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Amores perros y amores prohibidos

Algunos comentaristas trataron la relación entre una uribista sin paliativos con el hijo de un jefe guerrillero como una impronta de reconciliación. ¿Reconciliación? ¿Han estado estos jóvenes en guerra?

Imagen de Picography en Pixabay

Imagen de Picography en Pixabay

Una sociedad capitalista, chismosa, ladrona, marihuanera y corrompida. Con estas palabras Víctor Suárez Rojas, más conocido como “Mono Jojoy”, describió a Colombia. Lo dijo ante un nutrido grupo de guerrilleras y guerrilleros reunidos en una rudimentaria aula. En la imagen se observan a curtidos guerrilleros revueltos con adolescentes. La diatriba del “Mono Jojoy” contra el sistema fue a mediados del 2010 en un paraje selvático del Parque Nacional La Macarena. Semanas después, el jefe guerrillero sería asaltado y abatido por las tropas gubernamentales. ¿Es Colombia una sociedad chismosa?

Para escribir esta nota le he pedido a JimiCream@, la columnista trans de EL COMEJÉN, que me echara una mano. A la mayoría de los escritores hombres nos cuesta describir la naturaleza de las mujeres. Las escritoras, en cambio, lo saben hacer. Es una de las razones por las que admiro a Marvel Moreno, la desaparecida escritora barranquillera. Nadie como ella para describir los rincones oscuros de los hombres. Lo hizo En diciembre llegaban las brisas y El tiempo de las Amazonas, dos espléndidas obras protagonizadas por mujeres que tienen que lidiar con hombres violentos e inseguros. JimiCream@, por su identidad trans, conoce bien a las mujeres y los hombres. Le pregunté su opinión acerca del revuelo mediático que causó el matrimonio de Jorge Ernesto Suárez (hijo del “Mono Jojoy”) con la youtuber Catalina Suárez. ¿Se trató como noticia o como chisme? 

JimiCream@ me escribió un guasap:

“No es la primera vez que dos personas de orillas diferentes se juntan en Colombia. Pero es la primera vez que esto se ventila en las redes sociales. Mi única explicación es que ella sentía miedo de afrontar la situación sin hacerla pública, es el miedo que sigue estando latente en cada una de nosotras a pesar de los acuerdos de paz. Colombia es un país en donde la vida no vale nada. Un país sin garantías, incluso, para unos amantes que lo tienen todo. Los derechos, como el de casarse, no se piden, los tomamos, sin preguntar a nadie. Ni Álvaro Uribe ni Timoleón Jimenez deben aprobar o no la unión de dos amantes. ¿Acaso Uribe y Timoleón pidieron permiso para hacer todas las cagadas que hicieron?”.  

Yo le respondí a JimiCream@ con una frase de cajón de Leonard Cohen: “El amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males”.

JimiCream@ no hizo comentario sobre la frase del músico canadiense. Escribió un nuevo guasap: 

“A los Suarez les digo que lo peor ya pasó, ahora viene lo más difícil. No permitir que las redes sociales les destruyan su matrimonio. Mucho menos la hipócrita y chismosa sociedad colombiana, llena de envidia y frustración.  Tienen a sus familias de su lado, lo cual es ganancia. En la época más cruel del conflicto muchas de nosotras no teníamos a nuestras familias de nuestro lado. Cuando nos enamoramos de la persona “equivocada” la ley se cebó contra nosotras hasta destruirnos moralmente. Catalina y Jorge Ernesto, ustedes son los únicos que pueden liberarse de los grilletes de la chismografía. Esa liberación empieza por no contestar los ataques en las redes sociales. No sigan atados al pasado. Es hora de liberarse. De ustedes depende”.

Luego de darle las gracias a Jimi Cream@ busqué reacciones en la prensa colombiana sobre el tema. 

Me sorprendió que Catalina Suarez haya consultado con el expresidente Álvaro Uribe sobre la relación con Jorge Ernesto Suarez. “Me dio cuatro consejos acerca del matrimonio y me dijo que me apoyaba y que su familia también”, contó a los medios. En Grecia el amor era permitido si los dioses lo aprobaban. Una situación similar ocurrió con Daneidy Barrera, más conocida como Epa Colombia, pero por motivos diferentes. La chica del martillo se reunió con el expresidente Uribe. “Yo me tuve que reunir con el presidente para yo pedirle ayuda porque yo iba a miles de sitios y me cerraban las puertas y no me colaboraban, se burlaban de mí. Amiga yo tenía que decirle al presidente que me ayudara (…) yo necesito a gente que me ayude y me respalde porque no puedo seguir más así”, explicó Epa Colombia. Estos dos pasajes de la vida colombiana me recordaron a algunas escenas de El Padrino, en las que personas con problemas van hasta donde Vito Corleone para pedirle un consejo, protección o agradecerle por algo que el mafioso hizo por ellas. Esto Comején, es anecdótico.  

Algunos comentaristas trataron la relación entre una uribista sin paliativos con el hijo de un jefe guerrillero como una impronta de reconciliación. ¿Reconciliación? ¿Han estado estos jóvenes en guerra? ¡No! son dos jóvenes que se vieron, se gustaron y punto. La reconciliación es otra cosa. La reconciliación sucede entre personas o bandos que se han o siguen enfrentando. En el caso de Colombia, que ha vivido una guerra larga y cruel, la reconciliación está por hacerse. Más cuando hay víctimas y victimarios. Los que dispararon y los que recibieron los balazos. Reconciliación entre los que sobrevivieron a la crueldad.  

Ahí está el problema: tratar el dolor y la pérdida de millares de colombianas y colombianos con frivolidad. Como un asunto de farándula. 

¿Recuerdas, Comején, aquella boda de Michael Corleone con Apolonia Vitelli en Sicilia? ¿En el filme El Padrino? Te la recuerdo. Mírala en este enlace.

Escritor y analista político. Blog: En el puente: a las seis es la cita.

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