delito de extorsión como pretende hacerlo creer la modelo Elizabeth Loaiza.
Es por esto que las víctimas de Elizabeth Loiza deben acudir a las instancias ordinarias, salir del territorio y activar el sistema ordinario. Yo, como abogada wayuu, tiendo ese puente. Estoy dispuesta a presentar un caso penal con el objetivo de reparar públicamente los nombres de Linny Palacios Bernier y Beiny Palacios Bernier. Existen pronunciamientos de la Corte Constitucional que señalan que la libertad de expresión no puede ir por encima de los derechos de los demás, es decir, el buen nombre, la honra o la presunción de inocencia. Que sea un fiscal quien determine si hay delito en los hechos posteriores a la multa que Elizabeth Loaiza pagó por violentar territorio sagrado wayuu. Que sea un juez de la República quien determine si hay lugar o no a una reparación. Tejamos ese puente con Colombia y su sistema ordinario de justicia, no es más rápido que el nuestro, pero es punitivo y eso no le gusta a los arijunas cuando la sanción es en su contra.
No voy a dejar de lado los peajes wayuu, esa cuerda que atraviesan por las incontables trochas guajiras. Lugares en los que habitan los wayuu y donde cobran por transitar. Es su territorio. En las carreteras de Colombia hay cientos de peajes caros. La gente paga en esos peajes sin rechistar. El cobro de los wayuu no puede interpretarse como un delito de extorsión como pretende hacerlo creer la modelo Elizabeth Loaiza. Los peajes es uno de los pocos recursos que tiene el pueblo wayuu para sobrevivir al secular abandono estatal. Un territorio al que sólo arriban los politiqueros en vísperas electorales. Llegan en sus lujosas, blindas y polarizadas camionetas a prometer molinos de viento, cría de avestruces y un largo etcétera.