El resultado de la segunda vuelta de las elecciones municipales en Brasil demuestra la complejidad de la política nacional y los amplios desafíos que debemos enfrentar. Bolsonaro sigue siendo nuestra piedra más grande en el zapato, pero no es la única. Aunque sus principales candidatos perdieron las elecciones municipales, hay que considerar que el discurso bolsonarista estuvo presente en otras candidaturas. En la segunda vuelta, el tono conservador fue adoptado por candidatos del ala denominada «centro derecha» como una forma de evitar la elección de candidatos más progresistas.
Disfrazado de “centroderecha” este bloque político (PSDB, DEM MDB, PSB, PP) ha sido favorecido últimamente por los medios corporativos, principalmente Rede Globo, que diariamente lo presenta como la mejor opción entre el ‘extremismo bolsonarista’ y la ‘izquierda corrupta’ lulista.
Muchos partidos aprovechan la crisis económica y apuestan por la compra de votos, por el clientelismo, por la amenaza de resignación, por el uso de dinero público, por falsas encuestas para obtener resultados positivos. Es posible observar estas articulaciones y el descenso del nivel político desde la pequeña ciudad de São José do Egito, en el interior de Pernambuco hasta el extremo sur en la capital de Porto Alegre. Esto sugiere que la transformación de la política ocurrirá no solo con la elección de representantes, sino con un cambio radical en el sistema político.
Destacamos la alta tasa de abstenciones en las votaciones en la segunda vuelta. En algunas ciudades, la abstención alcanzó más del 30 %. Entre las explicaciones, podemos apuntar el descrédito de los votantes con la política nacional y el escenario pandémico que influyó en la ausencia de muchos brasileños en los colegios electorales. En general, podemos decir que la derecha tradicional fue la gran ganadora de estas elecciones. Disfrazado de “centroderecha” este bloque político (PSDB, DEM, MDB, PSB, PP) ha sido favorecido últimamente por los medios corporativos, principalmente Rede Globo, que diariamente lo presenta como la mejor opción entre el «extremismo bolsonarista» y la «izquierda corrupta» lulista.
El caso es que estos partidos no tienen nada de nuevo. Históricamente, son partidos oportunistas que practican lo más sórdido y arcaico de la política nacional para estar en el poder, el fisiologismo, la conveniencia, la corrupción, el chantaje, la defensa del lobby y de los intereses de grandes grupos económicos son algunas de sus actividades. El partido DEM, por ejemplo, fue creado por disidentes de ARENA, grupo que apoyó a la dictadura militar y que actualmente sigue el rumbo de la conveniencia al apoyar a Bolsonaro. Uno de sus mayores representantes, Rodrigo Maya, presidente de la Cámara de Diputados, tiene sobre la mesa más de 30 solicitudes de juicio político (impeachment) con respaldo legal contra el actual presidente y nada parece hacer.
El Partido de los Trabajadores (PT) tuvo el peor resultado de estas elecciones. Las explicaciones son variadas, algunas incluso discutidas en artículos anteriores, sin embargo, creemos que en ese momento es tarea de sus dirigentes y militantes reflexionar profundamente sobre esta derrota.
Sobre las candidaturas progresistas, hubo un fortalecimiento de la izquierda post-PT, con la expresiva elección de Edmilson Rodrigues del PSOL en Belém do Pará, que representó la afirmación del deseo de cambio del pueblo de Belem contra la narrativa conservadora y extremista en la capital. Manuela Dávila del PCdoB en Porto Alegre y Boulos del PSOL en São Paulo, aunque derrotados, salen de estas elecciones más grandes y se presentan como una renovación en el marco político de la izquierda nacional. En la mayor capital del país, Boulos logró ensayar en 2020 la tan esperada reunión de los partidos de izquierda y de centro izquierda (PT, PDT, REDE, PSTU, PCDOB) y con eso obtuvo más de dos millones de votos en la segunda vuelta, principalmente de sectores empobrecido en la ciudad de São Paulo.
El Partido de los Trabajadores (PT) tuvo el peor resultado de estas elecciones. Las explicaciones son variadas, algunas incluso discutidas en artículos anteriores. Sin embargo, creemos que en este momento es tarea de sus dirigentes y militantes reflexionar profundamente sobre esta derrota y definir democráticamente nuevos rumbos para la reconstrucción y renovación del partido de tanta importancia histórica. Creemos que es necesario permanecer en unidad para enfrentar no a Bolsonaro, cuya popularidad languidece día a día, sino al fragmentado «movimiento bolsonarista» que aparentemente muerto resucita en las candidaturas del llamado centro derecha y principalmente entre la población.
Reconocemos el éxito de candidaturas plurales que lograron elegir concejales y concejalas, pero en los ayuntamientos ganó la derecha. Más allá de la unión de partidos progresistas, es urgente construir un proyecto político alternativo de poder que tome en cuenta una de las reformas más importantes en Brasil, la reforma política que replanteará la forma de gobernar nuestras ciudades, nuestro país.