Conocimos al maestro Duván López, pintor, escultor y poeta, acompañando a cientos de jóvenes que en la Plaza Cataluña de Barcelona coreaban consignas en favor de la paz de Colombia. Con un rotulador el maestro Duván iba estampando imágenes sobre las camisetas blancas que lucían los manifestantes.
Pero fue en Besalú, un pueblo medieval de Girona, donde montó su taller. Allí, entre casas de piedra, puentes góticos y callejuelas estrechas, creó la “Silla por la Paz”, una escultura que en 2017 la Shenguen Peace Foundation seleccionó como su emblema. Fue entonces que decidió hacer una edición en acero de 31 centímetros de alto que anualmente se entrega a los nominados con los Premios por la Paz que concede la fundación en la sede histórica del Parlamento Europeo en Luxemburgo. El maestro Duván habló para los lectores de EL COMEJÉN.
Un mundo en que lo usual son las respuestas, usted por el contrario, pregunta. ¿Qué se pregunta el maestro Duván?
El mundo que habitamos esta lleno de certezas obligadas, los paquetes de felicidad, creatividad y pensamiento nos son dados gratuitamente en las redes y el análisis no es una disciplina aparentemente necesaria. Disentir se ha convertido en políticamente incorrecto, y cuestionar ofende al estatu quo. La pregunta, como base de lo humano y civilizatorio, esta siendo estigmatizada en la búsqueda del esclavo feliz. Mi pregunta permanente es: ¿porque los terrícolas no accedemos a la dimensión de lo humano?
La solidaridad como acción global es uno de los grandes aportes de la pandemia, y podría generar cambios positivos en nuestra forma de vivir.
Mucho se ha dicho y escrito sobre la pandemia del Covid-19. ¿Cómo la representaría usted?
Los sucesos actuales han sido anunciados desde hace mucho tiempo por pensadores independientes a los cuales el establecimiento no reconoce. Existen fuerzas que nosotros los de a pie, no intuimos. El poder viaja a velocidades superiores a las que nuestra comprensión accede y sus móviles se nos mantienen ocultos. Es muy interesante ver el proceso de construcción de realidad que puede generar la elite mundial y la capacidad de gestión del caos de que son capaces. La solidaridad como acción global es uno de los grandes aportes de la pandemia, y podría generar cambios positivos en nuestra forma de vivir. Pienso que seguir dormidos no augura nada bueno.
¿Está preparado para que su obra sea vista más por lo virtual que por lo real?
Soy un artista del siglo XXI y por lo tanto trabajo a caballo entre la pintura tradicional y los nuevos medios, mi lenguaje se ha adaptado al mundo virtual y puedo comunicarme fácilmente con las nuevas generaciones. La técnica producida por el ordenador me parece una herramienta fascinante y valiosa para la permanente investigación del artista contemporáneo
Usted ha sido un activista, callejero incluso, por la paz de Colombia. ¿Qué le ha traído este activismo?
Como artista y ser Humano soy altamente sensible al atropello a los derechos conquistados por la democracia. Creo que sin una vigilancia permanente de las estructuras de poder, estas acaban siendo enemigas de lo humano. Desafortunadamente esto solo se consigue mediante la critica de la protesta publica.
¿Qué nos puede adelantar de su nuevo trabajo y de la exposición que viene?
El interrogante de la portada de EL COMEJÉN, será el signo bajo el cual presentaré mi próxima exposición en al galería Spai 59 de San Feliu de Guixols ( Joan Maragall, 59) que inauguro el día 4 de julio. La exposición estará abierta al publico hasta finales de agosto. Allí mostraré un trabajo desarrollado durante la cuarentena y que muestra mi visión del mundo hoy.
Finalmente, ¿qué película y libro recomendaría ver y leer a los lectores de EL COMEJÉN?
Para ver La belle verte (Planeta libre) de Coline Serreau 1996 y para leer El mito del capitalismo de Jonathan Tepper, un libro de actualidad que fue considerado como la mejor obra de economía en 2019.