Se trata de identificar estos cambios en nuestras forma de vida e ir a la velocidad a la cual se van produciendo, la clave está en entender que no podemos volver a lo de antes, esta es sin duda, una oportunidad para revisar todo lo que no servía y que la pandemia ha puesto de manifiesto que puede cambiar.
Sin lugar a duda un cambio de vida hacia un modelo digital en todos los aspectos de nuestras vidas es el mayor reto, principalmente porque no existe un marco de convivencia global para que las desigualdades no se agudicen en este entorno, y porque va a suponer también una de las salidas a la crisis climática que es la razón por la cual estamos en este lio.
Esta semana los líderes de la ONU – Organización de las Naciones Unidas -, la OMS – Organización Mundial de la Salud – y la WWF International afirmaban que el COVID-19 es resultado de la destrucción del planeta por parte de la humanidad. La realidad es que es tan solo un aspecto de la presión que estamos ejerciendo sobre el planeta. Hace décadas científicos, organizaciones internacionales y defensores de los territorios nos advierten sobre el calentamiento global debido al incremento de gases de efecto invernadero, que provienen de la quema de combustibles fósiles, los mismos que se utilizan principalmente para el transporte mundial de mercancías y personas, o para la industria que sostiene nuestro consumo.
Así, es necesario recordar a Berta Cáceres y a todas las defensoras que han sido asesinadas en América Latina, la región más peligrosa del mundo para defender la tierra, la cultura y la biodiversidad de megaproyectos como minas, represas, fracking, tala y cultivos comerciales de biocombustibles.
El coronavirus ha sido una de las alertas que ha lanzado la tierra para decirnos que no tenemos décadas para afrontar el problema, ya lo tenemos encima y debemos reaccionar ya. Esto supone cambiar drásticamente nuestros hábitos de vida y detener el modelo económico en el que vivimos, ya que la riqueza humana depende de la salud del planeta. De ninguna manera podemos seguir pensando que nuestros comportamientos individuales deben estar por encima del bienestar de toda la humanidad, razón por la cual es tan difícil abordar estos problemas, porque requiere de respuestas colectivas y globales. Por eso nos dicen que es más fácil pensar en el fin del mundo que en el fin del capitalismo, nos lo meten a sangre.
Si no que lo digan los defensores de la tierra y el medio ambiente en América Latina que libran una lucha que supone la vida misma, precisamente por la indiferencia del resto del mundo que prefiere mirar para otro lado, normalizar estas muertes y seguir con sus vidas consumistas. Así, es necesario recordar a Berta Cáceres y a todas las defensoras que han sido asesinadas en América Latina, la región más peligrosa del mundo para defender la tierra, la cultura y la biodiversidad de megaproyectos como minas, represas, fracking, tala y cultivos comerciales de biocombustibles. Entre marzo de 2016 y noviembre de 2019, 340 defensores fueron asesinados en las Américas, según Global Witness, asesinatos selectivos y que generan un enorme impacto quedan generalmente impunes. Y la impunidad genera más violencia.
En Colombia la situación es a otro nivel, somos el segundo país en el mundo con mayor número de defensores del medio ambiente asesinados, la realidad es que todos y todas las líderes sociales del país están en peligro. Según Michel Forst, Relator de Naciones Unidas, sostuvo en febrero de este año que Colombia es uno de los países más peligrosos del mundo para la defensa de los derechos humanos. Las cifras solas no muestran la tragedia humana que hay detrás de cada caso. Por eso un grupo de columnistas, hemos querido recuperar los rostros y las vidas de algunos líderes asesinados, y contar la historia de ellos.
En este ejercicio quiero recordar a Fabiola Fajardo Ayala, lideresa social y comunal de la vereda La Colorada, integrante del Movimiento Resistencia a la minería en el Carmen del Chucurí municipio del Carmen de Chucurí, Santander. Luchadora incansable en la defensa del territorio frente a la amenaza minera del carbón y el fracking en la región. El día 20 de agosto de 2018 Fabiola desapareció en extrañas circunstancias y fue encontrada sin vida el 21 de agosto. Hasta el momento se sigue exigiendo al gobierno nacional que se investiguen los hechos sucedidos y se capture, juzgue y condene a los responsables por el feminicidio.
Debemos generar un movimiento mundial por la defensa del planeta si queremos salvarnos, pero también debemos emprender una lucha por la justicia y contra la impunidad identificando y señalando todos estos crímenes y a los responsables.