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Colombia: resistencia y movilización fractal

La protesta social y la movilización en general tienen la misma forma o estructura en todo lugar, sin que necesariamente estén bajo un único centro de coordinación y articulación, lo que genera que se dé a diferente escala y pueden estar ligeramente deformadas por hechos de violencia o delictivos de naturaleza variada.

Paro en Barranquilla

Tricolor. Barranquilla. Imagen de Alfredo González Barrios

Colombia es un país donde la población, las ciudadanías, los movimientos sociales y las fuerzas políticas alternativas y democráticas tienen todas las razones para permanecer de manera constante en ejercicio de la movilización y la protesta legítima. La corrupción desbordada, el clientelismo político, el nepotismo, la represión y violencia institucionalizada, se suman a las situaciones de pobreza extrema, hambre y desocupación galopante que vive la población en los umbrales de la angustia y la desesperanza ante la pérdida de las posibilidad de acceder al ejercicio de los derechos fundamentales a la alimentación, la educación, la salud, la vivienda digna y el empleo de calidad, que no solo golpea de manera abrupta a las clases trabajadora y populares, sino cada vez, con mayor fuerza, a las clases medias, lo que se ha puesto en evidencia con la pandemia y las medidas económicas restrictivas implementadas por el Gobierno del presidente Iván Duque Márquez y su reaccionaria coalición.   

Desde noviembre de 2019, de manera ininterrumpida, la ciudadanía y los movimientos sociales, se ha venido expresando de las más variadas formas contra un gobierno de elites emergentes del narcotráfico, aliadas con la elites convencionales que han capturado el Estado y lo han colocado al servicio de las elites económicas y sociales, de la delincuencia tradicional de esas elites -empresarios de la corrupción- que han convertido en blanco los patrimonios y presupuestos públicos en una estrecha relación con el modelo de capitalismo criminal del narcotráfico en la configuración de un narcoestado que funciona al amparo y protección de la política de seguridad estadunidense y del desarrollo del modelo neoliberal.     

Las estadísticas oficiales (DANE) de desempleo, hambre y pobreza justifican por ellas mismas todo tipo de protesta y de movilización. Pero más allá de esas estadísticas maquilladas está la crítica realidad que viven las familias en el día a día, en la angustiosa posibilidad de satisfacer necesidades básicas como la alimentación, disminuida abruptamente de tres comidas diarias, a dos o una o al engaño al organismo con el consumo de cualquier alimento precarizado en nutrientes. Hambre que enfrentan heroicamente las mujeres con grandes dificultades y sacrificios y que consume la vida de millares de infantes y de ancianos que languidecen ante la ignominia gubernamental y su desfachatez en la implementación de la política pública social. Lo que está marchando y reventándose en las calles del país es el hambre y la pobreza que ha colocado en evidencia desbordada la pandemia, pero que venía creciendo en inconformidad desde mucho antes que esta apareciera. Cuando se vive al borde de la muerte en precariedad extrema y el abandono institucional, se pierden todas las esperanzas y lo miedos y más ante un gobierno que le apuesta a la guerra contra la paz y la convivencia democrática y, que ha hecho suyo el principio que “un acuerdo que no se va a cumplir no se le niega a nadie”.       

 No es uno, son cientos de movimientos sociales los que están movilizados por distintas agendas incumplidas por décadas, que se levantan contra los recortes de los derechos fundamentales alcanzados con mucho sacrificio por trabajadores descalzos y malolientes que se reivindicaron en dignidad a través de la protesta legitima, la movilización, la huelga y el paro. Derechos que hoy se consumen en las hogueras del modelo privatizador neoliberal que anuncia cada vez con más fuerza reformas profundamente lesivas, en un país agobiado por la deuda y la incapacidad real y concreta de su dirigencia política de encontrar salidas viables a la crítica situación de crisis estructural que se vive. La confrontación que se está produciendo es entre las urgencias de la necesidad del hambre contra la desfachatez y el cinismo de la incapacidad gubernamental.   

Caracterizar el movimiento de la protesta social como fractal entendida esta como una particular forma de la protesta social legitima que, en el marco de los problemas estructurales del país, repite de manera semejante el mismo patrón de protestas  a diferentes escalas y con diferente orientación que depende en lo esencial de las especificidades del territorio y de la poblaciones así como de la multitud de agendas reivindicativas y transformadoras que se expresan en una coyuntura especifica frente a un problema particular que va adquiriendo distintos componentes conforme se va transformando la movilización en sus propósitos y en sus dinámicas. Este modelo de resistencia y movilización fractal tiene unas dinámicas particulares que irrumpen por fuera de todo control y que constituyen una fuerza de no fácil control y coordinación que opera con desiguales niveles intensidad en los territorios por pobladores y que se disuelve y reactiva de manera permanente a través de hechos de violencia.     

Así,  la protesta social y la movilización en general tienen la misma forma o estructura en todo lugar, sin que necesariamente estén bajo un único centro de coordinación y articulación,  lo que genera que se dé a diferente escala y pueden estar ligeramente deformadas por hechos de violencia o delictivos de naturaleza variada, que va desde el convencimiento que el Estado solo entiende y atiende ese lenguaje, pasando por violencias de desesperanza y hambre que se expresa en el saqueo a almacenes de alimento y ropas, de delincuencia común oportunista que asaltan los propósitos de la movilización y la deslegitiman, hasta  la violencia institucional infiltrada de confrontación y ruptura con propósitos dispersores o, la violencia institucional abierta que expresa en el ejercicio de la brutalidad policial y las prácticas de criminalidad y terrorismo de Estado.

