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Colombia, la brecha del libre mercado

En Colombia el cultivo del café se está desplazando un poco más arriba en la montaña buscando unos grados centígrados menos de temperatura, lo cual está cambiando las dinámicas de producción agrícolas que no están siendo atendidas por el Gobierno nacional negacionista.

Afrodescendiente colombiano.

Afrodescendiente colombiano. Imagen de Boris Guevara

El próximo 28 de junio vamos a cumplir dos meses de movilización popular en Colombia, que enfrenta una violenta represión por parte del Ejército nacional, los cuerpos antidisturbios y la Policía nacional por órdenes de la extrema derecha de Uribe que gobierna en el país desde hace casi 20 años.

La manifestación se mantiene en la calle a pesar del cansancio, los muertos, desaparecidos y encarcelados porque la situación de pobreza, hambre, desempleo, abandono de la sanidad y la educación pública se mantiene e incluso empeora. No hay signos de recuperación ni ninguna intención por parte del Gobierno de resolver la situación de emergencia que vive el país. Todo lo contrario, los poderosos intereses están forzando falsas soluciones para amasar beneficios, explotan el miedo y el pánico de la población para restringir los pocos derechos que se han podido conseguir.

Colombia es el único país en América Latina que nunca ha tenido un gobierno de izquierda que defienda los derechos sociales de la gente, únicamente ha tenido gobiernos de derecha que han defendido siempre la consigna del libre mercado del neoliberalismo, que se ha caracterizado por el debilitamiento sistemático del poder de las esferas públicas, el desmembramiento de los órganos reguladores, la bajada de impuestos para los ricos y la venta de los servicios esenciales al sector privado. Por esta razón Colombia es la prueba fehaciente de que el sistema capitalista no funciona y ahora mismo se está convirtiendo en la brecha por donde se puede empezar a caer todo. ¿Cómo recuperas a 23 millones de personas pobres que comen mal dos veces al día insistiendo en el mismo sistema económico y violento que prioriza los beneficios de las grandes empresas multinacionales a costa de la vida de su gente? Si insisten, no hay vuelta atrás a una posible recuperación y definitivamente solo puede ir a peor.

La situación de incertidumbre del país responde precisamente a que este es un escenario nuevo. Aunque parezca increíble, después de más de 70 años de guerra cruzamos los límites donde la recuperación está cuesta arriba, la vuelta atrás no es posible de ninguna forma y la solución requiere de cambios radicales, acciones colectivas y globales que permitan un cambio de rumbo decisivo que nos aleje del fundamentalismo del libre mercado que ha moldeado nuestras sociedades en los últimos 50 años, manteniendo relaciones colonialistas que socaban la soberanía de los países del Sur global, saquean nuestras tierras y convierten nuestra fuerza de trabajo en mano de obra barata sin derechos.

El capitalismo de siempre es la causa de las desigualdades, la inseguridad laboral, la esclavitud de la deuda y la crisis climática, por lo cual necesitamos romper con la estrategia del libre mercado en la menor brevedad de tiempo posible si queremos salvar vidas y resolver la situación en Colombia, evitar un efecto dominó en el resto de América Latina y darnos una oportunidad de sobrevivir al calentamiento del planeta. Anular la deuda externa del Sur global con las instituciones financieras, suspender los tratados comerciales que no cumplan con el respeto a los derechos humanos y que no respondan a un reparto equitativo, reconstruir la esfera pública, nacionalizar algunas empresas, revertir privatizaciones especialmente en sanidad y educación, reducir el consumo excesivo, regular e imponer impuestos contundentes a las grandes empresas, recortar el gasto militar, reducir la influencia de las grandes fortunas sobre los procesos políticos y el reconocimiento de la deuda del norte global con el resto del mundo.

El calentamiento global por efecto de los gases invernadero obtenidos mayoritariamente de los combustibles fósiles está acelerando e intensificando los procesos de extractivismo, los recursos son cada vez más escasos y la naturaleza va cambiando a medida que el calor aumenta. En Colombia el cultivo del café se está desplazando un poco más arriba en la montaña buscando unos grados centígrados menos de temperatura, lo cual está cambiando las dinámicas de producción agrícolas que no están siendo atendidas por el Gobierno nacional negacionista.

Colombia es el principal exportador de carbón en América Latina, las principales empresas mineras exportadoras del país cuentan con una alta participación de capital europeo y norteamericano, que eliminan puestos de trabajo y solo aporta el 1,07 % al PIB nacional mientras que el sector agropecuario alcanza el 6,2 % y la industria manufacturera el 11,9 % sectores con mucha menos inversión e infraestructura y necesidad de mano de obra.

La extracción del carbón en el país genera conflictos socioambientales con relación a la violación de los derechos al agua, a la salud, a un ambiente sano, a la vivienda, a la permanencia en los territorios por parte de las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes. No beneficia al país, ni al pueblo colombiano, ni al mundo respecto al calentamiento global, por lo cual ¿Quién y por qué insisten en la minería del carbón en Colombia?

Tanto el petróleo como el carbón están exentos de impuestos departamentales y municipales, el petróleo aporta el 3,4 % del PIB nacional y es el sector con mayor inversión extranjera. Una economía basada en la exportación de patrimonios naturales, en particular carbón, petróleo y derivados no es una economía ni estable ni sana, tanto en términos macroeconómicos como con relación a la profundización de los conflictos socioambientales que la extracción de dichos bienes implica.

Las consecuencias del libre mercado en las empresas locales y la agricultura son devastadoras para los países del Sur global, pero definitivamente la que se lleva la peor parte es la atmósfera. Los barcos cargueros, aviones, y camiones pesados que se encargan de mover la materia prima y los productos acabados a lo largo de todo el mundo son la empresa que más devora combustibles fósiles y genera gases de efecto invernadero. El aumento de emisiones de productos que se fabrican en el Sur global para ser consumido en países del Norte global es seis veces mayor a las reducciones de emisiones de los países industrializados. En Europa hablan de Green New Deal mientras nos saquean, violan, matan y dejan la basura en casa. Eso es hipocresía.

El reto es enorme pero no imposible, desde luego sí ilusionante y requiere de mucha empatía. Darnos la oportunidad de construir un futuro con oportunidades para todas, no es castrochavismo ni comunismo, es sentido común y la luz al final del camino. No se trata de acabar con los acuerdos comerciales, se trata de una economía que respete la vida, los derechos humanos, el medio ambiente y los derechos laborales. Y desde luego la respuesta a la situación en este momento no puede ser poner muros, vallas y concertinas en la frontera para evitar la llegada del exilio, consecuencia del desastre de su sistema económico. Se trata de garantizar el asilo y el estatus, tratarnos con amabilidad, compensación y buscar la forma de reparar el daño.                  

Ingeniera industrial de la Universidad Tecnológica de Pereira y Master Oficial en Finanzas de Empresa en Universidad Complutense de Madrid. Trabajó en el Parlamento Europeo con el partido Podemos.

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