Las jornadas de resistencia y movilización fractal se han desarrollado en medio de enseñanzas y grandes aprendizajes que se constituyen en acumulados importantes del movimiento social y popular para su propio crecimiento y dinámicas reivindicativas y transformadoras, pese a que los medios de comunicación solo ven en los hechos de violencia marginal el grueso de la movilización que de manera legítima ha dejado una serie de enseñanzas que es importante puntualizar:

Primero.  La movilización es una muestra general de la capacidad de la población para hacer efectiva la protesta legítima superando todo tipo de impedimento legal y de intimidación institucional. La población superó el miedo al contagio y salió masivamente a llenar las calles con las medidas de protección necesarias, lo que no significa que no haya habido personas que relajaron sus medidas de seguridad lo que resulta desde luego contraproducente.

Segundo. Se echó por la borda la sentencia del Tribunal de Cundinamarca de una justicia capturada por la política reaccionaria del partido de gobierno con pretensiones de impedir la movilización y la protesta legítima, la que, definitivamente, no requiere de permiso de ninguna autoridad, es un derecho fundamental de las poblaciones y de los pueblos a expresar su inconformidad contra las políticas públicas y administrativas que pretenden erosionar sus condiciones de vida y dignidad.

Tercero. La juventud universitaria nuevamente dio muestras de su capacidad de movilización y de su ingenio para hacerlo, es una fuerza vigorosa de la protesta social que de manera disciplinada podría convertirse en fuerza transformadora de la realidad social y política en nuestro país. Sin embargo, aún falta que se supere el grupismo y que se consolide la organización y la unidad como sector social capaz de participar en el escenario político disputando los lugares de la derecha clientelista, corrupta y narcoparamilitar.

Cuarto. Las organizaciones sindicales y populares cumplieron con la jornada movilizando pancartas que expresaban de manera clara las razones de la movilización y de la protesta. Los agrupamientos por sectores todavía siguen siendo importantes. La presencia de la CUT, FECODE, o la USO en este tipo de eventos donde ellos hacen la convocatoria y lideran procesos de movilización es importante. Sin embargo, todavía falta que muchas de las bases sindicales salgan a la calle acompañar a sus liderazgos y a quienes se movilizan con ellas. Necesitamos más maestros con sus estudiantes en las marchas, ellas también educan y forman las nuevas ciudadanías. Siempre es importante la presencia de la minga indígena con su disciplina, con sus cantos e himnos, con su guardia indígena, dando ejemplo de disciplina social y de resistencia. La presencia de los artistas y de los músicos es fundamental, alegran las marchas, las llenan de color, de música, de alegría, de imaginación y creatividad.  Los tambores, los instrumentos de viento, las flautas, hace de la protesta un canto de vida. Hay mucho ingenio y poesía en las piezas gráficas y en los performance en que se transforman los grupos de marchistas. Es absolutamente bello ese mundo de la resistencia y la protesta creativa desde el universo de la imaginación, el arte y la diversidad. Jóvenes, viejos, mujeres, negritudes, indígenas, ambientalistas, artistas. Defensores de derechos humanos, ciudadanía descalza, todos moviéndose desde diferentes referentes de sentido y agenda en una misma oleada de protesta.

Quinto. Las familias que salieron a marchar de manera alegre y decidida y a corear las consignas contra el hambre, la pobreza y el desempleo, contra la reforma tributaria, de salud, laboral, contra los asesinatos de líderes y lideresas sociales, por el cumplimiento del acuerdo de paz y su implementación, por el sueño de una Colombia en paz, democracia y de justicia social, encarnan el programa básico del sentir general de la nación. 

Sexto. Que importante es el acompañamiento que las brigadas internacionales de paz, los grupos paramédicos y los defensores de Derechos Humanos hacen a este tipo de marcha, así como los pronunciamientos de la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas, de la Comunidad Europea, del mismo Gobierno de los EE.UU. y de la prensa internacional, que coloca ante el mundo el absurdo tratamiento de fuerza utilizado por el Gobierno del presidente Duque para desarticular y frenar la legítima protesta. 

Séptimo. Desde luego que repudiamos todas las formas de violencia provengan de donde provenga, entendemos que todo tipo de actos de violencia y vandalismo deslegitima el desarrollo de las movilizaciones y pone en riesgo a muchos de los marchantes. La violencia no tiene cabida en este tipo de movilizaciones multitudinarias, son prácticas ajenas e invasivas del movimiento social y popular legítimo.

No es fácil encontrar una ruta para superar las dinámicas del conflicto con un gobierno que ha perdido toda credibilidad frente a la sociedad, pero es necesario ir construyendo procesos de dialogo y acercamiento que posibilite llegar a acuerdos sobre aspectos mínimos con los cuales el Estado y la sociedad se puedan comprometer con realismo y objetividad a sacar conjuntamente adelante bajo la mirada vigilante y atenta del conjunto de la sociedad. 

Profesor de la Universidad Nacional de Colombia, adscrito a la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, es miembro del grupo de Investigacion en Seguridad y Defensa y del Centro de Pensamiento y Seguimiento a Proceso de Paz. Especialista en Conflicto Armado.

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